Gracias a Manuel Gamio la antropología y la arqueología se consolidaron en el continente
“Para Gamio la arqueología es parte integrante del conjunto de conocimientos que más interesa a la humanidad y que se denomina antropología, o sea el tratado o ciencia del hombre”: Eduardo Matos Moctezuma
A cien años de la publicación de los tres tomos de La población del Valle de Teotihuacan (1922), dirigidos por quien fuera considerado el padre de la arqueología moderna en México, El Colegio Nacional dio inicio al simposio El valle de Teotihuacan desde una perspectiva interdisciplinaria. Homenaje a Manuel Gamio, coordinado por la colegiada Linda Rosa Manzanilla Naim.
La sesión se transmitió en vivo el 16 de mayo por las plataformas digitales de la institución y contó con la participación del colegiado Eduardo Matos Moctezuma y de Marcela González Salas, secretaria de Cultura y Turismo del Estado de México; Nahúm Noguera, director del Centro INAH Estado de México; y Ana Bella Pérez Castro, directora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Al principio del simposio, la arqueóloga Linda Rosa Manzanilla Naim comentó que la obra dirigida por Manuel Gamio y publicada en 1922, fue la primera de carácter multidisciplinario en la arqueología y a nivel mundial. Puntualizó que después de fundar la Dirección de Antropología, en 1917, el indigenista mexicano tuvo como objetivo estudiar las distintas regiones del país desde una perspectiva integral.
Marcela González Salas, secretaria de Cultura y Turismo del Estado de México, comentó que Manuel Gamio fue fundamental en el desarrollo histórico y cultural del país y particularmente del Estado de México. Explicó que el Estado de México tiene el mayor número de zonas arqueológicas abiertas a la visita pública y fue testigo del inicio de la arqueología mexicana enfocada a la población: “Nuestro punto de referencia es la gran Teotihuacan y el trabajo científico fue llevado por Manuel Gamio, indiscutiblemente el padre de la antropología mexicana”.
Sostuvo que gracias al reconocido intelectual, la antropología y la arqueología se consolidaron en el continente: “Con la obra La población del Valle de Teotihuacan se consigue un planteamiento antropológico integral, promoviendo la creación de escuelas, talleres comunitarios y el rescate de tradiciones y costumbres”.
Agregó que Teotihuacan es foco del mayor orgullo del Estado de México desde el punto de vista turístico y desde el punto de vista de desarrollo económico y artesanal: “Para Manuel Gamio, la antropología y la arqueología tenían un fin práctico, ya que sólo entendiendo las manifestaciones del pasado era posible identificar las características que distinguían a la sociedad mexicana actual. Este enfoque de arqueología puede ser considerado como la principal herramienta para la conservación de tradiciones y costumbres”, finalizó.
Por su parte, Nahúm Noguera, director del Centro INAH Estado de México, expuso que los planteamientos de Gamio plantearon las siguientes directrices: la investigación integral interdisciplinaria vanguardista; el estudio científico integral de los pueblos indígenas; y el que la antropología sea un facilitador para el desempeño de un buen gobierno: “Nos deja la tarea de hacer una correcta sistematización entre la comunidad, su espacio, su devenir histórico y su prospectiva”.
De acuerdo con el arqueólogo, es necesario seguir estudiando la conformación de la significación patrimonial: “Estos y otros quehaceres deben ir más allá de las conclusiones de la investigación y de su publicación, deben traducirse en una utilidad para las acciones de gobernanza, como Gamio referiría”. Enfatizó que la tarea dejada por el mexicano se sigue haciendo con programas del Instituto Nacional de Antropología e Historia como la conformación del grupo intrainstitucional para Teotihuacan con la perspectiva de participación integral multidisciplinaria.
En su participación, Ana Bella Pérez Castro, directora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, se refirió a Manuel Gamio como la figura intelectual más representativa del indigenismo mexicano: “Sus obras son de gran relevancia y, sin duda, Forjando Patria es un tratado donde postula sus principales ideas sobre la integración de los indígenas a la sociedad mexicana, una obra que surge en pleno fervor revolucionario pretendiendo avanzar a la construcción de la nación”.
Agregó que esta obra es un gran compendio de ideas y trabajo etnográfico, que lo lleva a reafirmar y destacar la importancia de hacer investigación sobre las condiciones de vida de las poblaciones indígenas en México: “Su obra La población del Valle de Teotihuacan plasma estas dos importantes aportaciones, una rica información etnográfica de la zona y su teoría sobre la integración”. La especialista recordó que el gran proyecto del investigador fue estudiar integralmente una zona desde sus raíces prehispánicas hasta las condiciones actuales, pasando por la época colonial, con la participación de especialistas de diversas ramas del conocimiento.
La obra de Manuel Gamio
Como parte de la primera sesión del simposio, Eduardo Matos Moctezuma, miembro de El Colegio Nacional, impartió la ponencia La obra de Manuel Gamio, en la que delineó la figura del arqueólogo mexicano. Recordó que nació en la Ciudad de México el 2 de marzo de 1883 y murió en esta región en 1960, y que desde joven mostró interés en la arqueología y población indígena.
Estudió antropología en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y en instituciones como la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americana. Fue alumno de expertos reconocidos a nivel mundial como Franz Boas, considerado el padre de la antropología estadounidense, del alemán Eduard Seler y del geólogo Georges Engerrand: “Su formación tuvo gradualmente la participación de maestros que representaban lo más avanzado de los estudios en la materia en general”.
El colegiado recordó que el libro Forjando Patria, publicado en 1916, fue el preámbulo del pensamiento de Gamio debido a que contiene una vastedad impresionante de temas, lo mismo habla de la arqueología que de la mujer mexicana. Previo a esta obra, en 1914, el pensador mexicano consideró que la arqueología tenía una falta de concepto, de tendencia, de método y de encadenamiento lógico que perseguía a las escasas investigaciones emprendidas, que resultaban aisladas e inconexas.
El fundador del Proyecto Templo Mayor recordó lo que Gamio escribió en Forjando Patria: “la arqueología es parte integrante del conjunto de conocimientos que más interesa a la humanidad y que se denomina antropología, o sea el tratado o ciencia del hombre. La antropología suministra el conocimiento de los hombres y de los pueblos de tres maneras, uno, por el tipo físico; dos, por el idioma, es decir la lingüística; y tres, por su cultura o civilización”.
Sostuvo que Manuel Gamio dividió el país en 11 grandes regiones por sus características culturales y señaló que Teotihuacan fue el sitio ideal para aplicar un programa integral práctico de antropología, a partir de dos aspectos, la población y el territorio, lo anterior con ayuda de la Dirección de Antropología que fundó en 1917. Los resultados de sus primeras investigaciones los publicó en los tres tomos de La población del Valle de Teotihuacan (1922), “el primero, dedicado a la población prehispánica; el segundo, está dedicado a la población colonial; y el tercero, a la población contemporánea”.
La gran ciudad de Teotihuacan. Lo que sabemos en el siglo XXI
Por su parte, la colegiada Linda Rosa Manzanilla Naim, dictó la ponencia La gran ciudad de Teotihuacan. Lo que sabemos en el siglo XXI. Expuso que debido a la erupción del Popocatépetl hacia el 80 después de Cristo, los pobladores de Tetimpa, Apetlachica y Cruz del milagro, en Puebla, abandonaron sus localidades y llegaron al Valle de Teotihuacan: “Este fue el primer evento que causó un movimiento demográfico a esta ciudad, que se fue construyendo en el año 200 después de Cristo y a la que llegaron poblaciones de distintas procedencias”.
Agregó que Teotihuacan fue una excepción por su multietnicidad, debido a que había grupos oaxaqueños, michoacanos, veracruzanos, poblanos, tlaxcaltecas, hidalguenses, así como integrantes de la élite maya: “La tercera característica que lo hace especial es la enorme mancha urbana rodeada de sitios rurales, esto es una anomalía en el sistema de asentamiento”.
Otra de sus particularidades es que tenía un tipo de Estado al que la doctora Manzanilla Naim llamó pulpo, es decir, su cabeza estaba en la gran metrópoli y los tentáculos eran los corredores de sitios aliados: “La sociedad teotihuacana tuvo dos estrategias, una corporativa que vemos en la masa trabajadora, grupos de clase obrera que viven en conjuntos multifamiliares y no necesariamente están emparentados; y la posibilidad de que haya habido un consejo de cogobierno, pero los gobernantes vivían en palacios austeros”.
En palabras de la arqueóloga mexicana, los 22 centros de barrio de esta comunidad eran los más dinámicos. Había un espacio abierto para el tianguis, para hacer actividades del teñido de telas y para practicar el juego de pelota: “También llegó fauna foránea, entre ellos 14 especies de peces, cangrejos, cocodrilos, jaguares y moluscos marinos. Solo dos elementos tenían un control por su contenido simbólico: la mica de Ejutla de Oaxaca y la jadeíta de Guatemala”.
“Fue una ciudad articulada visualmente con los montes del horizonte. Lo construido y el paisaje natural eran armónicos. Existieron 3 grupos sociales en Teotihuacan: grupo étnico, grupo de oficio y grupo jerárquico, cada uno se identificaba con distintos atavíos y tocados. La identidad étnica la podemos encontrar en las prácticas funerarias de los centros de barrio”, sostuvo la arqueóloga.
Expuso que la caída de esta región la provocaron varios factores, entre ellos la contradicción entre la estructura corporativa del cogobierno y la estructura piramidal individualizante de las casas nobles de los barrios, una ruptura del pacto de la utopía incluyente: “La ineficacia de la burocracia administrativa de la ciudad y el impacto severo en su medio ambiente, así como una posible sequía”, finalizó.
Fuente: El Colegio Nacional