El ejercicio mejora las habilidades cognitivas y disminuye el riesgo de padecer Alzheimer
En palabras de Carmen Vivar: el ejercicio a largo plazo incrementa la sobrevivencia de las nuevas neuronas, lo que significa su permanencia en un periodo mucho más prolongado que en condiciones sedentarias
El ejercicio mejora las funciones cognitivas y los estados emocionales. Además, tiene un impacto positivo en todos los seres humanos, aseguró Carmen Vivar, miembro del Laboratorio de Neurogénesis y Neuroplasticidad del CIVESTAV, en la mesa Ejercicio, cerebro y salud, durante la primera sesión del ciclo Las neurociencias en México y el mundo, coordinado por el colegiado Pablo Rudomin y Ranier Gutiérrez.
De acuerdo con la experta, la población mundial está creciendo de manera acelerada, lo que tendrá un impacto en la salud pública, la economía y la sociedad. “Desde el 2015, se sabía que el porcentaje de individuos mayor a 60 años era superior al 12.3%, es decir, 901 millones de personas. Se estima que para 2030 esta población será del 16.5%, pero para el 2050 llegará al 21.5%, alrededor de 2 mil 92 millones de personas”. Esto establece que el envejecimiento es el resultado de la acumulación de daños celulares y moleculares, manifestándose en el deterioro gradual físico y mental.
“Este deterioro dependerá de muchos factores: genéticos, ambientales, sociales, psicológicos y de estilo de vida”. Para la especialista en mecanismos de neuroplasticidad inducidos por el ejercicio, la salud mental es importante para el bienestar emocional, psicológico y social de una persona. Vivar comentó que algunos estudios han demostrado que este desgaste inicia a edades tempranas siendomás evidente después de los 60 años. “Las enfermedades neurodegenerativas se desarrollan 20 o 30 años antes de que se perciban cambios cognitivos”.
Agregó que una de las regiones del cerebro más importantes en el proceso cognitivo es el hipocampo. A medida que los seres humanos envejecen, el volumen de su hipocampo disminuye. Desafortunadamente no hay medicamentos que logren detener este desgaste.
“Al no haber medicamentos, ahora se trata de estudiar cuáles son los factores que van a determinar esos riesgos y se han divido en dos tipos: los no modificables, que son los genéticos, y los modificables, aquellos que podemos cambiar con nuestro estilo de vida”. Según el reporte de Lancet 2020, existen 12 factores de riesgo para desarrollar demencia temprana (menor de 45 años) y tardía (mayor de 65). Entre los factores de la primera etapa se encuentran los individuos que no tuvieron educación o tuvieron déficit en ellay se calcula que son alrededor del 7% de los habitantes.
Explicó que a mediana edad existen factores como la pérdida auditiva, el daño traumático cerebral, la hipertensión, el alcohol y la obesidad. En la edad tardía, el fumar, la depresión, el aislamiento social, la inactividad física, la contaminación del aire y la diabetes. Realizar cambios en el estilo de vida podrían beneficiar a los procesos cognitivos, por ejemplo, “cambiar la vida sedentaria por actividad física puede disminuir en un 10% el riesgo del desarrollo de alguna demencia”.
De acuerdo con estudios realizados en un laboratorio, se encontró que ejercicios como caminar 40 minutos diarios incrementa el volumen del hipocampo, también mejora el control ejecutivo, el procesamiento controlado, la memoria espacial y la velocidad perceptual. Del mismo modo, mejora las habilidades cognitivas, como la de manejar un automóvil manual: “El ejercicio disminuye el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer y aumenta la transmisión de las señales entre las neuronas”.
En palabras de la experta, la actividad física también aumenta la vasculatura cerebral en el giro dentado del hipocampo. “Esta parte cuenta con una tarea muy especial porque, a diferencia del cerebro, tiene la capacidad de generar neuronas aún en una etapa adulta”. Lo anterior se descubrió en ratas en 1965, pero fue hasta 1998 que se logró demostrar la afirmación en primates y humanos. “Estas neuronas nuevas se utilizan en el patrón de separación, es decir, para la habilidad de discriminar entre dos experiencias o situaciones similares”.
“Debido a que hay un incremento en la neuroactividad, en las áreas de la corteza cerebral, hacer ejercicio genera una red neuronal con las nuevas neuronas”. El ejercicio a largo plazo incrementa la sobrevivencia de las nuevas neuronas, significa su permanencia en un periodo mucho más prolongado que en condiciones contrarias, finalizó la experta.
En la sesión, transmitida en vivo el 20 de febrero por las plataformas digitales de El Colegio Nacional, participó Demetrio Villanueva Ayala del Laboratorio de Análisis de Movimiento, perteneciente al Centro de Rehabilitación e Inclusión Infantil Teletón Estado de México, quien se refirió a las evaluaciones biomecánicas funcionales, en particular a la interacción entre las fuerzas empleadas en el movimiento y el sistema nervioso.
El experto en biomecánica expuso que se busca que la actividad física, entendiéndola como el movimiento en las actividades de la vida diaria y el ejercicio por sí mismo, tenga un impacto en el sistema nervioso a partir del estímulo del uso muscular. “Si esto sucede, entonces los hallazgos nos sugieren un beneficio en la salud, en la calidad de vida, en el aprendizaje, la memoria y las emociones. Resulta muy prometedor y provoca el hacer ejercicio si uno tiene claros estos beneficios”.
Explicó que el movimiento humano se genera a través de muy complejas interacciones entre los músculos y las fuerzas externas como la gravedad. “Para que el movimiento se logre es necesaria la participación de un sistema de control, que es el sistema nervioso central y periférico; un adecuado funcionamiento del sistema metabólico, que proporciona la energía; así como el sistema de transmisión, que se refiere a músculos, tendones, huesos, articulaciones y tejidos conectivos”. Cuando todos funcionan de manera organizada generan estímulos mecánicos, que se traducen en fuerzas, que a su vez generan un estímulo al sistema nervioso periférico.
Sostuvo que, de manera específica, cuando las personas caminan hacen contacto constante con el piso, “de esa manera el órgano tendinoso de Golgi y el uso muscular lo detectan como tensión o cambios de longitud y envían esa información al sistema nervioso central, parte de esa información se retroalimenta y hay un circuito de actividad con la información sensorial”. En este sentido, los músculos cobran un papel relevante, porque son éstos los generadores de fuerza dentro del cuerpo humano. Esa fuerza, que interactúa con las fuerzas externas, genera la información que necesita el sistema nervioso para funcionar de manera adecuada, detalló el especialista.
“La presión que se genera en los pies es lo que recibe el sistema nervioso, con esa información empieza a organizar el movimiento, lo que va a registrar el sistema nervioso son las fuerzas y cómo se distribuyen”, comentó el ponente. Expuso que el reto clínicamente es medir esos datos y saber cómo se puede hacer una distribución de fuerzas entre pie derecho y pie izquierdo: “Esto es parte del trabajo de rehabilitación física o fisioterapia”.
“Si medimos el reclutamiento y la dirección que llevan esas fuerzas podemos establecer dosis de trabajo en procesos de rehabilitación, dosis de trabajo en procesos de entrenamiento para mejorar el desempeño deportivo y, entonces, reducir los factores de riesgo deportivo y de riesgo de lesión, así como mejorar el desempeño durante las actividades de la vida diaria”, concluyó el ponente.
Fuente: El Colegio Nacional