IA en salud cardiovascular: predicciones que salvan vidas
Dr. Héctor Alejandro Cabrera Fuentes
La IA no sustituye al médico, lo potencia. Pero para que esta promesa se convierta en política efectiva, necesitamos construir puentes entre datos, talento humano e instituciones
La inteligencia artificial (IA) ya no es teoría y, lejos de ser ciencia ficción, hoy podría anticipar si un paciente con hipertensión se beneficiaría de un tratamiento intensivo y ajustar dosis con alta precisión. En una publicación reciente del European Heart Journal (revista oficial de la Sociedad Europea de Cardiología), Francesco Costa y sus colaboradores presentan dos ejemplos contundentes: primero, un modelo que analizó datos de los estudios SPRINT y ACCORD logró identificar a pacientes con “alto beneficio”, que redujeron su riesgo cardiovascular un 30% más que otros, necesitando tratar solo a 11 personas para prevenir un evento grave. Segundo, la herramienta PRAISE score, aplicada tras un infarto, pudiera predecir el riesgo de muerte, reinfarto o sangrado. Para estos programas se está buscando la validación externa para personalizar el tratamiento antiplaquetario. Además, la IA puede anticipar cuándo un paciente con diabetes está en riesgo de una baja peligrosa de azúcar en sangre, especialmente si toma ciertos medicamentos modernos. Para que estos avances lleguen a México, debemos superar tres retos clave: 1) contar con datos clínicos integrados y representativos; 2) formar profesionales capacitados, y 3) consolidar la colaboración entre gobierno, academia y sociedad.
Colaborar para actuar: dos acciones urgentes
Primero, México necesita crear un consorcio nacional de datos clínicos. Para que los modelos de IA funcionen con precisión en nuestra población, es indispensable consolidar y estandarizar los historiales electrónicos de hospitales públicos, privados y clínicas comunitarias. Esta integración debe incluir datos de comunidades indígenas, rurales y urbano-marginales, asegurando representatividad y evitando sesgos. También debe garantizar el anonimato de los pacientes y aplicar altos estándares de trazabilidad para proteger la privacidad. Con una base sólida de información nacional, podremos entrenar algoritmos capaces de ajustar dosis con mayor precisión, anticipar complicaciones y reducir hospitalizaciones.
En segundo lugar, debemos certificar y formar especialistas en IA médica. La tecnología no basta por sí sola; requiere personal capacitado para usarla de forma ética y eficaz. Propongo un programa de formación híbrido, dirigido a cardiólogos, farmacólogos, ingenieros biomédicos y técnicos en salud. Este programa debe contar con estándares de calidad establecidos por la SECIHTI (Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación), mientras que la evaluación académica puede estar a cargo de la ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior), que promueve la mejora continua y la excelencia académica entre sus instituciones asociadas. Finalmente, para que el programa tenga validez oficial, la certificación debe ser reconocida formalmente por la Secretaría de Educación Pública (SEP). El objetivo final es crear la figura del “Especialista en IA Médica”, capaz de interpretar modelos algorítmicos, supervisar su desempeño clínico y garantizar que su implementación sea ética, segura y centrada en el paciente. En esta línea, el Tecnológico Nacional de México (TecNM) ha diseñado el plan de estudios de la Maestría en Inteligencia Artificial, cuya implementación comenzará el próximo semestre, con un área clave enfocada en Sistemas Inteligentes Orientados a la Salud.
Los beneficios son claros: mejor control de enfermedades como la hipertensión, con tratamientos personalizados que reducen complicaciones y costos; ensayos clínicos más rápidos y eficientes gracias al uso de IA para optimizar inclusión y tiempos; y, sobre todo, mayor equidad en salud, al integrar a toda la población en los modelos predictivos y no solo a quienes viven en zonas urbanas con acceso a hospitales de alta especialidad.
México no puede esperar
Según el INEGI, en 2023 las enfermedades del corazón causaron 189 210 muertes (23.6% de todas las defunciones), y la diabetes mellitus provocó 110 059 más. Estas cifras reflejan una crisis crónica que no se resolverá con soluciones tradicionales.
La IA no sustituye al médico, lo potencia. Pero para que esta promesa se convierta en política efectiva, necesitamos construir puentes entre datos, talento humano e instituciones.
Fuente: heraldodemexico.com.mx