La conservación nunca es un acto neutral, los parques siempre son políticos: Emily Wakil
“Estaremos perdiendo un millón de hectáreas para finales de siglo si las cosas siguen igual, según la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas” con esta cifra Julia Carabias, miembro de El Colegio Nacional, inició la conferencia Una breve historia de las áreas naturales protegidas mexicanas, en la que participó Emily Wakil, profesora distinguida de la Boise State University.
La coordinadora de la sesión subrayó que estadísticas como las que muestra el Informe Planeta Vivo 2024, mostraron que las poblaciones animales están en un declive de hasta un 73% y, en el caso de las especies de agua dulce, llegan hasta un 85%: “Sabemos que las tasas de extinción aumentaron de manera acelerada en las últimas siete décadas, que es ciento de veces mayor que lo que ocurría antes de la intervención humana. Esto ocurre, porque estamos deforestando, ya la mitad del planeta está deforestado debido a la agricultura y la ganadería”.
Sin embargo, agregó la colegiada, existe una respuesta al exterminio: las Áreas Naturales Protegidas que abarcan 27.3 millones de kilómetros cuadrados de ecosistemas terrestres, lo que equivale, si se pusieran juntas, al continente africano; y 36 millones de kilómetros cuadrados de ecosistemas marinos, que equivale aproximadamente al 10% de estos ecosistemas: “En una revisión de 34 países se muestra que la gente que vive cerca de estas áreas vive en mejores condiciones que las que no; además, por estos territorios escurre el 20% del agua dulce continental que abastece dos tercios de la población mundial; también mejora la seguridad alimentaria”.
Hasta ahora sólo el 22% de los anfibios terrestres, el 56% de las aves y el 46% de los mamíferos están suficientemente representados: “85% de las especies no tiene suficiente área para garantizar su supervivencia y no hay presupuesto que alcance”, agregó Carabias.
Al tomar la palabra, Emily Wakil, Autora del libro Parques revolucionarios (2020), recordó que en 1938 se nacionalizó la industria petrolera de México, que fue el símbolo de las políticas nacionalistas del presidente Lázaro Cárdenas, quien no veía en el medio ambiente un simple depósito de riqueza natural que debía ser puesto a las empresas mexicanas: “Él y sus seguidores imaginaron que el medio ambiente formaba parte del patrimonio de la nación y que se encontraba potencialmente amenazado, y un uso adecuado también podría promover el desarrollo. Con 18 millones de hectáreas repartidas, la reforma agraria cardenista fue la más importante de México, además, de que impulsó cooperativas pesqueras y se hizo valer la soberanía pesquera”.
La especialista en estudios ambientales agregó que, en el libro El verano invencible de Liliana, Cristina Rivera Garza la autora hizo referencia a los viajes que realizaba su familia al Parque Nacional El Nevado de Toluca, una montaña sagrada donde poblaciones indígenas y mestizas han convivido: “su nuevo libro se centra en la extinción del cultivo de la papa en esta zona. Estos dos ejemplos sirven para mostrar los procesos humanos que dan reconocimiento a un mundo completo. Si abrimos la historia más allá de la política y la economía, tendremos una mirada más impresionante”.
Emily Wakil detalló que, en 1940, México tenía más parques nacionales que cualquier otro país en el mundo: “Detrás de estas políticas había dos procesos clave, por un lado, Cárdenas y sus partidarios buscaban construir una eficiente explotación a las riquezas naturales dirigido por el Estado; por otro lado, los cardenistas buscaban hacer de la naturaleza un patrimonio común natural. La conservación nunca es un acto neutral, aunque los políticos a menudo la perciban así, debido a las dificultades para definirla”.
“Los parques siempre son políticos, debemos verlos de esa manera. Necesitan inversión y llegamos así a una de las mayores tragedias en la historia ambiental de México, en la década de 1950, cuando presidía Miguel Alemán, la construcción de una presa que buscaba llevar agua a una población en crecimiento”. Su sexenio se caracterizó por la industrialización y el urbanismo.
En relación a los animales, la experta concluyó que siempre hacen compañía a los seres humanos: “El escudo nacional mexicano oculta una sorprendente verdad, es una interacción ecológica que se hace pasar por ideología nacionalista. Luce una trinidad de especies en su centro, un águila con una serpiente sobre un nopal. México tiene una peculiaridad distinta, el ave y el reptil participan en una interacción íntima en la que intercambian energía, forman una comunidad que contribuye a hacer de México el quinto país más biodiverso del planeta. Es una invitación a conservar las realidades ecológicas del pasado”.
Finalmente, Carabias enfatizó que el falso dilema de la conservación y el desarrollo permea en las comunidades: “Al insistir en que las áreas naturales protegidas son para la gente, se genera un pensamiento de que estas áreas son territorios para el reparto agrario, entonces se invade, se confronta. El Estado está obligado a garantizar el bienestar de los dueños de la tierra, no puede ser que tener un área protegida en el territorio de comunidades y ejidos se convierta en castigo, porque no pueden usar la tierra, la pueden usar, pero de manera distinta. No le toca al sistema ambiental resolver la pobreza, porque no es el área protegida la que lo gestó”, concluyó la colegiada.
Fuente: El Colegio Nacional


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