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El español como lengua de independencia invisibilizó a los indígenas: Concepción Company Company

Desde las primeras décadas del siglo XX, estamos asistiendo a un proceso de afianzamiento de la lengua española “como lengua patrimonial de nuestra identidad”

La “aceleradísima expansión” que la lengua española tuvo en América, y especialmente en el país, durante el siglo XIX, provocó que las independencias americanas y la de México, fueran “construidas, narradas, escritas y oficializadas” en lengua española, dejando tras de sí un claroscuro de invisibilidad para los pueblos indígenas, afirmó la lingüista Concepción Company Company, miembro de El Colegio Nacional, como parte del curso Los claroscuros de América. Lengua, historia y cultura.

En el Aula Mayor de la institución, y también transmitida vía redes sociales, la colegiada ofreció la sesión El mestizaje lingüístico. La lengua de la Independencia, en la cual agregó que la irrupción cabal de la lengua española, así como, posteriormente, las reformas de Benito Juárez e Ignacio Comonfort, fueron “el remate de las lenguas indígenas”.

“La gran paradoja, y ese es el claroscuro de esta conferencia, es que a mayor integración de español y de las lenguas indígenas, particularmente el náhuatl, con unos efectos de profundísima simbiosis, se da mayor discriminación social y cultural de los pueblos indígenas, se vuelven invisibles, ese es el claroscuro de la lengua de la Independencia, es un español de México muy indigenizado, mestizado, sin duda, pero los indígenas se vuelven invisibles”, dijo la especialista.

El hecho de que el español se convirtiera en una lengua de Independencia fue “un fenómeno progresivo, los cambios lingüísticos nunca funcionan por decreto de minorías, son los protagonistas de los cambios lingüísticos, somos todos los usuarios de la lengua, los que vamos por las banquetas, en camión, en coche; el mundo de las lenguas se construye con los hablantes no con las minorías que decreten que se va a hablar así o asado”.

Ese fenómeno gradual, explicó, es conocido como dialectalización progresiva; en este caso, “significa que el español de México se convierte en un dialecto propio, una variante propia, con una identidad propia frente al español de España, frente al de Bolivia, al de Perú, y lo mismo pasó con las otras independencias americanas”.

El antecedente directo del español como lengua de Independencia, agregó, se dio en la segunda mitad del siglo XVIII “y tiene que ver con un hecho político importante que es el centralismo que imponen los Borbones cuando acaba la dinastía de los Austria a finales del siglo XVII; los Borbones se dan cuenta de que América, los virreinatos, las gobernaciones, las capitanías, los reinos, se les estaban saliendo del huacal, y entonces intentan imponer un sistema centralismo e imponen las Leyes de Reforma borbónicas, traídas por el virrey Gálvez en 1754”.

Esas leyes ocasionaron una convivencia entre los pueblos indígenas y los españoles, hasta entonces separados. “Empiezan las enormes migraciones de indígenas a las ciudades porque se rompe el sistema de pueblos de indios y de pueblos españoles; se ven desposeídos de sus tierras, y la migración, yo he dicho que la primera gran ciudadanización de los pueblos indígenas empieza a partir de 1760, y empiezan unas convivencias cotidianas, estrechísimas entre indígenas y criollos, empieza un mestizaje racial también y lingüístico en consecuencia”.

A la par, sobre todo entre los criollos, surge un arraigado sentimiento americanista: “El siglo XVIII multiplica con creces el uso cotidiano de indigenismos, respecto del siglo XVI, y la respuesta criolla de los novohispanos al centralismo borbónico es esta famosa frase de ‘se acata, pero no se cumple’, y esa frase se replica en los otros países de América, con una gran conciencia de que son americanos, que tienen, aun siendo nombrados como españoles, un estatus de segunda”.

El ser americano

“¿Cuándo empezamos a ser americanos y de manera particular, mexicanos?”, se preguntó la lingüista durante la lección. “La palabra América aparece muy tempranamente en mapas y en cartas de navegación, desde finales del siglo XV, inicios del XVI”. En tanto, la conciencia de ser americano surge 130 o 140 años después en unos fragmentos de Fray Antonio de Tello, escritos en 1650.

“Treinta o cuarenta años después, Sigüenza y Góngora es el primero que lo usa como orgullo de ser americano, en 1680, esta aparición de americano va de la mano del progresivo proceso de dialectalización o mexicanización, del español de México, del que hoy hablamos, de los muchos españoles de México”.

En el fenómeno lingüístico, explicó, coexisten dos fuerzas que generan una dialéctica para crear la identidad lingüística. “Esa dialéctica nunca está equilibrada, por un lado, hay unas fuerzas centrípetas en donde todos nos movemos hacia las mismas dinámicas, a hablar igual que el otro o que los otros, y eso agiliza la comunicación, globaliza, aunque no nos guste el término, genera un mundo más integrado, más de español general”.

Simultáneamente, “hay unas fuerzas centrífugas que hacen que se afiance la identidad, que hablemos como mexicanos, que nos sintamos orgullosos de hablar como mexicanos y eso respalda la dialectalización, respalda la identidad de la mexicanidad porque privilegiamos los usos lingüísticos de la zona, evidentemente cuando salimos de nuestra colonia o de nuestra ciudad empiezan a funcionar más las fuerzas centrípetas para entendernos con el colombiano, o con el español, con el peruano, o con el chileno, y cuando regresamos a nuestra casa ejercen más fuerza las centrífugas y funcionamos como mexicanos”.

Con la toma de conciencia de los criollos de su identidad americana, se empieza a escribir y a hablar como mexicanos, “ese es un periodo de pre independencias”. Pero aún más, en el siglo XVIII, “contribuye con esa dialectalización que empieza a desarrollarse el barroco americano, que es propio, distinto, ese mestizaje del arte es parte de la dialectalización, del criollismo, del profundísimo mestizaje que se está dando en el XVIII y, finalmente, contribuye la Ilustración del siglo XVIII, somos hijos de la Ilustración, aparece la prensa americana y la prensa es un gran difusor de afianzamiento, de usos y costumbres mexicanas, el primer periódico de América es la Gaceta de México, cuyo primer número corresponde a 1721”.

A finales del siglo XVIII, México contaba con poco más de seis millones de habitantes, cuyo 70 por ciento correspondía a población indígena, mayoritariamente rural, “hasta que se propagan las reformas borbónicas y los indígenas migran” y, por tanto, su lengua permea al español.

“La lengua española construye la nación y la nacionalidad y la identidad mexicanas, pero curiosamente es una lengua española profundísimamente mestizada con lenguas indígenas, principalmente el náhuatl”.

Los dos procesos que forjan la lengua de la Independencia, agregó, son “la profundísima simbiosis léxico sintáctica que muestra un profundo mestizaje racial, étnico, lingüístico; y el progresivo cambio de estatus del español hasta convertirse en lengua patrimonial y los dos procesos van de la mano, es difícil deslindar uno de otro, a medida que más se mestiza el español, más patrimonial se vuelve para México”.

“La Independencia tuvo lugar en septiembre de 1810, se consumó en 1821, pero la Independencia empieza a verse en los textos, en la literatura, mucho antes; desde la segunda mitad del siglo XVIII estamos viendo que aquella gente escribe como mexicana, a lo largo de todo el siglo XIX se afianzan los usos y empleos de la lengua española como mexicanos, e incluso, en las primeras décadas del siglo XX, estamos asistiendo a un proceso de afianzamiento de la lengua española como lengua patrimonial de nuestra identidad”, explicó Concepción Company Company.

Fuente: El Colegio Nacional