Via CRISPR, interrumpir de forma temporal dolor en ratones imitando una rara mutación
El artista callejero tenía solo 10 años. Se clavaba cuchillos en los brazos y caminaba sobre brasas calientes. A los 14 años estaba muerto. Alguien lo desafió a saltar desde un tejado. Lo hizo, sabiendo que no le dolería.
El caso de ese chico pakistaní con un trastorno genético raro se describió en 2006. Podía sentir el calor y el frío y la textura de los objetos, pero nunca sintió el dolor.
Ahora, los científicos han relacionado este descubrimiento con la herramienta de edición de genes CRISPR, en el que aseguran que es un paso hacia una terapia génica que podría eliminar el dolor severo causado por la diabetes, el cáncer o los accidentes de coches sin los efectos adictivos de los opioides.
El nuevo enfoque para la erradicación del dolor, que imita la rara mutación de ADN que tenía el niño pakistaní, se demostró en ratones en el laboratorio de Prashant Mali en la Universidad de California en San Diego (EE.UU.). La investigación fue dirigida por la que es ahora CEO de la start-up Navega Therapeutics, Ana Moreno, que planea desarrollar un tratamiento CRISPR para el dolor.
La investigación, en la que CRISPR se utilizó para bloquear temporalmente una molécula clave en las neuronas transmisoras de dolor en la médula espinal de los ratones se describió en un estudio prepublicado en julio. La compañía no quería comentarlo antes de que el informe se publique oficialmente, pero la idea es inyectar el líquido cefalorraquídeo con partículas virales que transporten una versión modificada de CRISPR diseñada para interrumpir las señales de dolor.
Las primeras pruebas de terapias genéticas CRISPR en humanos comenzaron recientemente. Este año, CRISPR Therapeutics empezó a tratar a pacientes con anemia de células falciformes, y otra compañía, Editas Medicine, planea intentar revertir una enfermedad cegadora hereditaria. Ambos programas suponen la alteración de las secuencias de ADN en el genoma de una persona para que se activen los genes necesarios.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (EE. UU.), un tratamiento para el dolor extendería las terapias CRISPR a trastornos mucho más comunes: aproximadamente el 20 % de los estadounidenses tienen dolor crónico. El proyecto también destaca cómo, al extraer las rarezas genéticas, los científicos pueden identificar las causas de las superpotencias físicas de ciertas personas tan inusuales y utilizar la edición de genes para otorgarlas a otros.
Encontrar el gen del dolor
La lucha por una nueva generación de tratamientos para el dolor comenzó cuando los científicos se centraron en un gen llamado SCN9A, que hace que una molécula, llamada Nav1.7, esté presente en los nervios, ya que tiene un papel clave en la transmisión del dolor al cerebro.
La evidencia del papel central de este gen provino de personas con síndromes hereditarios extraños. Algunas mutaciones en ese gen hacen que las personas sientan más dolor. El niño pakistaní, en cambio, era miembro de una familia con una mutación que desactivó por completo el gen SCN9A.
El claro efecto de las diferencias genéticas (más dolor por un lado, sin dolor si la mutación inactiva el gen) atrajo un gran interés de las compañías farmacéuticas. El gen ha sido descrito como un ejemplo perfecto de cómo se pueden descubrir los valiosos objetivos de los fármacos al estudiar a personas con algunos rasgos raros.
Hasta ahora, los esfuerzos para imitar el efecto que elimina el dolor con medicamentos convencionales no han tenido un éxito tan claro. La compañía Genentech afirma que todavía está buscando medicamentos “altamente dirigidos” para bloquear Nav1.7 y recientemente describió cómo era posible realizarlo con las toxinas de los escorpiones y las tarántulas.
Los investigadores han intentado utilizar anteriormente la terapia génica para amortiguar la actividad de Nav1.7. Se intentó en 2005 utilizando otra técnica de modulación de genes, y al menos dos compañías, Voyager Therapeutics y Coda Biotherapeutics, están explorando posibles tratamientos.
Sin embargo, el nuevo estudio es el primero en usar CRISPR para tratar el dolor en ratones. “Los datos de los animales sugieren que todavía sienten como un caldero caldera ardiendo, pero el dolor podría disminuir mucho”, explica el investigador del University College de Londres (EE.UU.) John Wood. Él cree que el uso de CRISPR para tratamientos es “un gran avance”.
Pese a ello, hay algunos inconvenientes cuando se elimina el dolor. Las personas con la mutación genética que no sienten dolor tienen un sentido del olfato limitado y, sin dolor, no saben cuándo están lesionadas. Varios miembros de la familia paquistaní cojeaban porque tenían las piernas rotas. Otros habían perdido partes de la lengua, se las habían mordido.
Todavía hay muchas preguntas sin respuesta sobre si CRISPR será una solución útil para el dolor, incluido cuánto tiempo duraría el efecto y cómo afectaría el dolor preexistente, algo que los investigadores no observaron. La terapia génica también es de alta tecnología y muy costosa: un tratamiento recientemente aprobado cuesta 1,9 millones de euros.
“Va a ser una gran apuesta para los inversores llevarlo a cabo en este momento”, opina Wood. “Es fascinante, y estoy seguro de que sucederá… pero es problemático ahora”.
¿Un futuro de supersoldados?
Es probable que las nuevas tácticas de control del dolor atraigan el interés de los militares, que están estudiando tecnologías que permitirían a los soldados mantenerse en movimiento, seguir disparando y comunicarse durante días después de una lesión, según indica el resumen de una próxima ponencia del experto del Comando de Investigación y Desarrollo Médico del Ejército de EE. UU. Peter Murray. Murray destaca que la gran pregunta sería: “¿Podemos crear un analgésico que pueda tratar el dolor severo y postraumático que no interfiera con la cognición o el control motor?”
En 2017, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, afirmó a los estudiantes en un festival de la juventud en Sochi que la ingeniería genética podría crear soldados que no sientan el dolor ni el miedo, lo que podría ser “más aterrador que la bomba nuclear”.
Además de la mutación que elimina el dolor, hay una variante genética que podría permitir que un controlador aéreo, o un soldado, duerma solo cuatro o cinco horas al día. A medida que las técnicas de terapia génica avanzan y se vuelven menos costosas, podría ser factible mejorar a las personas de forma rutinaria con cambios genéticos similares.
Fuente: technologyreview.es