Alacranismo en México, el silencioso mundo del escorpión
En la época cálida del año, estos arácnidos comienzan a proliferar al occidente del país, surgiendo en estados como Durango, Jalisco, Nayarit o Guerrero. Su picadura puede ser evitada de varias maneras
Dr. Sergio Arturo Martínez García
¿Alacranes o escorpiones? En realidad, se trata del mismo arácnido; la diferencia radica solamente en el origen de la palabra: alacrán proviene del árabe y se pronuncia al-agrab, mientras que en latín se usan dos vocablos, scorpio y omis —los griegos agregaron el sufijo de sustantivación on, para terminar en la palabra escorpión—. Por su parte, los antiguos nahuas le denominaban colotl, algo así como “coludo”.
Los alacranes provienen del océano y son una copia muy parecida, de no ser por su tamaño, de sus más antiguos antecesores: los euriptéridos, que tenían las medidas de un cocodrilo mediano. Estas criaturas emergieron del mar hace 425 a 450 millones de años, lo que los ubica en el periodo Silúrico; es decir, todavía no había dinosaurios cuando los alacranes ya andaban por ahí.
En el mundo se reconocen dos mil 746 especies y tan sólo en México se encuentran 318. De ellas, 31 pertenecen al género centruroides y solamente nueve se consideran tóxicas para el ser humano. La mayor parte de los alacranes venenosos se ubican en la región occidental de la República Mexicana, desde Sonora hasta Oaxaca, zona que abarca el 40 por ciento del territorio nacional y que está ocupada por el 39 por ciento de la población.
El alacrán “güero” de Durango lleva por nombre científico Centruroides suffusus, y cohabita con otras cinco especies de su familia y cinco más del género Vaejovidae. A pesar de que el estado de Durango es reconocido por el alacranismo, no es la entidad de la república con el mayor número de casos y muertes. Las que reportan más de estos accidentes son Jalisco, Nayarit, Guerrero, Colima, Guanajuato y Morelos.
En Durango, la capital y los municipios de Mezquital, Nombre de Dios, Pánuco de Coronado, San Dimas, Poanas, Súchil, Tamazula y Vicente Guerrero presentan la mayor cantidad de registros de picadura de escorpión. La especie más tóxica en el país es de Nayarit —Centruroides noxius—, mientras que el alacrán de Durango presenta el segundo o tercer lugar respecto a peligrosidad, ubicándose bastante cerca del más tóxico del mundo: el Leiurus quinquestriatus.
El alacranismo es el resultado de la administración accidental —estos arácnidos sólo atacan si se ven amenazados— de veneno por debajo de la piel, mismo que se disemina a través de la circulación sanguínea para afectar a múltiples órganos, aparatos y sistemas del cuerpo. El resultado de la intoxicación puede poner en riesgo la vida del afectado, especialmente en el caso de menores de cinco años, mayores de 60 y pacientes con enfermedades como diabetes, hipertensión arterial, padecimientos hepáticos o covid-19, entre otras.
El alacranismo es un problema de salud pública en el mundo: todo África, el sur de la India, Oriente Medio, América del Sur y México son los territorios que registran el mayor número de accidentes de este tipo en el orbe. Cada año se contabilizan entre 250 y 300 mil casos de intoxicación, pero las muertes no rebasan las 50 anuales.
Anatomía del alacrán
La anatomía del escorpión es interesante. Todo el exoesqueleto está formado por una proteína dura, la queratina —presente en las uñas del ser humano—. Visto por la parte dorsal, destacan los pedipalpos (a), es decir, brazos situados en la parte anterior y que terminan en una pinza fuerte que sirve para atrapar a sus presas, y los quelíceros (b), que son pequeñas pinzas a los lados de la cavidad oral, con las que despedazan lo atrapado y lo introducen a la boca, donde el alimento se procesa por digestión enzimática —no poseen dientes—. También presentan un tórax (f), que no es más que una placa grande que cubre la parte anterior del escorpión, en la que se encuentran dos ojos principales (c) en el centro y tres ojos accesorios (d) en cada borde lateral, dando un total de ocho. A pesar de los múltiples órganos visuales, los alacranes son incapaces de formar una imagen, aunque sí pueden distinguir la gama de colores. Además, poseen cuatro patas marchadoras (e) a cada lado.
El abdomen medio (g) consta de siete segmentos, mientras que el abdomen posterior consta de cinco secciones (h) y termina en una dilatación llamada telson (i), la cual contiene dos glándulas colectoras de veneno con forma de pera. Estas desembocan en conductos por los que escurre el veneno hasta el orificio final de la temible púa, que se llama aculeus (j).
Por su parte ventral destacan: boca (a), esternitos (b), orificio genital en la línea media (c) y pectinas (d) —estructuras que arrastran durante la marcha para verificar la topografía del terreno—. En el abdomen medio llaman la atención ocho pequeñas hendiduras alineadas cerca del borde lateral, llamadas espiráculos —orificios nasales—, correspondientes a los ocho pulmones (e) situados bajo ellas. A todo lo largo del exoesqueleto se encuentran infinidad de pelos cortos llamados microtriquias, que actúan complementariamente como órganos sensitivos.
La reproducción de los alacranes es un evento espectacular reservado sólo para algunos privilegiados. La hembra libera feromonas que son captadas a distancia por el macho, quien acude a la cita y se acerca cautelosamente, ya que la fémina en esa etapa suele ser muy agresiva y podría terminar devorando al prospecto. Si lo considera necesario, el macho emite movimientos repetitivos de golpeteo del suelo con sus patas, así como vibraciones corporales, las cuales son captadas por las pectinas sensitivas de la hembra. Con la venia de ella, se pinzan las tenazas entre ambos. El ejemplar masculino empuja y jala a la pareja, dando vueltas hacia un lado y hacia el otro. Esta “danza nupcial”, como le llaman, es un cortejo que puede durar varias horas o toda la noche. Lo que hace el macho en ese tiempo es buscar un lugar para depositar el espermatóforo, una pequeña estructura de dos a tres milímetros de longitud, que finalmente queda enclavada en los genitales de su compañera. Así, la hembra cargada dará a luz dentro de tres a cuatro meses.
De acuerdo a la especie, los alacranes pueden parir entre tres y 105 pullis, como se les llama a las crías. Centruroides suffusus tiene un promedio de 30. Tras su nacimiento trepan al dorso de la hembra, donde se alimentan durante 15 días, al cabo de los cuales llegará la emancipación, pues habrán madurado lo suficiente para valerse por sí mismos en la naturaleza y buscar su primera víctima. Cabe mencionar que la localización de los pullis en el dorso de la madre ha dado lugar a la idea de que están devorándola, pero eso es falso.
Recomendaciones para evitar picaduras
Durante la época de calor, los alacranes, sobre todo por la noche, son más activos, así que las recomendaciones para evitar su picadura son de dos tipos:
Domiciliarias. Instalar mosquiteros en ventanas y puertas, colocar guardapolvos en la parte baja de las puertas, pintar de colores claros las paredes para distinguirlos, construir un cielorraso si el techo es de paja o materiales semejantes, poner un pabellón sobre las camas, separar los colchones de la pared, colocar en las patas de la cama latas de aluminio o vidrio, no dejar ropa o calzado en el suelo, revisar las vestimentas antes de usarlas y hacer aseo cotidiano.
Extradomiciliarias. Reparar las grietas de las paredes donde puedan esconderse no sólo los alacranes, sino también las hormigas, grillos, cucarachas, arañas e insectos varios, que es lo que comen los escorpiones. También es importante retirar macetas u objetos de la pared, así como eliminar hormigueros, leña y material de construcción peridomiciliarios.
La fumigación es complementaria a estas medidas, que tienen por objetivo disminuir los casos de alacranismo en esta calurosa temporada, de modo que escorpiones y personas no representen un riesgo el uno para el otro.
Fuente: elsiglodetorreon.com.mx