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El axolote es un animal aguerrido y valiente, testigo de la historia de México: Horacio Mena

Es una especie que tiene mucho que enseñarnos, como su pasividad · Preservar su ecosistema en Xochimilco y la cultura chinampera es imperante, señala el científico de la UNAM

Horacio Mena es –en voz del investigador Luis Zambrano– el científico que mejor conoce al axolote en cautiverio. A lo largo de década y media ha dedicado su trabajo al conocimiento fisiológico del animal, ha desarrollado protocolos de manejo para otros laboratorios y ha contribuido en la generación del conocimiento para su reintroducción en su ecosistema.

En entrevista, el académico del Instituto de Biología (IB) de la UNAM expresa por qué el mexicano tiene cosas qué aprender de esta especie, como la paciencia; por qué su historia, desde la época prehispánica, la hace una especie valiosa y resiliente, emblemática más allá de haber sido estampada en los billetes de 50 pesos (¿alguien lo ha visto?) y por qué tiene características positivas que no aparecen en ejercicios literarios como “La jaula de la melancolía” de Roger Bartra.

Se ha simbolizado de diferentes formas, no obstante, para Horacio Mena el axolote es, sobre todo, un animal “aguerrido”. Para comprender esto, el académico hace un brevísimo recorrido a través de la historia del anfibio y este país, desde la época prehispánica hasta nuestros días:

Fue considerado un dios paciente que nadaba entre las chinampas con los xochimilcas, donde si bien se lo comían –primordialmente la nobleza– había un equilibrio ambiental. Llegó la Conquista y se fulminó la cultura que lo enalteció; la ciudad se transformó hacia el cemento, la contaminación y la búsqueda de la desecación que relegó una cultura y un ecosistema, el de una especie que pasó de ser una deidad a la nada.

Muchos años después se revaloró al axolote tras las intervenciones francesas, relata el investigador del Laboratorio de Restauración Ecológica (LRE) del IB-UNAM. Se lo llevó Alexander von Humboldt y se hizo su descripción científica por primera vez; se regalaron especímenes en Europa y se difundió su existencia. Su estudio en Europa, junto con el de otros anfibios, desató el boom del acuarismo.

Tras la segunda invasión francesa, investigadores franceses se llevan consigo diversas especies, entre ellas el axolote, y la gestión en torno a esa comisión científica da las bases para la creación de la primera escuela de biología en México. “¡El axolote también estuvo ahí!”.

Años más tarde, este anfibio atravesó el imaginario y obra de artistas como Diego Rivera y José María Velasco –quien descubrió otra especie: el axolote del altiplano (Ambystoma velasci). Décadas después, el anfibio estuvo presente en la literatura, las artes y las ciencias del país, aunque se perdió en el imaginario de los mexicanos y degradar su ecosistema hasta el punto de vulnerabilidad en el que se encuentra actualmente, señala el académico. No obstante, el axolote se mantiene aguerrido y resiliente y representa mucho más para los mexicanos que otras especies de nuestro territorio en muchos sentidos, apunta Mena.

Paciencia y tiempo

Veterinario de formación, Mena inició sus trabajos de investigación en el Zoológico de Chapultepec con el grupo de axolotes bajo la línea de investigación pionera de la doctora Virginia Graue en la UAM. El académico realizó trabajos de telemetría y llevó a cabo la primera cirugía especializada en axolote; ya en el LRE y con el grupo de Zambrano ha contribuido en la investigación para la reintroducción de axolotes criados en cautiverio a su hábita en chinampas refugio donde están a salvo de la contaminación predominante en los canales de Xochimilco y de las acechantes especies invasoras.

Hasta hace algunos años, apunta, no había muchos especialistas ni profesionales dedicados al manejo de esta especie, puesto que era “poco carismática”, a diferencia de otras. Los anfibios, en general estaban en un grupo de abandono, “cuando son parte fundamental del equilibrio del ecosistema y, en consecuencia, de nuestra salud”.

En la Cantera de Ciudad Universitaria, ahí donde entrenan los Pumas, el LRE tiene un centro donde se reproducen a los axolotes, que pululan en alguno de sus cuatro lagos artificiales; en el sitio sobreviven por sí mismos, cazan y se estudian. Los campeones de este laboratorio natural serán liberados posteriormente en los refugios xochimilcas.

“Ayudamos a otros laboratorios, pero nuestra tirada es que algún día las personas visiten Xochimilco y vean estos refugios en chinampas que producen alimentos de primera calidad y saber que ahí hay una presencia controlada de axolotes”. El académico añade que chinamperos cerca de las zonas núcleo, menos alteradas, ya tienen avistamientos de axolotes, quienes están llegando a los refugios.

–Después de tantos años cerca del axolote, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención de la especie?

–Trabajar tantas horas con ellos me ha permitido valorar lo que todos sabemos, pero que no nos damos el tiempo de recordar: que necesitas un tiempo para ti y bajar las revoluciones, calmarte. El axolote es una especie que se mueve sólo cuando es necesario, si no tiene por qué no se mueve, lo cual no significa pereza o apatía. En nuestra vida cotidiana cuántas horas te mueves y pierdes energía, en vez de estar contigo. Este animal va en contra de toda inercia material, conecta con la esencia de Xochimilco: si presencias un amanecer entre las chinampas de Xochimilco –más allá de las actividades lúdicas y turismo preponderante– y respiras con volcanes de fondo, es posible acercarse a esa inercia del pasado que representa el axolote, que tiene otro ritmo, incluso en cautiverio.

Es el ritmo de la paciencia y la calma, refiere Mena, raíz de una pasividad e inmovilidad que puede desesperar a las personas que esperan su locomoción y movimiento para su entretenimiento. Incluso en el LRE, acota, camarógrafos y representantes de la prensa han cometido acciones que prefiere no detallar.

“Queremos hacer todo a un ritmo veloz con un animal que se encuentra pasivo; los visitantes se preguntan por qué no se mueve y es porque, como ocurre muchas veces en la naturaleza, nos está enseñando algo, la paciencia y el darnos tiempo”.

Hay mucho que aprender del axolote, así como de su ecosistema. Ya no es la especie menospreciada de hasta hace algunos años por la cultura popular y los ciudadanos del país, incluso al borde del olvido, puntualiza. Tiene características más positivas que las expresadas por Roger Bartra en su ensayo “La jaula de la melancolía”, añade, que se centra en aquellas negativas que representan al mexicano. “Por el contrario, el axolote es un animal valeroso y valiente, defensor del agua ya que, a diferencia de otras salamandras, esta no se hace terrestre, por lo que, si el agua se acaba, él muere con ella”.

Es una especie valiosa y, sin embargo, no preservamos su ecosistema degradado por la urbanización, la contaminación, el turismo, entre otras actividades. “Deberíamos preservar Xochimilco como a Teotihuacan… este ecosistema brinda además agua, comida y salud para sus pobladores, por lo que debemos de mantenerlo sano”.

El axolote tiene todos los elementos para ser algo más que la especie bandera de nuestro país, enfatiza, agradecer su valentía, su resiliencia, su paciencia y supervivencia debería ir más allá de poner su imagen en un billete. “La mejor forma de hacerlo es mantener un ecosistema digno, manteniendo las raíces de Xochimilco, su cultura chinampera, una región de producción agrícola donde los chinamperos sean incentivados para proteger este lugar. Esa es la fantasía, es mi utópica reflexión”.

Fuente: cronica.com.mx