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Fabrican una batería a partir del caparazón de cangrejos y langostas

Del caparazón de estos animales se extrae quitoseno, un material biológico que permite producir baterías que se descomponen mucho más rápido que las pilas convencionales.

Cómo producir energía de manera cada vez más sostenible es una de las preguntas claves que se trata cuando se piensa en la transición energética. Cada vez más países alrededor del mundo anuncian cambios en sus matrices de producción de energía para tener menores impactos ambientales. Este es uno de los temas con mayor relevancia a nivel mundial. (Puede leer: ¿Por qué las ranas se volvieron negras luego del accidente de Chernóbil?)

Cabe recordar que en abril de este año, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), apuntó que para 2019 el sector energético aportó el 34% de las emisiones asociadas al cambio climático, siendo el sector que mayor porcentaje aportaba. Reducir esos aportes fue una de las conclusiones claves de ese informe, elaborado por el distinguido panel de científicos.

Los carros eléctricos, por ejemplo, han sido propuestos como parte de la solución respecto al consumo de combustibles fósiles. Sin embargo, las baterías que utilizan estos vehículos también generan problemas ambientales. (Le puede interesar: Así analizarán el resultado del histórico choque entre una nave y un asteroide)

Liangbing Hu, director del Centro de Innovación de Materiales de la Universidad de Maryland (Estados Unidos), resume el problema de la siguiente manera: “Se están produciendo y consumiendo cantidades ingentes de pilas, lo que plantea la posibilidad de que se produzcan problemas medioambientales”. Sin embargo, ese panorama podría cambiar gracias a un reciente descubrimiento realizado por Hu y otros colegas de esta universidad y de la de Houston.

La nueva batería, propuesta por Hu y su equipo de investigación, tiene una fuente inesperada: el caparazón de los cangrejos. Según cuentan en el trabajo que fue publicado por la revista académica Matter, los electrolitos de algunas baterías, que son los que permiten que los iones viajen al interior de estas para generar la corriente, tardan cientos, e incluso miles de años, en degradarse. (También puede leer: Revelan pistas sobre la historia de una región inexplorada de Marte)

Pero, la nueva batería emplea un electrolito fabricado con base en un material biológico que puede extraerse de distintas fuentes naturales llamado quitosano. “La fuente más abundante de quitosano son los exoesqueletos de los crustáceos, incluidos los cangrejos, las gambas y las langostas, que pueden obtenerse fácilmente de los desechos del marisco. Se puede encontrar en la mesa”, explicó Hu.

Según comentó el profesor de la Universidad de Maryland, si se emplea este material, dos tercios de la pila podrían ser descompuestos por los microbios, mientras que el electrolito fabricado con quitosano se descompondría por completo en cinco meses. (Puede interesarle: ¿Va a donar óvulos? Antes, debería saber esto)

Otra de las ventajas expuestas por el equipo de investigadores tiene que ver con la eficiencia energética de la batería. Tras 1.000 ciclos, la pila mantenía una eficiencia del 99,7% “lo que la convierte en una opción viable para almacenar la energía generada por el viento y la energía solar para transferirla a las redes eléctricas”, apuntaron los científicos.

Fuente: elespectador