Una proteína podría ser clave en la propagación de una enfermedad transmitida por garrapatas
Expertos de la Universidad Estatal de Washington advirtieron en un estudio que la denominada AteA es secretada por la bacteria y sería crucial en la supervivencia del patógeno dentro del insecto. Los detalles
Las garrapatas son el vector número uno de peligrosos patógenos, tanto para humanos como para el ganado en todo el mundo. Sin embargo, se trata de un área poco investigada. Es por eso que se realizó un estudio dirigido por investigadores de la Universidad Estatal de Washington (WSU), el cual se identificó una proteína que parece desempeñar un papel fundamental en cómo una bacteria dañina se establece en estos insectos antes de transmitirse a huéspedes humanos.
Se trata del patógeno que provoca la enfermedad anaplasmosis, la cual, de no ser tratada puede generar complicaciones graves o hasta poner en riesgo la vida. Es por eso que, al examinar el agente zoonótico transmitido por garrapatas, Anaplasma phagocytophilum, los investigadores identificaron una proteína secretada por la bacteria que es esencial para su supervivencia y propagación en las células de la garrapata.
Los hallazgos, que se publicaron en la revista mBio de la Sociedad Americana de Microbiología, prometen una comprensión más profunda de cómo estas bacterias persisten y se propagan dentro de las garrapatas, lo que podría si podemos desentrañar los mecanismos en juego aquí, podríamos bloquear esta proteína y evitar que las garrapatas propaguen la bacteria a las personas; podríamos romper todo ese ciclo de transmisión.
Las investigaciones anteriores sobre estas bacterias se han concentrado predominantemente en huéspedes mamíferos, mientras que se ha prestado atención limitada a comprender cómo el patógeno prospera y se propaga dentro de las garrapatas.
Anaplasma phagocytophilum es el agente causante de la anaplasmosis, una enfermedad transmitida a los humanos a través de picaduras de garrapatas, principalmente de la especie de patas negras y de la occidental de patas negras. Si bien se puede tratar con antibióticos, la enfermedad puede provocar síntomas como fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, dolores musculares y, a veces, enfermedades graves que, hasta incluso, ponen en riesgo la vida de quien la padece.
Obstaculizar el camino
Durante las últimas dos décadas, los casos de anaplasmosis han ido en aumento en EEUU. Por ejemplo, pasando de 348 en 2000 a 5.655 en 2019, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Además, existe la sospecha de que muchos casos no se denuncian. Simplemente se ha vuelto más común, está poco diagnosticada y poco reconocida, aunque es una amenaza creciente.
Las garrapatas contraen la bacteria cuando se alimentan de un animal infectado. Dentro del insecto, el objetivo de la bacteria es pasar el tracto digestivo e infectar las glándulas salivales, donde se acumulará y esperará la transmisión al siguiente mamífero del que se alimente la garrapata, perpetuando el ciclo.
Las bacterias emplean una proteína secretada específica, AteA, para inyectar y reprogramar células huésped en las garrapatas, las cuales son efectoras bacterianas secretadas que pueden apuntar y manipular las vías del huésped para beneficiar al patógeno.
En el caso de AteA, es esencial para la supervivencia de las bacterias en las garrapatas al interactuar con la actina cortical, el andamiaje estructural de la célula huésped. Todavía estamos en el proceso de caracterizar exactamente qué hace la proteína, pero nuestra investigación ya ha demostrado que es la primera proteína secretada específicamente importante para las garrapatas.
Una vez que la bacteria llega a un huésped mamífero, la proteína ya no parece desempeñar ningún papel, lo que sugiere que está adaptada específicamente para las interacciones con garrapatas. Los investigadores anticipan que, además de AteA, existen proteínas que contribuyen a la supervivencia de las bacterias dentro de los insectos.
El próximo paso será conocer cómo la bacteria regula la expresión de proteínas como AteA durante las infecciones tanto de mamíferos como de garrapatas y cómo distinguen entre sus dos huéspedes.
Es por eso que en lugar de intentar tratar a una persona después de que esté infectada con Anaplasma phagocytophilum, podemos hacerlo de manera que las garrapatas no puedan propagar la bacteria.
*Jason Park, autor correspondiente del estudio y asistente de investigación de la Facultad de Medicina Veterinaria de Universidad Estatal de Washington (WSU), Estados Unidos
Fuente: infobae.com