‘Esto no tiene precio, es tan importante como el emeritazgo’: Julia Tagüeña
La científica recibió recientemente la distinción como investigadora emérita de la UNAM, pero también el reconocimiento de sus estudiantes · “El emeritazgo es consecuencia de muchos años de trabajo y logros”, dijo en entrevista
Hace unos días, Julia Tagüeña se encontró con varios asientos vacíos en el aula del Instituto de Energías Renovables (IER). Es algo inusual, relata, puesto que el instituto en Temixco no tiene muchos lugares de esparcimiento u ocio alrededor, cuando los estudiantes llegan al IER “están atrapados”, bromea la científica.
Llegaron más tarde, con flores de parte de toda la clase para celebrar el recién anunciado emeritazgo de su profesora, la primera en recibir esta distinción en el IER. “Esto no tiene precio, es tan importante como el emeritazgo”, añade en entrevista la física, quien fue una de las nombradas como investigadora emérita en marzo pasado por el Consejo Universitario de la UNAM.
Esta fue sólo la primera sorpresa del día tras el nombramiento, que no es casualidad ni mucho menos una decisión improvisada por el organismo de la Universidad, sino es la culminación de un largo proceso de auscultación y evaluación que no es para menos, señala la científica, puesto que, “sin ninguna duda”, se trata de uno de los más grandes anhelos para los universitarios.
El pasado 14 de mayo, en el marco de una ceremonia del Día del Maestro y la entrega del Reconocimiento al Mérito Académico de la UNAM –realizada en el Palacio de Minería– Julia Tagüeña y otros destacados científicos recibieron oficialmente su distinción como eméritos. La física pronunció un discurso en su representación.
Días antes, pero posteriores al anuncio, Julia Tagüeña Parga me relató algunos aspectos de su trayectoria, anécdotas que se remontan al Año Internacional de la Física e ineludiblemente el trago amargo de haber atravesado un proceso legal en el que, al igual que otras 30 personas ligadas al sector científico –entre ex funcionarios, científicos y administrativos–, la FGR y Cona(h)cyt buscaron enviarle a un penal de máxima seguridad «por asociación delictuosa», caso resuelto una y otra vez a favor de los inculpados por el gobierno federal.
Todo eso quedó atrás, pero la sinceridad y el aroma de estas flores de primavera persisten, junto con que simbolizan.
Una carrera en evaluación
“Los académicos decimos que somos los más evaluados en el país”, señala Tagüeña, quien fue evaluada de manera especial para alcanzar el emeritazgo, puesto que se trató del análisis de su carrera científica y académica. Ésta, recuerda, tiene su escalafón y desarrollo desde que egresan los alumnos y sólo a través de la evaluación por pares se logra la promoción.
“Creemos en la evaluación porque se relaciona además con el método científico: tienes que validar las cosas que haces, probando que lo has hecho bien. A lo largo de la carrera académica hay un escalafón en el que asciendes y al final de esa escalera se ve la posibilidad de ser emérito como algo verdaderamente maravilloso”. El reconocimiento otorgado a estos científicos y científicas es el de una trayectoria completa, agrega. “El emeritazgo es consecuencia de muchos años de trabajo y logros, diferentes resultados a lo largo de tu carrera”.
Con sencillez, Tagüeña Parga recuerda que, al revisar su currículum y semblanza para respaldar la propuesta de su emeritazgo, se dio cuenta de que efectivamente “he hecho muchas cosas”, no sólo en la docencia e investigación, sino también en la divulgación de la ciencia y en la administración, puntos que tocamos más adelante.
De Oxford a minería
Para la distinción, explica, primero se requiere de la aprobación del consejo interno de cada institución, que evalúa la postulación; posteriormente se requiere de cartas de apoyo de colegas que la fortalezcan. Después, la postulación pasa por otros procesos y áreas hasta llegar al Consejo Universitario. Todo puede tardar entre tres y cuatro años, acota.
El pasado 14 de mayo, Julia compartió distinción con otro físico, Arturo Menchaca, ex director del Instituto de Física, ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y uno de los artífices principales de los detectores de partículas que monitorean el Popocatépetl, las pirámides de Teotihuacán, así como de una de las primeras tecnologías mexicanas en implementarse en el Gran Colisionador de Hadrones. Pero antes de todo esto, el té.
Menchaca y Tagüeña no sólo compartieron generación y estudiaron física en la UNAM, sino que además hicieron su posdoctorado en la Universidad de Oxford, Reino Unido; años más tarde, con sus carreras consolidadas se volverían a encontrar el Año Internacional de la Física. Coincidentemente, durante el proceso de solicitud de cartas para el emeritazgo, rememoraron viejos tiempos.
“Arturo y yo nos reíamos porque él me dio una carta de recomendación y yo a él.
–¿Qué decían sus cartas?
–Arturo y yo nos conocemos desde hace muchos años, para empezar ambos somos físicos y los dos hicimos el doctorado en Oxford. Yo llegué cuando él estaba terminando, pero fue muy gentil conmigo. Recuerdo bien que me llevó a donde iban a tomar el té –porque si no, no estás en Inglaterra–, en el Instituto de Física Nuclear. Posteriormente, colaboramos en el Año Internacional de la Física (2005), que conmemoró los 100 años de publicaciones principales de Einstein.
Las cartas relatan el momento en que ella fue directora de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia y él del Instituto de Física, de la alianza que hicieron en 2005 para festejar el Año, “y la verdad lo hicimos súper bien”. Con la participación del Dr. Chunga (personaje cómico de Andrés Bustamante), conferencias de Premios Nobel, anfitriones en Universum vestidos de Einstein, charlas en secundarias y preparatorias, y la participación de muchos jóvenes, establecieron una colaboración “estrecha y exitosa que, nos gusta pensar, promovió mucho la física en México”.
“Humanidades…”
La científica ha realizado investigación del estado sólido, óptica y electrónica, entre otros; fue una de las fundadoras del ahora IER. Por su interés en la divulgación de la ciencia, encabezó la DGDC, la Red Pop y la Somedicyt, entre otros y, recientemente fue reconocida con el Premio TWAS, por esta labor. Posteriormente, se desempeñó como Directora Adjunta de Conacyt: “pensé que me tocaba regresar al país todo lo que me había dado”. Concluida esta función administrativa en el sexenio anterior, Tagüeña fue electa como coordinadora del Foro Consultivo Científico y Tecnológico A.C., cargo honorífico que duró poco junto con el resto de la organización, puesto que Conacyt retiró los recursos que lo sostenían.
Poco después ocurrió el cisma entre el Foro Consultivo y Conacyt y la denuncia de esta dependencia realizada con la Fiscalía General de la República para encarcelar a 31 personas vinculadas a la organización civil y el consejo que le añadió la H de “humanidades” a su narrativa.
–¿Cómo percibe el emeritazgo en contraste con este momento?
–Estamos hablando de una trayectoria de muchos años. Tuve días tumultuosos en los últimos años, inesperados –jamás imaginé tener un problema de este tipo–, pero que no están relacionados para nada con el emeritazgo. Mi instituto mete mis papeles antes de que comiencen estos problemas, no están relacionados. Mi emeritazgo no tiene que ver con este asunto desagradable, pero también sería absurdo pensar que no pasó. Durante este lapso, el asunto se resolvió totalmente: mientras pasaba por comisiones todo mi expediente tuve este problema y se resuelve completamente de manera satisfactoria, se sobresee el caso y entonces puedo cerrar esa etapa y olvidarme de ella, al menos en mi estado de ánimo. No obstante, tampoco puedo ignorar que sucedió. Es un detalle en toda una vida totalmente diferente, donde he tenido muchas oportunidades, satisfacciones y de retos, pero de otro tipo. Este asunto queda atrapado en medio, pero termina y el emeritazgo continuó sin problema.
Reconstruir el sistema de ciencia
La científica enfatiza que la mirada y esfuerzos deben ponerse en el futuro y dejar el pasado ahí. De igual manera para el sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI), que también ha sufrido embates que no se auguraban a inicios de este sexenio.
“Hemos pasado por una época complicada para la ciencia en su más amplio espectro, en el sistema de CTI, que ha atravesado una etapa de retroceso. Lo que esperaría es una reconstrucción; claro, es más fácil destruir que construir y han destruido muy rápidamente cómo funcionaba el Conacyt, pero tampoco debemos ir al pasado, sino a futuro, pensar hacia el siglo XXI donde muchas cosas han cambiado”.
Optimista desde la voluntad, Tagüeña, avizora una reconstrucción, pero no de lo que había monolíticamente, sino de lo que puede recuperarse para una estructura acorde a los nuevos tiempos y que brinde un entorno propicio para que los jóvenes vean la carrera científica como una opción, esa misma que sus estudiantes buscan.
“Puede sonar muy cursi, pero está en ellos el futuro y muchos de los problemas que han sucedido en los años recientes los han afectado fuertemente porque quieren ser científicos. Debemos encontrar un mecanismo para protegerlos, darles buenos trabajos y permitir que México se desarrolle, porque sin ciencia no hay futuro”.
La cereza en el pastel, el pastel
La científica realiza un último apunte que nos regresa a aquel día en Temixco, cuando sus alumnos le llevaron flores, se trató de la segunda sorpresa del día.
Al terminar su clase, relata, llegaron alumnas que pertenecen al grupo de mujeres académicas del instituto; traían un pastel que en su merengue no decía la palabra “felicidades”, sino “gracias”, como significado de la oportunidad y brecha que ha abierto a las jóvenes científicas de la institución.
“Nos lo comimos entre todos por supuesto, pero su punto fue que el primer emérito del IER es una mujer, algo importante y que marca una pauta en el instituto. Permite que estas chicas –que son buenísimas estudiantes– tengan oportunidades como investigadoras. Esta vivencia interna del instituto y el de las mujeres jóvenes me hace sentir que todo ha valido la pena y que debemos seguir adelante para que muchas más sean eméritas de la UNAM”.
Fuente: cronica.com.mx