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David Huerta es un ser atemporal, inmortal a través de su obra: Eduardo Matos Moctezuma

La ausencia de David Huerta “nos deja un poco más huérfanos en un país donde ya nos sentimos muy desamparados”: Verónica Murguía

Hace ya casi un año, David Huerta partió “físicamente” de este mundo, pero “en realidad David, además de ser intemporal, es inmortal. Ahí están sus libros, ahí está su obra”, sostuvo el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, miembro de El Colegio Nacional, durante la presentación de dos nuevos títulos de los Cuadernos del Armadillo, en los que el poeta “influyó de una manera definitiva”.

Congregados en el Aula Mayor de El Colegio Nacional, Matos Moctezuma coordinó la presentación-homenaje de Erectario (2022), de su misma autoría, y de Once (2023), de Sergio Raúl Arroyo, volúmenes que David Huerta supervisó junto a la escritora Verónica Murguía, bajo la dirección de Juan Pascoe.

Durante el acto, transmitido en directo a través de las redes sociales de la institución, el colegiado afirmó que “está dedicado a un entrañable amigo, a un entrañable poeta, a una persona que realmente nos dio toda su capacidad como poeta y eso le valió reconocimientos diversos, entre ellos el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura: David Huerta fue, en realidad, el eje rector de lo que presentamos”.

Verónica Murguía, quien fue esposa de David Huerta durante 30 años, recordó que el poeta falleció el 3 de agosto del año pasado “repentinamente” y afirmó que su “ausencia nos deja un poco más huérfanos en un país donde ya nos sentimos muy desamparados.

“Pero efectivamente, la ocasión que nos congrega aquí es una ocasión agridulce y tiene un lado feliz, que es la aparición de dos libros bajo un sello que, se podría decir, David inventó un poco; un sello que existe gracias a la colaboración con un taller legendario de edición e impresión, que es el taller Martín Pescador encabezado por Juan Pascoe”, dijo la narradora.

David, rememoró Murguía, “siempre admiró el trabajo tipográfico de Juan Pascoe, porque para él, el objeto más importante de todos los objetos que nos rodean es un libro, el transmisor de cultura más perfecto: como dice Umberto Eco es uno de esos inventos que no puede ser mejorado, como la cuchara, la cuchara es perfecta en su sencillez, el libro es perfecto en la suya, no importa el medio, el libro es perfecto y en su forma más digamos arquetípica, que es la del papel y la tinta, puede ser muy hermoso, la tipografía y la belleza de una página bien editada, obsesionaba mucho a David”.

La escritora explicó que después de que Huerta obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura, “en la familia hubo un pequeño excedente monetario, que no era nada del otro mundo”, pero que le permitió al poeta crear un sello editorial junto con Pascoe, “cuya característica iba a ser que quienes publicaran ahí fueran sus amigos y personas, cuyo intelecto él mismo respetara”.

La idea del nombre, Cuadernos del armadillo, surgió después de que Pascoe, quien vive en Tacámbaro, encontró un armadillo bebé que se “dejo recoger por él, porque en general no les gusta mucho que se les arrime”. Dispuesto a ducharse, Pascoe dejo encargado el pequeño animal junto a su perro y a su regreso seguía ahí: “el armadillo lo miró sin temor, como un hombre santo. Luego escribió: en las tardes lo puede ver uno por el jardín, veo que va, como un niño, corriendo como la chingada y decidimos que los cuadernos se iban a llamar los Cuadernos del armadillo.

“Hoy tenemos los últimos aquí con nosotros: son Erectario de Eduardo Matos y Once de Sergio Raúl Arroyo. Uno es un poemario escrito en prosa que abunda sobre la naturaleza de lo efímero, el tiempo y los amores fugaces. Y el de Sergio Raúl es un poemario que tal vez se caracterice por la concisión de los versos, que en algunos casos son realmente muy pequeños”, recalcó.

La autora agradeció a Matos Moctezuma y a Sergio Raúl Arroyo por haber proporcionado una de las últimas alegrías a David Huerta, cuando en plena pandemia participaron en una especie de tertulia: “Fue una alegría, fue un reencuentro con Eduardo, con un montón de amigos. No se sintió solo, se sintió en una tertulia, porque adquirían la forma de una tertulia. No llegó a escuchar la última conferencia, que fue una conferencia maravillosa que dio Adriana Malvido, pero siempre estuvo pendiente de lo que se hacía en esa tertulia y se sintió siempre acompañado y querido”.

Poeta “cachirul”

A finales de los años 80, recordó Sergio Raúl Arroyo, acudió al taller de poesía que David Huerta dirigía en la Casa del Poeta, en la colonia Roma. Una de las condiciones era participar leyendo los poemas propios: “No nos conocíamos, me tocó a mí, y yo leí dos poemas”. En cuanto terminó la lectura, “me dijo, ‘te vas del grupo’, pero que hice, ¿es tan malo? Y me dice: ‘no, eres cachirul, no te hagas pasar como un principiante’. Para mí fue tremendo honor”.

Esa misma noche, Sergio Raúl Arroyo y David Huerta subieron a tomar un café en la misma Casa del Poeta e iniciaron una amistad que se prolongó por más de tres décadas: “Desde nuestro primer encuentro en la Casa del Poeta, me animó a publicar y en buena medida, a ampliar mi horizonte personal y abrir otra ventana en mi mundo”, agregó el etnólogo.

Respecto a Once, dijo, “después de haberle buscado implicaciones esotéricas y cabalísticas, en realidad, no es sino el número de poemas posibles de ser incluidos y financiados para la edición por sus laboriosas características físicas. O sea, en realidad si ustedes ven el libro, que es una belleza, realmente a mí me impresiona, es un libro que tiene un costo alto, entonces no podía yo meter todos”.

“Tomamos, David y yo, los poemas y fueron once. De cualquier manera, tenía algo de cábala: yo vivía en el 111, toda mi infancia, mi primera casa era el número 111, luego en mis teléfonos, era siempre 5111, y así se repite varias veces, y esta vez fueron once los poemas que determinó David en esta edición”.

Arroyo se refirió también a Erectario de Eduardo Matos Moctezuma, al que definió como “una forma sutil de acercarse a nosotros sin la distancia que provee el aura profesoral y decirnos, esto es libre. Por un momento podemos mirarlo como él se ha mirado en su espejo interior. Quien piense que el libro es un inventario erotómano se va a topar con una narración tenue y sencilla que nos da una imagen a la que nuestra vida no ha sido ajena. Sin duda alguna hay en el Erectario un sabio redescubrimiento de la cotidianidad”.

En tanto, Eduardo Matos Moctezuma, quien dio lectura completa a su Erectario durante la jornada, recordó que sus escritos son “breves pensamientos” a los que “yo no me atrevo a llamarlo poemas, porque respeto mucho la poesía, son pensamientos, eso sí, cualquiera tiene el derecho a pensar, pero ya llamarlo poesía, cuidado, porque eso sí tiene ya una gran responsabilidad”.

Lo que se cuenta en el Erectario, agregó, “es una historia verdadera, no es algo que yo pensé, vamos a hablar de forma literaria y más o menos, sino es una historia de verdad. Y entonces, fue fluyendo a lo largo de muchos años, no fue cosa de una sentada ni nada, sino a lo largo de muchos años fui escribiendo, escribiendo todo lo que iba pasando. Entonces, en un momento dado, pues, llegó aquel instante de poderlo publicar, primero en Letras Libres, ahora en esta bellísima edición de Juan Pascoe”.

Fuente: El Colegio Nacional