El megalitismo es de una profundidad humana que trasciende a regiones concretas: Leonardo García Sanjuán
El megalitismo es “la práctica de monumentalizar y conmemorar sitios mediante la erección de monumentos hechos con grandes piedras”, señaló el especialista español
Desde hace cuando menos 15 años, el arqueólogo español Leonardo García Sanjuán ha encabezado la investigación en torno a dos regiones del sur de España que cuenta con construcciones megalíticas, una de ellas está datada con una antigüedad de entre seis mil y cinco mil años: se trata del Dolmen de Menga y el Tolos de Montelirio, y ambos fueron tema de su conversación en la sesión del 25 de febrero transmitida en vivo como parte del ciclo La arqueología hoy, coordinado por Leonardo López Luján, miembro de El Colegio Nacional.
“El megalitismo es un fenómeno de orden antropológico, de una relevancia humana tan amplia, por sus escalas temporales y geográficas, que trasciende mucho lo que pueden ser procesos o fenómenos culturales de regiones concretas, al grado que encontramos sociedades que han practicado el megalitismo, distribuidas por todo el planeta”, a decir del investigador de la Universidad de Sevilla.
Bajo el título de Las grandes piedras de la prehistoria: avances recientes en la investigación del megalitismo en España, el especialista definió al megalitismo como “la práctica de monumentalizar y conmemorar sitios mediante la erección de monumentos hechos con grandes piedras.”
Si bien reconoció que no existe un umbral definido de qué es una gran piedra, porque puede haber muchos monumentos en distintas partes del mundo, construidos con piedras muy variables, en principio sí se podría pensar que una gran piedra, “sin intentar dar parámetros más precisos desde el punto de vista empírico, sería aquella que requiere la cooperación de múltiples personas para ser movida: una piedra de varias toneladas.”
“De hecho, una característica del fenómeno megalítico es la diversidad morfológica de las creaciones que se observan en el mundo, en distintos periodos históricos y prehistóricos, y en distintas regiones, que nos hace ver que esta visión general puede albergar soluciones específicas muy diversas.”
En la actualidad, el monumento megalítico más antiguo que se conoce, un descubrimiento arqueológico relativamente reciente –de los últimos 20 años—es el sitio de Gobeki Tepe, en Turquía, el cual se ha convertido en una fuente de sorpresas para la comunidad científica interesada en las formas más tempranas de complejidad social y, en este caso, en las formas más tempranas de arquitectura en piedra.
Un complejo que se data entre el décimo y el noveno milenio antes de nuestra era y que incluye monolitos que, en algunos casos alcanzan ocho metros de altura y que pesan varias decenas de toneladas; a partir de ese desarrollo temprano, el más antiguo del que se tiene constancia hasta el momento, se puede observar que, de forma independiente en muchas otras regiones del mundo, “ideas parecidas fueron llevadas a la práctica, construyendo monumentos de diversa morfología y de muy diverso tamaño.”
Dos formas de entender el pasado
Leonardo García Sanjuán centró su plática en dos construcciones ubicadas en el sur de España: el Dolmen de Menga y el Tolos de Montelirio: el de Menga se data en el periodo neolítico final, hace seis mil años, y el Tolos que es una construcción unos mil años posterior y que se sitúa en el periodo de la Edad del Cobre, aproximadamente cinco y cuatro mil años antes del presente.
“En sí mismas son excepcionales y están deparando unos datos y unas evidencias que nos están ayudando a cambiar de una manera bastante significativa los conocimientos que teníamos sobre el fenómeno megalítico en Europa Occidental y los procesos sociales y culturales a los que estuvieron asociados.”
Y es que ambos forman parte de dos sitios arqueológicos que incluyen otras construcciones y otros elementos amplios y bastante importantes: en el Tolos de Montelirio se encuentra la zona arqueológica Valencina de la Concepción Castilleja de Guzmán, muy cerca de la ciudad de Sevilla, que hace cinco mil años era un medio geográfico y ecológico muy distinto de lo que existe en la actualidad, “con un gran golfo marino que entraba varios kilómetros en tierra adentro y que penetraba unos 11 kilómetros río arriba de lo que ahora es el Río Guadalquivir, a su paso por la ciudad de Sevilla.”
“El sitio es uno de los referentes actuales más importantes para estudiar la Edad del Cobre en la Península Ibérica”, enfatizó el arqueólogo español.
Unos 150 kilómetros hacia el este, se encuentra el gran paisaje megalítico de Antequera, dentro de la provincia de Málaga, que incluye varios monumentos megalíticos y un paisaje de primer orden, región de la cual se debe destacar su posición geográfica y geoestratégica, Andalucía, en el sur de España.
“Un lugar de paso o puente entre el norte de África y Europa, y entre el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, una condición que ha marcado mucho la historia de esta región, enriqueciéndola de una forma sustantiva debido a la alta conectividad que la región ha tenido siempre en medio de dos continentes y de dos masas de agua.”
A lo largo de su conferencia, Leonardo García Sanjuán se refirió a distintos elementos que caracterizan a ambos sitios, no sólo por su arquitectura, sino por la importancia para sociedades posteriores, porque se han encontrado distintos elementos funerarios, en algunos casos tumbas de la antigüedad romana, y estructuras hidráulicas que reflejan su importancia para entender su complejidad social y cultural, a pesar de ser monumentos milenarios.
Menga y Montelirio, pertenecen al conjunto de los dólmenes de Antequera (Málaga), incluido en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2016, y al megasitio de la Edad del Cobre de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán (Sevilla).
Previo a la plática del arqueólogo español, el colegiado Leonardo López Luján ofreció un breve acercamiento a lo que podrían considerarse las construcciones megalíticas de los pueblos prehispánicos, con especial atención en las técnicas o procedimientos del desplazamiento y transporte de los megalitos, lo que no resultaba nada sencillo.
Fuente: El Colegio Nacional