Basta con retroceder mil años, para descubrir que compartimos todos nuestros ancestros: Graham Coop
Coop explicó que se puede ser descendiente de cualquier migrante que se haya desplazado a grandes distancias y haya tenido hijos con éxito. “El último ancestro genealógico común de todos los humanos modernos vivió hace tres mil quinientos años”
“Las relaciones familiares y el rastreo de antepasados han fascinado a la gente desde mucho antes de que tengamos una idea de la genética. Se han trazado árboles genealógicos, probablemente desde que se puede hablar y rastrear relaciones familiares”, comentó el genetista británico Graham Coop, al impartir la conferencia Human ancestry and genetic variation (Ascendencia humana y variación genética), transmitida en vivo por El Colegio Nacional.
La sesión formó parte del ciclo Universidades por la ciencia, coordinado por el colegiado Jaime Urrutia Fucugauchi, Dionisio Meade, de Fundación UNAM; y Araxi Urrutia Odabachian, del Consorcio Universidades por la Ciencia. Coop recordó que los europeos “a veces pueden rastrear sus árboles genealógicos hasta Carlomagno, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, nacido en 742. Los habitantes de Asia Central y Oriental pueden estar muy orgullosos de rastrear su línea paterna hasta Gengis Kan, quien nació hace casi mil años”.
El investigador de la Universidad de California sostuvo que “los viajes y los árboles genealógicos han cobrado importancia en las últimas décadas con la adopción generalizada de la genómica personal. Tanto en la ciencia médica como en la imaginación popular, la genética y la genómica se han vuelto cruciales, en la forma en que las personas se perciben a sí mismas”. Incluso existen empresas como Meandancestry.com, que ofrece servicios para que las personas pueden acceder a su propia información genética.
“Actualmente, más de 30 millones de personas la utilizan para aprender sobre sus relaciones familiares y sobre una parte de su ascendencia, lo que puede ser muy útil para identificar relaciones familiares desconocidas”.
De acuerdo con el especialista, “la herencia de los seres humanos se basa en mucho más que la genética. Nueve generaciones atrás, cada persona tiene 512 ancestros, y encontramos dos ancestros superpuestos. A medida que retrocedemos más tasas, encontramos más y más ancestros compartidos. Y lo que eso significa es, contraintuitivamente, que, aunque parezcamos bastante distantes entre nosotros, basta con retroceder mil años para descubrir que compartimos todos nuestros ancestros”.
El genetista recordó que este punto fue planteado por primera vez matemáticamente por Joseph Chang en 1999. Lo anterior significa que, si una persona de ascendencia europea con algunos ancestros europeos puede rastrear su árbol genealógico hasta Carlomagno, que nació hace más de mil años, toda persona viva con ancestros europeos puede rastrear su ascendencia hasta Carlomagno. “Pero, como saben, las poblaciones humanas no presentan tasas de mezcla homogéneas. Las personas tienden a casarse y tener hijos con individuos geográficamente cercanos. Por lo tanto, es un problema más complejo de analizar”.
Al responder a la pregunta: “¿Cómo se comparte la ascendencia entre poblaciones globales y geográficamente dispersas?” Graham Coop explicó que se puede ser descendiente de cualquier migrante que se haya desplazado a grandes distancias y haya tenido hijos con éxito. “De ahí, ese fenómeno de duplicación del número de ancestros significa que rápidamente se desciende de personas de vastas áreas geográficas, de modo que incluso personas geográficamente distantes compartirán muchos ancestros comunes en el pasado reciente”.
“Hace unas décadas, Peter, Ralph y yo encontramos rastros genéticos de esto y demostramos que personas que vivían tan lejos como el Reino Unido y Turquía compartían todos sus ancestros genealógicos hace tan solo mil años. Esta idea se ha profundizado en el pasado mediante un cuidadoso modelado por Rhodes, Olsen y Cheng, quienes demostraron que el último ancestro genealógico común de todos los humanos modernos, o casi todos, vivió hace tan solo tres mil quinientos años”, subrayó el especialista.
Agregó que, “si nos remontamos a unos 7 mil años atrás, descubrimos que todos los antepasados genealógicos comunes de cualquier individuo vivo son un antepasado genealógico común para todos los individuos. Así que nuestros árboles genealógicos, debido a ese fenómeno de duplicación, y al hecho de que las personas se han desplazado históricamente, significa que todos compartimos relaciones genealógicas muy estrechas”.
En relación con las diferencias genéticas entre las personas, plantean que 99 mil 199 de estas bases de 1000 serán idénticas a las de otro individuo. Así que, por ejemplo, sólo una de cada 2 mil bases difiere. “Las diferencias entre las personas son muy sutiles, pero genéticamente, uno tiene un parentesco más estrecho con algunas que con otras. Compartimos todos nuestros ancestros genealógicos comunes en el pasado reciente, pero yo comparto algunos con otras personas. Una mayor proporción de esas rutas, a través de mi pedigrí, es una forma de visualizarlo”.
“Pensamos en nuestros árboles genealógicos que se remontan a generaciones, pero son una maraña increíblemente compleja. Entretejidos entre sí. Desciendes de un gran número de ancestros genéticos que se comparten con individuos en escalas de tiempo contrariamente cortas. Muchos de estos individuos no son tus ancestros genéticos, pero sí tienes un gran número de ancestros genéticos. Y tienes un gran número de primos genéticos compartidos. Todos los humanos somos primos genealógicos cercanos”, concluyó Graham Coop.
Fuente: El Colegio Nacional