Bizet, un músico que dio la vida por su obra: Adolfo Martínez Palomo
La charla contó con un recital con arias de Carmen a cargo de la mezzosoprano Verónica Alexanderson, el tenor Alejandro Luévano, y los pianistas Sergio Vázquez y Carlos Vázquez
Solo un día después de la muerte del compositor francés Georges Bizet, sucedida hace 150 años, inició el éxito de la que, “paradójicamente”, se considera hoy la ópera perfecta: Carmen. El misterio de su muerte, sucedida cuando tenía 36 años, ha hecho pensar en suicidio e, incluso, en razones cabalísticas, expuso el médico e investigador Adolfo Martínez Palomo, miembro de El Colegio Nacional.
Como parte del ciclo Músicos y medicina, el colegiado dictó la ponencia “La misteriosa muerte del autor de Carmen: Georges Bizet” en el Aula Mayor de la institución, donde el público disfrutó de un recital integrado por una selección de arias y fragmentos de su célebre ópera, entre otras obras del compositor, interpretadas por la mezzosoprano Verónica Alexanderson, el tenor Alejandro Luévano, y los pianistas Sergio Vázquez y Carlo Vázquez.
El misterio de la muerte de Bizet, señaló Martínez Palomo, “aumentó con consideraciones cabalísticas sobre el número 3 en su vida: Carmen se estrenó el 3 de marzo, muere tres meses después, el 3 de junio, y en el momento en que Bizet pierde el conocimiento y muere, baja el telón de la trigésimo tercera representación de Carmen”.
Por si esto fuera poco, “la soprano que cantaba Carmen en aquel entonces, en el momento en que Bizet muere, lanzó un grito en escena y dijo (Bizet estaba en Bougival y esta mujer estaba en el centro de París): ‘Bizet ha muerto’, sin que nadie le hubiera dicho que efectivamente en ese momento Bizet había muerto. De hecho, se desmayó en escena”.
Lo cierto es que, como dice su biógrafo, el francés Hervé Lacombe: “Bizet estaba deshecho, física y moralmente. El trabajo agotador de los ensayos de la ópera no le hacían olvidar la falta de amor, comprensión y reconocimiento que tanto le afectaba”.
“La inversión afectiva que representó Carmen, el exceso de trabajo de los últimos meses y el desgaste de años aumentaron el peso de la miseria moral nacida de la opresión vivida en lo más íntimo de su persona: responsabilidades familiares, esposa neurótica, suegra invasiva, búsqueda infructuosa de dinero, la lucha cotidiana contra sí mismo y contra los demás que parecía no llevarlo a nada”, enumeró el colegiado.
Paradojas de la vida. “Al día siguiente del fallecimiento de Bizet, se representó nuevamente Carmen, ahora en memoria de su creador y, con esto, al día siguiente de su muerte, se inició el éxito fulgurante de su obra maestra. Un triunfo del que Bizet nunca se entera, pues media los 36 años sumido en la depresión por lamentar el supuesto fracaso de Carmen, hoy considerada, paradójicamente, la ópera perfecta”.
Doble festejo
El fallecimiento de Bizet y el estreno se Carmen cumplen, al mismo tiempo, 150 años, señaló Adolfo Martínez Palomo. “La vida del creador de Carmen, la obra más popular de todo el repertorio operístico está envuelta en un halo de misterio por la misteriosa y prematura muerte de su compositor. En su ópera, la protagonista muere en escena, pero ¿habrá sido Carmen la responsable del supuesto suicidio de Bizet, como lo pensaron sus contemporáneos?”.
Además de un genio compositor, Georges Bizet “era muy buena persona”, tal como lo describió su profesor de piano Antoine François Marmontel: “Bizet era amable, generoso, devoto, fiel a todos sus principios. Su amistad era sincera e inalterable, tan firme como sus convicciones, amigo fiel y camarada leal. Estaba libre de envidia y de celos triviales, tenía una calidez siempre genuina, se complacía del éxito de sus competidores de ayer y de sus rivales de mañana. Su fina mente y sus delicados sentimientos hacían que diera alientos a los menos favorecidos y consolaba a los caídos por la mala fortuna”.
No obstante, el propio Bizet sufría de mala fortuna. En el momento en el que dos directores le proponen componer Carmen, “el pobre iba de mal en peor: no tenían éxito sus obras, no tenía éxito económico con los clientes de su esposa y con la esposa misma (quien padecía histeria)”.
Aún en esta situación, “en el verano de 1874 Bizet reanuda, en un pueblecito que está en la periferia de París, el trabajo de Carmen. Inicia los ensayos en septiembre de ese año, aunque no es sino hasta el 3 de marzo de 1875 cuando se estrena Carmen, es decir, este año fueron exactamente 150 años, y el retraso es debido a las manifestaciones de inconformidad por las mujeres del coro en la ópera, quienes protestaban porque tenían que fumar en escena y tenían que fingir peleas”.
“No les parecía adecuado y, además, la orquesta consideraba la música demasiado difícil. Desde su estreno, Carmen produjo malestar en un sector del público escandalizado por la violencia escénica ya que las obras que se representaban en la ópera cómica en ese teatro eran básicamente destinadas al entretenimiento familiar y los críticos, a su vez, casi todos fueron hostiles a la nueva obra”, señaló Martínez Palomo.
El colegiado recordó que “la ópera fracasa, no tiene éxito y Bizet empieza a estar cada vez más deprimido. A medida que transcurren las semanas y la obra es representada una y otra vez, la depresión y la debilidad física de Georges aumenta, además del enorme desaliento por el fracaso de Carmen su vida privada enfrenta tensiones por su carácter, ahora irritable, aunado a la inestabilidad emocional de su esposa”.
Joven, al salir becado hacía Italia, Bizet había sido presa de un catarro terrible. En medio de la depresión, ya con 36 años, enferma de amigdalitis, que fue “suficientemente serio para requerir tratamiento de un médico francés que le aplicó sanguijuelas en la garganta, además de sangrias”.
“La infección pasó más abajo y se convirtió lo que en medicina se llama angina de Ludwig, la infección de toda la base del cuello que, en aquel entonces, sin antibióticos era muy difícil de corregir, y justo en el año del estreno nuevamente sufre la amigdalitis. Le dijo a su amigo: ‘no puedes creer qué viejo me siento’. Al mes siguiente otra recaída y dice ‘tengo una angina colosal’ por lo que la esposa preocupada por el malestar de su marido no quiere que viajen de París a Bougival como lo hacían habitualmente cada verano”.
“Bizet empieza a sentirse cada vez más débil, al grado que un día se cae de la cama al intentar bajarse. Una nueva infección lo deja sordo del oído izquierdo, aumenta la depresión y escribe: ‘estoy acabado’. El médico de familia está ausente y otro médico lo atiende y accede a la petición de Bizet de dar su autorización para viajar al campo”.
Entonces sucedió algo que ha hecho pensar en el suicidio: “El 30 de mayo de 1875, ya en Bougival, pasea con el pianista Efraín de Laborde, un amigo de él, y ambos deciden nadar en el Sena, por lo que aprovechan la ocasión para ejercitarse a pesar del agua helada del río y, a pesar de la fiebre, de las amígdalas infectadas, del absceso en el cuello y de la depresión en la que se encontraba.
“Algunos piensan que lo hizo a propósito, si se metió a nadar, que era su pasión, pero: ¿a quién se le ocurre, estando deprimido, con fiebre, con una amigdalitis y con una angina, como él mismo dijo, colosal, meterse a nadar? Y por eso piensan algunos que lo hizo a propósito, que quería acabar con su vida”.
Menos de cinco meses después, Georges Bizet finalmente muere: “Un tal doctor Marjan examina el cadáver de Bizet y concluye que la muerte fue producida por causas, entre comillas, naturales, por lo que descarta cualquier sospecha de suicidio o de asesinato como algunos contemporáneos supusieron como probabilidades. Una placa recuerda: Georges Bizet vivió y murió en 1875 en el pueblo de Bougival. Dos días después, la ceremonia fúnebre se realiza en París en la Iglesia de la Trinidad”.
La charla de Adolfo Martínez Palomo concluyó con la música a la que se entregó el compositor francés. Los pianistas Sergio Vázquez y Carlos Vázquez interpretaron a cuatro manos una selección de Jeux d’enfants Op.22 y Agnus Dei (de L’ Arlésienne). Ya con la participación de la mezzosoprano Verónica Alexanderson y del tenor Alejandro Luévano se escucharon fragmentos de Carmen como La Habanera o L’amour est un oiseau rebelle y la Seguidilla Près des remparts de Séville.
También formaron parte del programa las arias La fleur que tu m’avais jetée y En vain pour éviter les réponses amères, así como el dueto final C’est toi! – C’est moi!
Fuente: El Colegio Nacional