Importante mejorar la capacidad científica y mantener a las especies con las que se compartimos el mundo: Jaime Urrutia Fucugauchi
“No podemos esperar con los brazos cruzados que este cambio suceda, se tienen que prevenir los daños que son irreversibles”, sostuvo Elisa Castro, de Natura y Ecosistemas Mexicanos
“¿Qué motivó el tema del séptimo encuentro Libertad por el Saber? En este momento que estamos vislumbrando el fin de la fase pandémica de COVID-19, no del virus, que seguirá con nosotros por mucho tiempo, es un momento para reflexionar sobre los enormes cambios y transformaciones que la pandemia generó o aceleró, en el ámbito de la crisis económica global persistente, las múltiples crisis climáticas, la crisis geopolítica, la Guerra en Ucrania, la invasión rusa”, afirmó Julio Frenk, miembro de El Colegio Nacional, al iniciar la mesa El planeta del futuro.
La sesión formó parte del VII Encuentro Libertad por el Saber. El mundo ante la encrucijada: la construcción de futuros posibles, coordinado por los colegiados Julia Carabias Lillo, Julio Frenk y Claudio Lomnitz. En la mesa, transmitida en vivo el 17 de octubre por las plataformas digitales de la institución, estuvieron presentes los especialistas Marisa Mazari, Christina Siebe, Elisa Castro y Enrique Martínez Meyer.
El médico mexicano aseguró que el mundo está en una encrucijada, un momento de elegir caminos, lo que es la motivación de las 17 mesas de este Encuentro Libertad por el Saber. “A diferencia de los dos encuentros de años pasados, ahora el propósito es ver hacia el futuro y empezar a generar las discusiones necesarias para tomar las decisiones adecuadas que permitan llegar al futuro deseado”.
Por su parte, la colegiada y coordinadora de la sesión, Julia Carabias, sostuvo que hay una gran cantidad de evidencia científica que dice que las formas de desarrollo del país y el mundo están llevando a una inadecuada relación entre la sociedad y la naturaleza, lo que genera una situación de riesgo a los sistemas físicos, químicos y biológicos. “Ya no es sólo un problema de la sobreexplotación de los recursos, ya es del propio funcionamiento de la naturaleza. El bienestar social depende del funcionamiento de la naturaleza y va a poner en riesgo a un millón de especies, si seguimos haciendo las cosas como van”.
“Sabemos que esto va a impactar a las futuras generaciones, los niños y las niñas que ya nacieron. Es muy importante que entendamos que esos modelos de desarrollo se tienen que transformar. No es la primera vez que ocurren estos cambios en la historia de la vida y del planeta, pero es la primera vez que ocurren por causa del Homo sapiens y a esta velocidad”.
Al tomar la palabra, el colegiado Jaime Urrutia Fucugauchi recordó que, en la ciencia, para conocer los futuros posibles se usa la especulación educada, que busca la comprobación. “La ciencia hace una serie de predicciones, ideas, propuestas e iniciativas y lo que ha permitido construir es que todo se somete a una prueba, esa es la forma en que podemos hablar de futuros posibles y lo que representan”.
Puntualizó que lo interesante es cómo se puede usar el pasado como clave para el futuro. “Lo que sí se conoce es que la temperatura va a seguir subiendo, incluso si en este momento lográramos reducir el CO2, que se ve difícil, la temperatura con el efecto que produjimos se va a continuar incrementando y con ello cambiará todo el sistema, por ejemplo, de lluvias, y será un efecto cadena, todo está interconectado”.
De acuerdo con el geofísico mexicano, una predicción a largo tiempo realizada hacia el 2100 por la NASA indica que “no tendremos casquetes polares, habrá organismos que no podrán adaptarse a los cambios de clima con la rapidez que ocurren y cada vez habrá más calor. Tenemos que mandar el mensaje a todos los tomadores de decisiones que los sistemas están muy interconectados, moviendo uno afectamos a los otros y con ello afectamos los recursos naturales, de los cuales depende la vida moderna. No lo vamos a poder parar, es importante mejorar la capacidad científica y el reto es mantener a la especie y a las especies con las que se comparte el mundo”.
A las preguntas: ¿Cuáles consideran que son los escenarios que se están proyectando que nos está diciendo la ciencia si se siguen haciendo las cosas como las que estamos haciendo? Y ¿Cómo podría ser el mundo si no actuamos desde ahora? Especialistas como Enrique Martínez Meyer, del Instituto de Biología de la UNAM, respondió que el panorama del presente se conoce como la gran aceleración, hay muchas manifestaciones y una de ellas es el clima, la trayectoria de calentamiento del planeta que ya lleva 1°C arriba.
“Las proyecciones a futuro indican que las condiciones del clima al final del Siglo XX podrían alcanzar hasta 5°C de aumento de temperatura. El clima tiene una influencia directa sobre la biodiversidad y con ello el funcionamiento de los ecosistemas como los conocemos, las especies y los procesos naturales, todos están tan finamente sincronizados que las alteraciones provocan un efecto dominó. Incluso hay expertos que opinan que se está llegando a un periodo de extinción masiva”, aseveró.
Por su parte, Marisa Mazari, del Instituto de Ecología de la UNAM, comentó que los humanos están interfiriendo en el ciclo del agua, en los procesos que permiten que el líquido circule en la naturaleza, y así evitan que los servicios naturales se den de manera normal con calidad y cantidad adecuada. “Una vez que usamos el agua, regresa a la naturaleza de una manera distinta; en México realmente no estamos tratándola antes de verterla en la naturaleza. Es un mal tratamiento y disposición de aguas residuales, el punto es: ¿hasta dónde tenemos nosotros un agua segura para usar como humanos o hasta dónde los organismos con los que compartimos el planeta cuentan con el líquido?”.
En relación al suelo, Christina Siebe, del Instituto de Geología de la UNAM, recordó que los nueve límites planetarios son la integridad de la biósfera, el cambio climático, el cambio del uso del suelo, el uso de agua dulce, la acidificación del océano, la carga de aerosoles atmosféricos, los flujos bioquímicos y la reducción del ozono estratosférico, y todos tienen que ver con el suelo como cuerpo natural que regula estos procesos.
Explicó que los suelos tienen una multifuncionalidad como ser el hábitat de organismos; ser transformador, filtro y amortiguador; ser el medio en el que crecen las plantas; el depósito de desechos; el área de construcción y el regulador del ciclo hidrológico. “En México, se estima que la pérdida estimada de bosques y selvas de 2000 a 2021 es de 125 mil hectáreas por año y hay un estudio que estima hasta 300 mil hectáreas por año. Es la expansión urbana la que sella la superficie de suelos de buena actitud agrícola; además limita la recarga del acuífero y magnifica la respuesta hidrológica causando inundaciones”.
Al tomar la palabra, Elisa Castro, de Natura y Ecosistemas Mexicanos, aseguró que la juventud comparte una enorme preocupación y es la de su futuro. “He dedicado los últimos 15 años de mi vida a un proyecto que me ha permitido conocer la realidad en el campo mexicano, en la Selva Lacandona, y me ha tocado ver cambios alarmantes que están acabando con la misma”. Puntualizó que la biodiversidad es la base de todo, es la que soporta la mayor parte de los servicios que hacen posible la vida humana: “me resulta increíble imaginarme una alteración de este nivel que pueda ser provocada por una especie del planeta, el humano”.
“Tenemos que deconstruir el paradigma de desarrollo como lo conocemos… No podemos esperar con los brazos cruzados que este cambio suceda, se tienen que prevenir los daños que son irreversibles”, finalizó la ponente.
El futuro demográfico
El futuro demográfico fue el nombre de la segunda sesión del día y contó con la participación de la colegiada Linda Rosa Manzanilla y de los expertos Silvia Giorgulli, de El Colegio de México; Tonatiuh Guillén, del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM; Y Rafael Lozano, del Instituto para la Métrica y la Evaluación en Salud, en la Universidad de Washington.
Al tomar la palabra, la arqueóloga Linda Rosa Manzanilla, recordó que la aparición de las ciudades en Mesopotamia, Mesoamérica y en otros lados del mundo ofrece oportunidad de trabajo en la construcción, en las manufacturas, en el movimiento de bienes, pero las condiciones, sobre todo, de la gente foránea es que trabajaban demasiadas horas al día, algo que se puede ver con la ciencia forense, y alimentados con raciones básicas.
Agregó que, sin embargo, los pobladores de Teotihuacan tenían una dieta equilibrada en proteína animal, vegetal y plantas de diversos tipos. La colegiada hizo hincapié en que “el fenómeno urbano es un fenómeno de novedad, de especialización de distintos tipos de oficios y ofrecer al área rural nuevas cosas que no se habían visto”.
En su participación, Silvia Giorgulli, presidenta de El Colegio de México, se refirió a la evolución de la población mundial, explicó que en una gráfica de 1950 a 2100, se espera que se llegue a 10.4 mil millones de habitantes en el 2080 y ahí se quedará estancado. “El tema deja de ser el crecimiento demográfico per se y hay dos aspectos importantes, el cambio en la estructura por edades, lo que implica en términos de atención a la salud, el tipo de vivienda, cuidados, guarderías, escuelas, etcétera; y el tema de la distribución regional, hay un cambio en términos de la composición demográfica del mundo.”
Según la especialista, el reto es construir con esta estructura de la población, “ahora la discusión de los 8 mil millones está en tres conceptos, uno es la ansiedad demográfica; el segundo, la complementariedad y los equilibrios demográficos; y la tercera, la vinculación de la población con los recursos naturales”.
A la pregunta ¿Cuáles son los desafíos para el siglo XXI de esta nación mexicana considerando su estructura social? Planteada por el médico y colegiado Julio Frenk, Tonatiuh Guillén, del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, respondió que entre las grandes consecuencias de la migración desde la perspectiva contemporánea es que transforma el perfil de las naciones y México, en particular tiene efectos de manera excepcional, que apenas se evalúan.
En voz del experto, todos los mexicanos son jurídicamente iguales, pero hay una tarea enorme de Relaciones Exteriores de formalizar este reconocimiento, a través del registro de población, pasaportes y actas de nacimiento. “Hay que modificar nuestro horizonte de planeación, de desarrollo, los parámetros de cultura, los formatos de identidad, entonces la nación mexicana a través de la migración, la descendencia y el reconocimiento constitucional genere una nueva estructura social y, en una sociedad democrática, el Estado es el que se tiene que adaptar”.
Agregó que la nación mexicana, a partir del 2021 en adelante se reproduce en el territorio y fuera del territorio y el Estado necesita visualizar su relación con la nueva nación con la perspectiva de la población. “Un desafío grande, primero cultural, cómo nos asumimos en igualdad de escenario quienes nacieron en Mérida, Chihuahua, en Madrid o Chicago y cómo se reconoce la pertenencia al espacio de la diversidad cultural”.
Al tomar el micrófono Rafael Lozano, del Instituto para la Métrica y la Evaluación en Salud, en la Universidad de Washington, expuso que se tiene una concepción de la esperanza de vida que se sacrifica y con ella se dicen cosas que no son. “Lo que se usa normalmente es la esperanza de vida al nacer. Es una pregunta difícil, porque cada quien tiene su código genético, su longevidad, su estilo de vida, sus accesos a servicios de salud, pero sí podemos calcular cuantos de los que nacieron hace 78 años sobreviven hoy, gracias a la demografía y también cuantos llegarán a tener 90 años, pero esto es una guía general”.
Expuso que es muy difícil hacer una predicción de cuándo se regresará a lo que se conoce como nueva normalidad, que no es ni nueva ni normal, “las estimaciones de nosotros es que en 2022 todavía vamos a ver 2.5 millones de muertos por COVID-19. Ellos dicen que para 2023 empezaremos a tomar cierto regreso, para mí es un poco mágico, vamos a tardar mucho más”.
En México se perdieron más de tres décadas con el impacto de COVID-19, se regresó a la esperanza de vida que se tenía en 1990. “La certidumbre es que nos vamos a morir, en ese sentido lo importante es establecer el vínculo entre envejecer y la salud”, finalizó el especialista.
Fuente: El Colegio Nacional