Al leer a Dostoievski, Freud se asomó al caos interior del ser humano: Christopher Domínguez Michael
El inconsciente como lo concibió Freud es un escenario literario muy pobre, dijo el colegiado
Sigmund Freud “forma parte de la literatura moderna y la literatura moderna forma parte de Freud”; su aproximación a los textos artísticos son hipotéticos y forma parte del mundo de la cabeza de los lectores, consideró Christopher Domínguez Michael, miembro de El Colegio Nacional, al dictar la primera conferencia del año del Ciclo Grandes críticos literarios.
De manera presencial en el Aula Mayor de la institución, a través de sus redes sociales, el colegiado ofreció la ponencia “Psicoanálisis y literatura, 1: Freud”, donde consideró que la literatura va más allá de las lecturas que hizo Freud de autores como el alemán Wilhelm Jensen, el ruso Fiódor Dostoievski o el mismo Goethe.
Para abordar la relación de Freud y la crítica literaria, Domínguez Michael se refirió a tres textos escritos por el psicoanalista: “Los tres textos sobre literatura que conozco de Freud, uno está dedicado a Jensen, que es un novelista alemán hoy olvidado, contemporáneo de Freud; otro a Dostoievski, con él hay una gran cercanía, lo cual habla de que la época tenía un ruido interior que todo mundo escuchaba, o que más bien escuchaban los espíritus más sofisticados; y el tercero, y el menos importante en mi opinión, está dedicado a un recuerdo infantil de Goethe”.
“Tenemos a la gran novedad de la literatura moderna en 1880, que era Dostoievski, tenemos a un autor popular alemán que es Jensen, y tenemos al padre de la literatura alemana y a uno de los clásicos, que está también un poquito antes del romanticismo, Goethe, que murió en 1832”, dijo.
Cuando se lee El delirio y los sueños en la ‘Gradiva’ de W. Jensen, estimó el colegiado, hay una frase que me pareció absolutamente reveladora de la comunidad de interés entre Freud y la literatura, por lo menos la romántica o la moderna. Dice: ‘bueno al acometer la lectura de la Gradiva, me permití, como psicoanalista, hablar de algo que no conozco de manera directa, es decir, de los sueños que el personaje, el arqueólogo de la Gradiva, tiene’”.
Naturalmente, agregó, “este personaje no está en el diván del doctor Freud, sino es un personaje literario y su autor, Jensen, lo hace soñar y transcribe para nosotros, sus lectores, sus sueños. Entonces, Freud se toma la licencia de opinar sobre sus sueños un poco como si el personaje de la novela estuviera acostado en su diván”.
De acuerdo con Dominguez Michael “qué otra cosa hace la crítica literaria sino interpretar los sueños de los personajes literarios o sus aventuras, o sus deseos, o sus frustraciones, y qué otra cosa hace la crítica literaria sino relacionar ese magma imaginario con la vida de seres a la vez también imaginarios, pero también muy reales que somos nosotros los lectores”.
Domínguez Michael explicó que Marcel Proust, siendo joven, invalidó a Sainte-Beuve, padre de la crítica literaria, “porque a él le interesaba no la obra sino los autores”, por lo tanto, “Freud está cayendo en la trampa de Sainte-Beuve y está diciendo: ‘bueno, todo esto que digo es muy interesante, pero puesto que el señor Jensen anda por ahí, y a lo mejor tiene ganas de platicar conmigo, vamos a saber la verdad’. Es decir, para Freud como para Sainte-Beuve, y tantos críticos anteriores en la batalla contra la crítica biográfica, la prueba de oro, la certificación para decirlo así, del contenido de una obra, estaba en la opinión del autor”.
Esa lucha de la crítica literaria del siglo XX por expulsar al sujeto y quedarse con el objeto, dijo, “desplaza a los textos de crítica literaria de Freud hacia un mundo anterior a 1900, de esto se dieron cuenta los psicoanalistas, que suelen ser gente muy culta, muy informada, y trataron de adaptar la autonomía del texto a la incursión psicoanalítica”.
Entonces, agregó, “Freud como crítico literario y crítico de arte se queda en esta última, no llega a la idea que tiene las vanguardias y luego las distintas críticas literarias o teorías críticas; y si nos acercamos un poco a lo demás, que es el texto muy famoso de Freud, sobre el Moisés de Miguel Ángel, que también es largo, u otro más pequeño sobre un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, encontramos la debilidad del psicoanálisis como instrumento de indagación literaria”.
Sin elementos biográficos sobre el autor, “el problema de los textos artísticos literarios de Freud es que son hipotéticos, lo cual no tiene nada de malo, porque dado que yo creo que haya verdad absoluta que emerja de la literatura, todo acercamiento hacia ella es hipotético, forma parte del mundo de la cabeza de los lectores, pero siendo serios, filológicamente como críticos literarios, debemos tener una fortaleza en las hipótesis que nos permitan debatir con los lectores o con nuestros colegas, si las hipótesis son tan endebles el debate no se desarrolla”, sostuvo.
En todo caso, señaló el crítico literario mexicano, “el descubrimiento del alma rusa y sus implicaciones psicológicas, incluso si no hubiera habido psicoanálisis, era una manera, llamémosla psicoanalítica, de asomarse al caos interior del ser humano. Con gran satisfacción Freud, que dice haber leído a Nietzsche y a Dostoievski cuando ya tenía sus teorías más o menos formadas, encuentra en Dostoievski un verdadero hermano intelectual y hay temas que están latentes en Dostoievski, y que para un moderno es imposible no ver como el parricidio”.
“Si hay un parricidio en Los hermanos Karamázov, como bien detecta Freud, pues es imposible no pensar que el padre de Dostoievski fue asesinado por sus ciervos, al parecer, y aquí curiosamente la crítica biográfica levanta la manita, después de la golpiza que le pusieron los formalistas de toda clase durante el siglo XX”.
“El problema de la crítica psicoanalítica, y también de la crítica marxista, es la atribución de una personalidad construida a partir de inferencias psicológicas o sociales, y a partir de ahí presentar una idea de la literatura; en el caso de Dostoievski se justifica, porque sabemos mucho de él”, afirmó Domínguez Michael.
Fuente: El Colegio Nacional