Puede que la disfunción entérica ambiental (EED por sus siglas en inglés) sea una de las enfermedades más duras que conocemos. Se caracteriza por una inflamación de los intestinos con diarrea y que absorben los nutrientes de manera deficiente. Se trata de una dolencia que está muy extendida en los países en vías de desarrollo, y provoca que muchas personas estén desnutridas, padezcan retrasos en el desarrollo y nunca alcancen una altura normal. Nadie sabe cuál es la causa exacta de la EED ni cómo se puede prevenir o tratar.
Una prueba capaz de detectarla ayudaría a los médicos a saber cuándo intervenir y cómo. Ya hay terapias disponibles para bebés, pero diagnosticar y analizar las enfermedades intestinales en niños tan pequeños suele requerir anestesia e insertar un tubo llamado endoscopio por la garganta. Este procedimiento es caro, incómodo y nada práctico en las zonas del mundo donde prevalece la EED.
Por eso el patólogo e ingeniero del Hospital General de Massachusetts (EE.UU.), Guillermo Tearney, está desarrollando un pequeño dispositivo que permite inspeccionar el intestino en busca de signos de la EED e incluso hacer biopsias de tejidos. A diferencia de los endoscopios, su aparato es fácil de usar en una consulta de atención primaria.
Las cápsulas de Tearney se pueden tragar y contienen microscopios en miniatura. Se atan a una cuerda flexible que les proporciona energía y luz mientras envían imágenes a un panel de mando parecido a un maletín con un monitor. Esto permite que el médico detenga la cápsula en los puntos de interés y pueda sacarla cuando haya terminado, para esterilizarla y reutilizarla (aunque la idea dé arcadas, el equipo de Tearney ha desarrollado una técnica que, según él, no causa incomodidad). Las cápsulas también pueden incorporar otras tecnologías para ver la superficie completa del tracto digestivo o que capturan secciones transversales tridimensionales de un par de milímetros de profundidad.
El enfoque tiene varias aplicaciones. En el hospital lo usan para detectar el esófago de Barrett, un precursor del cáncer de esófago. Para la EED, el equipo de Tearney ha desarrollado una versión aún más pequeña apta para bebés que no pueden tragar la píldora. El equipo ya la ha probado en adolescentes en Pakistán, donde hay muchos casos de EED, planea realizar pruebas para bebés este mismo año.
La pequeña sonda ayudará a los investigadores a responder a las preguntas sobre el desarrollo de la EED, como las células que afecta y si están involucradas algunas bacterias, y luego evaluar las intervenciones y los posibles tratamientos.
Fuente: technologyreview.es