Diseñan una supernariz de perro con grafeno, que es un detector de olores muy sensible
Durante años, los científicos han tratado de desarrollar detectores de olores con distintos objetivos. Se han probado diferentes técnicas para generar una nariz artificial, pero nunca se había llegado a imitar la nariz de un perro. Ahora, un equipo de científicos asegura que han sido capaces de imitar la capacidad olfativa de los canes con dispositivo basado en grafeno.
Según los autores del estudio, que ha sido publicado en la revista de la Asociación Química Amerciana, “los sensores fabricados exhiben un rendimiento de detección de gas superior” y poseen “una excelente sensibilidad y, especialmente, una respuesta ultra alta” para distintos tipos de gases.
A lo largo de la historia se considerado que los perros tenían un mejor sentido del olfato que los humanos, dado que la estructura cerebral implicada, llamada bulbo olfatorio, era proporcionalmente más grande en los canes.
Sin embargo, un estudio publicado el pasado año en la revista Science desveló que esto no es más que uno de los muchos mitos utilizados para minusvalorar el sentido olfativo del ser humano.
La gran ventaja que tienen los perros a la hora de captar olores no está en su cerebro, sino en su nariz. El interior de las fosas nasales de los canes está forrado con millones de pequeños receptores olfativos en una concentración mucho mayor que en los humanos, lo que crea un sentido del olfato súper sensible y explica que puedan detectar olores a concentraciones extremadamente bajas que los humanos no podrían.
Los inventores de la nueva nariz artificial han intentado imitar las estructuras de los receptores de la nariz de estos animales. “Inspirados por la estructura capilar de la nariz del perro, demostramos que el rendimiento de los sensores de gas puede mejorarse significativamente a través de la preparación de nanoestructuras artificiales que imitan estos capilares, utilizando nanopergaminos de grafeno”, aseguran los creadores de esta supernariz.
Estudios previos ya habían tenido cierto éxito en el uso de lo que se conoce como nanopergaminos de grafeno, que son diminutas láminas de este prometedor material enrolladas de manera continua y uniforme.
Sin embargo, tienen un problema, y es que estas microestructuras son difíciles de fabricar, consumen mucha energía y suelen tener defectos que limitan su capacidad como receptores, lo que hace que los sensores que se fabriquen a partir de ellos sean menos sensibles.
Para conseguir pergaminos de alta calidad, los investigadores han desarrollado una técnica mediante la cual consiguen los pergaminos más estables, gracias a que añaden un polímero a las láminas de grafeno.
Una vez fabricados estos pequeños tubos, los investigadores los incorporaron en un sensor de gas que, según los científicos, al tener unas estructuras más parecidas a los capilares de la nariz de un perro, tiene “una mejora significativa en la detección” de olores.
Aunque pueda parecer que diseñar una nariz artificial es una locura propia de científicos aburridos, la realidad es que tener dispositivos que puedan detectar con más precisión la composición de un gas en el aire es algo tremendamente útil.
De hecho, en 2016, un equipo internacional de científicos con participación de investigadores españoles desarrolló una nariz artificial que era capaz de detectar el cáncer de pulmón a través del aliento de los pacientes.
Fuente: Tecnoxplora