El proyecto binacional México-España fue presentado en el ciclo La arqueología hoy, coordinado por Leonardo López Luján, miembro de El Colegio Nacional, por los investigadores Cristina Valdiosera, Federico Navarrete, Arturo Talavera, Alex Max Sandoval y Jacqueline Castro Irineo
La idea del mestizaje es “una explicación parcial” de la verdadera mezcla genética y cultural que se dio en América tras la llegada de los españoles, además de que “incluye muchos elementos de índole racista, de índole nacionalista, que no tienen nada que ver con los procesos históricos de mezcla”, sostuvo el historiador y antropólogo Federico Navarrete, al participar en la presentación del proyecto AdMEXture.
Como parte del ciclo “La arqueología hoy”, que coordina el arqueólogo Leonardo López Luján, miembro de El Colegio Nacional, en el Aula Mayor de la institución se llevó a cabo la conferencia “La huella de la desigualdad: una aproximación bioarqueológica al mestizaje en México”, que contó con la participación de algunos integrantes del proyecto binacional que cuenta con el apoyo de “una red institucional trasatlántica”.
Por parte de México participan el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través del Proyecto Templo Mayor y de la sección de Bioarqueología de la Dirección de Salvamento Arqueológico, así como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a través del Instituto de Investigaciones Históricas y, por parte de España, la Universidad de Burgos y el Centro Nacional de Investigaciones sobre la Evolución Humana.
El proyecto, surgido hace un año y que es financiado por el Consejo de Investigación Europeo, agregó Navarrete, “lo que busca es justamente cuestionar algunas de las premisas fundamentales de lo que hemos llamado como mestizaje”.
En ese sentido, opinó, la idea de mestizaje “nos parece limitante por varias razones. En primer lugar, porque ha sido concebida como un proceso único y acumulativo, que se inició, supuestamente, desde el momento mismo de la conquista. Es frecuente que se diga que Cortés y Malintzin fueron los padres del primer mestizo mexicano, lo cual es históricamente falso, porque hubo personas de origen mezclado ya desde antes”.
“Por otro lado, también es falso porque no hay una continuidad realmente histórica, real, entre lo que pasaba en el siglo XVI, XVII y XVIII y lo que ha pasado en el siglo XIX y XX. El término mestizaje, como tal, fue concebido en el siglo XX para englobar todos estos procesos y lo que ha hecho, lamentablemente, es que justamente ha borrado las profundas diferencias que había”.
A partir del siglo XIX y XX, enfatizó Navarrete, “el mestizaje se asocia claramente ya con la ideología racista que surge justamente en ese periodo y ser mestizo se define como una identidad racial cuando antes era más bien un problema social que tenía que ver con la legitimidad y con la pureza, no con cuestiones biológicas como las concebimos nosotros ahora, y también se construye la idea de que todos los mexicanos somos mestizos, y entonces se hace una asimilación entre ser mexicano y ser mestizo, entre ser ciudadano y ser mestizo”.
Además, “se busca el blanqueamiento del mestizo, pero ahora no tanto en términos de pureza, de sangre, o de cuestiones de linaje, sino en cuestiones culturales. Lo que se busca es que los mestizos asuman la blanquitud, que se vuelvan plenamente occidentales, que hablen solo españo, que tengan una cultura, entre comillas, moderna, y que abandonen sus culturas tradicionales o indígenas”.
La bióloga mexicana Cristina Valdiosera, actualmente investigadora de la Universidad de Burgos, explicó que el proyecto adMEXture “toca un aspecto profundo sobre la historia y la identidad de México, que es la desigualdad arraigada en el concepto de mestizaje, que desafortunadamente aún continúa existiendo en nuestra sociedad, en la forma de racismo y discriminación”.
El proyecto toma su nombre del término en inglés admixture que se refiere a la mezcla de poblaciones, “ya que estamos estudiando la mezcla de poblaciones que han ocurrido, específicamente en la Cuenca de México, durante los últimos 500 años. Y estas mezclas poblacionales las estamos estudiando a partir de una serie de técnicas bioarqueológicas, dentro de las cuales una de ellas es el ADN antiguo”.
A pesar de que la mezcla de poblaciones “pudo haber estado ligada históricamente a conceptos actualmente obsoletos de pureza y raza, queremos dejar muy claro que estas son categorías que han sido socialmente construidas, al igual que la categoría de mestizaje, y que no tienen ningún fundamento biológico. Con respecto a los análisis de ADN antiguo que estamos realizando, estamos estudiando aspectos de ancestría genética, básicamente lo que estamos viendo es el origen geográfico o continental de los ancestros de las personas que estamos estudiando”.
“Lo que podemos ver es si los ancestros de estas personas que estamos estudiando tienen un linaje americano, europeo, africano, asiático, o una mezcla de todos estos linajes. Conocer estos linajes es muy importante porque nos permite poder rastrear las interacciones biológicas, es decir, nos permite saber quién se ha mezclado con quién, pero ese no es el punto del estudio, realmente lo que nos interesa es conocer la estructura de las relaciones sociales”.
Esas relaciones —definió— “básicamente son el resultado de prácticas sociales y culturales, incluso de dinámicas de poder que han sido realizadas por individuos o grupos de personas, y estas acciones de estas personas las podemos leer en nuestros datos genéticos en la forma de desigualdades genéticas”.
Colección ósea al servicio del proyecto
Una parte fundamental del proyecto adMEXture lo constituye la colección de restos óseos de donde se extrae el ADN antiguo que se estudia. Para ello, la Sección de Bioarqueología de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, que encabeza Arturo Talavera, ha puesto a disposición las 150 colecciones de toda la República que conserva.
Para este estudio, señaló el antropólogo físico, “se están utilizando colecciones que son de contacto o del posclásico tardío, como sería la colección de Los Olmos, Santa Paula, San Carlos y Chapultepec”.
Para obtener la muestra, explicó, no importa que el hueso esté bien o mal conservado, “si tenemos los huesos petrosos, que salen al interior de los temporales, a la altura de los oídos, al interior de esos huesos petrosos —se llaman petrosos porque son como una piedra, durísimo —, a su interior hay una canica de hueso que se llama cóclea, y a través de esa cóclea, aunque esté degradado, que esté contaminado, aunque esté manoseado, no importa, ahí vamos a tener el ADN o la colágena residual lista para ser estudiada y tener estudios más avanzados”.
Al tratarse de un estudio multidisciplinario, en el estudio de los individuos intervienen “la historia, la arqueología, la antropología física, la etnografía, el contexto cultural, el tamaño de la muestra, la tafonomía (lo que le ocurre a un cuerpo después de la muerte) y tenemos que dar la edad, el sexo, las características físicas de estos individuos, sus procesos patológicos, sus patologías, características culturales, marcas de actividad…”.
“Obviamente también nos apoyamos en estudios de antropología forense, y obviamente porque desde el México prehispánico ya teníamos especialistas en esa materia, aunque no se llamaban forenses, desde el México prehispánico ya se tenía un conocimiento de los procesos cadavéricos por los que pasa el cuerpo humano, se sabía, por eso eran duchos en extracción del corazón, desmembramientos, etcetera”, señaló Talavera.
Otra colección osteológica que se utiliza en el proyecto es la de la zona arqueológica del Templo Mayor. De acuerdo con Leonardo López Luján, miembro de El Colegio Nacional, hasta la fecha se han “excavado los restos esqueléticos de poco más de 150 individuos”, que gracias a estudios genéticos previos y al análisis de isótopos de oxígeno, realizados por la investigadora Diana Moreiras, “sabemos que estos individuos pues tienen historias de vida muy diferentes”.
“Algunos de ellos pertenecen a las poblaciones urbanas locales, otros llegaron a la isla en su infancia y otros más arribaron poco tiempo antes de su muerte”, dijo el colegiado.
A esas muestras se refirió la investigadora Jacqueline Castro Irineo, del Proyecto Templo Mayor. Se trata de “un total de 66 individuos provenientes de 14 ofrendas y esta operación. Primero, dimos paso a la elaboración del perfil biológico de cada uno de estos individuos. Este análisis antropofísico de los 62 individuos recuperados en estos depósitos tuvo como objetivo establecer el perfil biológico y evaluar las condiciones tafonómicas que tienen que ver con todos estos procesos de afectación que sufrieron los restos”.
“El conjunto de ofrendas incluidas en este estudio abarca principalmente las etapas constructivas 4 a las 6, correspondientes a los gobiernos de Motecuzoma Ilhuicamina, Axayacatl y Ahuizotl, entre los años 1440 y 1502 después de Cristo. Este periodo es especialmente relevante porque marca la consolidación del Imperio Mexica y la culminación arquitectónica del Templo”.
Una vez que se obtuvieron las muestras, explicó Castro, “fueron embaladas en bolsas Ziploc con su información correspondiente, después estas fueron colocadas en una caja plástica para su posterior embalaje. Todo este trabajo estuvo supervisado y estuvo aprobado por el Consejo de Arqueología del INAH, el cual nos permitió realizar la extracción de las muestras y tomar las muestras y también poderlas exportar a la Universidad de Burgos”.
Al hablar de los primeros resultados, Alex Max Sandoval, de la Universidad de Burgos, señaló que “en los individuos prehispánicos, como era de esperar, mayoritaria o totalmente tienen ancestralidad genética americana, mientras que los individuos que son postcontacto, algunos empiezan a tener ancestralidades genéticas africana y europea”.
“Un caso curioso es el del sitio arqueológico de Los Olmos, que a pesar de que muchos individuos ya empiezan a tener rasgos culturales europeos, por ejemplo, su totalidad, o por lo menos los individuos que hemos estudiado hasta ahora, tienen 100% de ancestralidad americana”, dijo.
Un segundo individuo de San Carlos “sería un individuo muy mezclado de proporciones similares de ancestralidad genética europea, americana y africana, pero que en cambio su ADN mitocondrial es de linaje africano. O un individuo de Santa Paula, que a pesar de también tener proporciones considerables de los tres componentes o de las tres ancestralidades genéticas, tiene ambos linajes maternos y paternos europeos”.
Fuente: El Colegio Nacional


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