Aún sigue siendo necesario que salgan a la luz los documentos oficiales sobre la verdadera causa de muerte del compositor
Piotr Ílich Chaikovsky “es de los pocos compositores de música clásica de todos los tiempos que han sido tan queridos y siguen siendo preferidos por el público en todo el mundo: en América, en Europa, en Asia”, dijo el médico y académico Adolfo Martínez Palomo, miembro de El Colegio Nacional, al continuar el ciclo de conferencias-concierto Músicos y Medicina.
Aún así, explicó durante la charla “Piotr Ílich Chaikovsky. Sinfonía Patética”, la muerte del compositor ruso está marcada por la duda: inicialmente fue aceptado que el cólera le llevó a la muerte, aunque también es posible que la causa de su deceso haya sido el suicidio o el asesinato.
“Lo único realmente seguro que podemos afirmar hasta ahora es que no hay pruebas definitivas del suicidio, como tampoco las hay del cólera. Sin embargo, yo concluyo, al tomar en cuenta los síntomas de la agonía y muerte del compositor, que el envenenamiento es la hipótesis más plausible“, sostuvo el colegiado durante la jornada, que incluyó un recital a cargo de la mezzosoprano Verónica Alexanderson y el pianista Sergio Vázquez.
En el Aula Mayor de El Colegio Nacional, Martínez Palomo manifestó que aún sigue siendo necesario conocer los documentos que puedan comprobar la verdadera causa del fallecimiento de Chaikovsky. “Estas y otras dudas encontrarán respuesta cuando los documentos sobre el tema, guardados celosamente por el gobierno ruso, sean dados a conocer algún día. Mientras esté el señor Putin en el poder, nos vamos a esperar sin saber cuál fue la verdad”.
Chaikovsky, autor de sinfonías, óperas, ballets y conciertos, nació en una pequeña población de los Urales, Vótkinsk, el 7 de mayo de 1840. “Su padre, de nombre Ilya Petrovich Chaikovsky, hombre amable, confiable y sentimental, no tenía interés particular por la música, pero era un apasionado del teatro. Era director de las minas de hierro de la región, disponía de una casa confortable, muchos sirvientes, e inclusive, tenía una guardia privada compuesta por 100 cosacos”.
Chaikovsky “creció bajo el cuidado y el cariño no tanto de su madre, sino de su institutriz, de su nana, una joven suiza-francesa de nombre Fanny Dürbach, con quien muy pronto Tchaikovsky aprendió, además del ruso, francés y alemán. El padre despertó en el pequeño Piotr la pasión por la música cuando trajo a la casa un instrumento raro, que se llama orquestión: una máquina que produce música y puede sonar como una orquesta, con la que él se deleitaba escuchando trozos de óperas de Mozart, en particular Don Giovanni,”.
Su institutriz, Fanny, lo describió como un niño de porcelana. “Desde pequeño mostró un temperamento hipersensible al escribir poemas y, cuando tenía cuatro años, a su madre se le ocurrió una buena idea: contratar a una profesora de piano con gran provecho del niño, aunque nada hizo suponer durante la infancia de Chaikovsky que tendría un futuro importante en la música”.
Un suceso significativo le marcó, sin embargo, a los 14 años. Su madre murió de cólera y entonces inició la escritura de sus primeras composiciones. Otro factor fue definitivo en su vida: “Tuvo muchos momentos difíciles por su atracción hacia los individuos del mismo sexo”.
“No fue sino hasta los 30 años, cuando su fama como compositor empezó a cimentarse dentro y fuera de Rusia. Y el primer gran éxito fue una obertura, Romeo y Julieta, una obra que combina en forma notable la música de programa con la rigurosa tradición sinfónica. A pesar de la pesada carga que tenía Chaikovsky como profesor, en su primera década como músico profesional compuso otras obras importantes: tres sinfonías, tres óperas, un ballet, así como tres cuartetos para cuerdas y un gran número de canciones y piezas para piano”.
A pesar del talento y de que “era bien parecido, según los que lo conocieron: ojos azules, barba cuidada, canas prematuras, siempre vestido con elegancia, tímido, extraordinariamente educado”, siempre fue propenso a la depresión, al llanto y al alcohol. “Su vida estuvo llena de incidentes que denotaban un temperamento neurótico con fases depresivas.
Estas características, aunadas al abuso del alcohol y del tabaco, a las jornadas de creación agotadoras y a los viajes extenuantes realizadas en giras como director de orquesta, le dieron por resultado, hacia los 50 años, la apariencia física de un individuo de mucha más edad’.
La última cena de Chaikovsky
A pesar de las pesadumbres de una vida acelerada por la fama, Chaikovsky gozaba de cabal salud a los 53 años. El “miércoles 1 de noviembre de 1893, Chaikovsky asiste a una representación teatral en el Teatro Alejandrinsky de San Petersburgo. Al terminar la función, cena en un restaurante macarrones y bebe agua mineral y vino blanco. “En cierto momento de la cena, según una versión, el compositor solicita un vaso de agua”.
De acuerdo con Adolfo Martínez Palomo, a pesar de que se le advierte que se cerciore si el agua esté hervida, bebe el vaso completo. “Una semana después, muere después de atroces ataques de diarrea, cólicos y vómitos. Rusia, y con ella toda Europa, se enteran consternadas de la desaparición del gran compositor, víctima del cólera, según la historia oficial, y esta es la historia que ha apoyado el mismísimo Putin. La versión oficial es que fue el cólera, que había afectado en proporciones epidémicas a la ciudad de San Petersburgo”.
Las dudas sobre la verdadera causa del deceso del compositor ruso llegaron rápidamente, en primer lugar, porque el cólera había sido la causa de la muerte de su madre y, en segundo lugar, porque la enfermedad afectaba principalmente a las clases más desfavorecidas. “Era absolutamente impensable que uno de los miembros más destacados de la sociedad rusa muriera como un pobre desvalido a consecuencia de lo que se consideraba como una infección intestinal propia del vulgo“, señaló el colegiado.
“Es difícil aceptar que la sociedad rusa haya obligado a Chaikovsky al suicidio por su homosexualidad, pero más difícil es estar de acuerdo con la posibilidad de que murió por cólera. Y yo me permito afirmar al igual que varios biógrafos y que los tres médicos que han revisado este caso, un ruso y dos alemanes, que murió por arsénico. Ahora comprobar que el arsénico se lo dieron o él lo tomó, es decir, si fue un asesinato o un suicidio, no lo sabemos”.
A decir de Martínez Palomo, los biógrafos del compositor coinciden en afirmar que el ruso sentía dolores atroces en sus últimas horas, “dolores que lo hacían gritar y el cólera tradicionalmente ha sido aceptado como una enfermedad mortal, pero no dolorosa. Y el otro es las náuseas que tampoco se dan. Entonces, desde el punto de vista estrictamente médico, que no ha sido analizado por muchos otros biógrafos, para la medicina, Chaikovsky murió envenenado, por algo que pudo haber sido arsénico que, insisto, sin saber si él lo tomó o se lo dieron forzado”.
“Lo único seguro que podemos afirmar es que no hay pruebas definitivas del suicidio, como tampoco las hay del cólera. Sin embargo, yo concluyo, al tomar en cuenta los síntomas de la agonía y muerte del compositor, el envenenamiento es la hipótesis más plausible”, concluyó.
Al término de la ponencia de Martínez Palomo, la mezzosoprano Verónica Alexanderson, ofreció un recital, acompañada al piano por Sergio Vázquez, que incluyó la interpretación de selecciones de Las estaciones. Op. 37 para piano solo: “Febrero” (carnaval), “Marzo” (canto de la alondra), “Junio” (barcarola), “Agosto” (la cosecha), “Octubre” (canción de otoño) y “Diciembre” (navidad).
El recital incluyó las canciones: Era temprano en la primavera; De nuevo, como antes, sola; Solamente un desolado corazón y En una sola palabra, así como el aria Adiós bosques, de la ópera “Jeanne d’Arc”.
Fuente: El Colegio Nacional


Deja una respuesta