Chilenos trabajan en retina computacional capaz de imitar el ojo de un roedor
Un equipo de científicos chilenos participa en un proyecto internacional tendente al desarrollo de una retina computacional capaz de imitar el ojo de un roedor, con la esperanza de que a futuro sea utilizada en personas que han sufrido daños en ese tejido de su globo ocular.
Para ello, se trabaja en un robot de aprendizaje continuo y autónomo en lugar de los actuales, cuyo aprendizaje se encuentra limitado a los programas que se les implanta, informaron los investigadores.
El trabajo es dirigido por el biólogo computacional Tomás Pérez-Acle y el neurocientífico Adrián Palacios, del Instituto Milenio, Centro Interdisciplinario de Neurociencia, de la Universidad de Valparaíso y financiado por la Oficina de Investigación de la Fuerza Aérea estadounidense (Afosr, en inglés).
También tiene el apoyo de INTEL, la principal fábrica de circuitos integrados, que espera producir un robot capaz de superar la barrera mítica de la cibernética, llamada “prueba de Turing”.
Pérez-Acle, también investigador de la Fundación Ciencia para la Vida, está encargado de producir los programas de inteligencia artificial que imitarán el comportamiento de la retina del negus, un roedor chileno.
La retina, según Pérez Acle, es parte del cerebro y por tanto, lo que desarrolla su equipo es la imitación de su funcionamiento.
“Cuando subo a mi moto, en los primeros instantes todo el campo visual vibra, pero en pocos minutos la vibración desaparece, porque mi cerebro y en particular la retina, la anula, pues se enfoca en elementos que puede reconocer”, ejemplificó.
“Nuestro cerebro no es solo la masa encefálica, sino también el ojo. La retina está llena de neuronas y esas neuronas forman parte del cerebro”, remarcó.
“Cuando el cerebro procesa imágenes, pasan primero por la retina, que las transfiere al tálamo y éste a la corteza. Eso lo conocemos hace mucho, pero ahora también sabemos que la retina procesa las imágenes y las codifica de forma que el cerebro las entienda de manera óptima”, explicó.
La idea sigue el concepto desarrollado por el matemático inglés Alan Turing, según el cual se podría llegar a un grado de evolución de los sistemas automáticos que pudieran establecer un diálogo con los humanos, de tal carácter que fuera imposible para éstos reconocer que están contactados con una máquina.
Turing fue quien descifró el “código Enigma” de los nazis, lo que permitió la victoria de los aliados en la segunda Guerra Mundial, pero más tarde fue condenado a prisión y castrado químicamente por ser homosexual.
Para llegar al nivel descrito por Turing, los computadores deben ser capaces de pasar a una etapa superior de la que han conseguido hasta ahora, es decir, del entrenamiento limitado al aprendizaje continuo.
Los investigadores chilenos esperan que la retina computacional que construyen permita que un robot supere la prueba de Turing, para lo cual el equipo forma parte de la iniciativa INTEL Neuromorphic Research Community (INRC), que reúne a científicos de diversos centros internacionales, incluidos la NASA y el MIT.
En concreto, los chilenos diseñan un conjunto de programas que, aplicando inteligencia artificial, imitarán el funcionamiento de la retina, explicó Pérez-Acle
“Tenemos una primera capa que simula lo que hace ese tejido; luego, una segunda capa emulará lo que hace el tálamo y una tercera imitará la función de la corteza del cerebro”, describió.
“Entre la capa de la corteza y el tálamo añadiremos otra función especial, que creemos la base del aprendizaje continuo: las llamadas ondas alfa y beta del cerebro”, añadió.
Se trata de una función que conecte los patrones generados por la corteza, la retina y el tálamo, y genere otras funciones, matemáticas que permitan clasificar y almacenar imágenes, destacó.
De tener éxito, “será un paso relevante para permitir el aprendizaje continuo de los sistemas informáticos, que es la base para que en algún momento alcancemos la singularidad”, es decir, el autómata que supere la prueba de Turing.
El mecanismo va a ser introducido en un chip, que será puesto a disposición de INTEL y de la comunidad académica, e integrado a componentes desarrollados por otros equipos del proyecto INRC.
Se prevé que INTEL lance los primeros chips neuromórficos en 2020, fecha en que “no van a estar en los escritorios de todas las personas, sino todavía a nivel de investigación, pero van a tener una capacidad de operar similar a la del cerebro humano”.
En la actualidad, “ya hay aproximaciones a esta tecnología en circulación y su presencia irá paulatinamente en aumento”, anunció.
Fuente: latercera.com