Veinte grandes mentes exploran cómo sobrevivir a nosotros mismos
Bill Gates, fundador de Microsoft, cree que los robots deben pagar impuestos. Si las máquinas van a quedarse con los empleos de millones de personas, estas deben contribuir al fisco tal y como ahora hacen los trabajadores de carne y hueso. La propuesta del magnate durante una entrevista a Quartz es una derivada de la cuarta revolución industrial, en la que la inteligencia artificial, la robótica y la capacidad sin precedentes de los humanos de modificar su biología pueden acarrear cambios mucho más radicales que los que llegaron con la máquina de vapor, la electricidad y la electrónica.
En el nuevo libro El próximo paso: La vida exponencial, veinte autores exploran las recetas para que las nuevas tecnologías estén al servicio de los humanos y no al contrario. Varios de sus responsables lo presentaron ayer durante un acto en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge (Massachusetts, Estados Unidos).
En el futuro, el trabajo dejará de definir quién es una persona, opinó Seán Ó hÉigeartaigh, director del Centro de Estudios del Riesgo Existencial de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y coautor del libro, publicado por el proyecto OpenMind de BBVA, dedicado a la innovación y el conocimiento científico y tecnológico. “La gente no necesita un trabajo sin sentido para sentir que su vida tiene un significado, especialmente si se trata de trabajos repetitivos”, señaló.
“Los ordenadores no tiene capacidad de juicio, puedes crear un robot que tenga la posibilidad de agarrar un determinado objeto, pero no que tenga el entendimiento que caracteriza a cualquier trabajador”, explicó Joseph Paradiso, investigador del MIT. La creatividad, dijo, es otra de las capacidades humanas que probablemente las máquinas nunca puedan desarrollar por completo y, por tanto, uno de los campos en los que habrá más oportunidades de trabajo en el futuro. “Hay que establecer un impuesto para los robots”, opina Paradiso y, probablemente este sirva para fijar “también una renta universal” que garantice la prosperidad de las personas.
Las anteriores revoluciones industriales han destruido muchas formas de trabajo, pero también han generado otras nuevas. Aún está por ver si lo mismo se cumple esta vez. Lo que es incontestable es que los robots van a estar cada vez más presentes en nuestras vidas, opina Jonathan Rossiter, catedrático de robótica de la Universidad de Bristol. Este ingeniero asegura que los robots serán blandos y “mucho más parecidos a una bacteria que a Terminator”. Rossiter diseña robots capaces de digerir desechos y transformarlos en energía y piensa que, en el futuro, tecnologías similares se emplearán en la creación de músculos artificiales y tejidos capaces de devolver a las personas mayores parte de la movilidad perdida, e incluso nanomáquinas del tamaño de virus que pueden ayudar a detectar y tratar enfermedades. “Los robots blandos serán biodegradables, van a estar dentro de nosotros, sobre nosotros y también en nuestro entorno, cambiándolo para mejor”, aseguró el investigador.
La nueva herramienta de edición genómica CRISPR ofrece una oportunidad sin precedentes para curar enfermedades, ha reconocido Stephen Lipkin, experto en genética del cáncer de la Universidad Cornell (Estados Unidos). Pero también abre la posibilidad de editar el genoma de embriones y generar humanos que, por ejemplo, tengan el doble de músculo y apenas grasa, todo usando el llamado cortapega genético sobre el mismo gen. La clave, resalta, será la política, ya que esta puede evitar las desigualdades y “hacer la tecnología y la salud mejor para todo el mundo”.
De todas las amenazas actuales, la situación política es la más “preocupante”, opinó por su parte Francisco González, presidente de BBVA, quien reconoce las importantes incertidumbres que las nuevas tecnologías y la irrupción de los “gigantes de internet” como Google traen consigo. “Nos dirigimos hacia una nueva y mejor industria financiera”, opina, “pero no sabemos exactamente cómo va a ser, ni siquiera sí los bancos van a ocupar un lugar en ella”.
Fuente: elpais.com