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Una nueva expedición sufre la ‘maldición’ de Shackleton en la Antártida

Una expedición internacional a la Antártida que quería encontrar el buque hundido del célebre explorador británico Ernest Shackleton ha tenido que dar la vuelta y volver a casa. Tras dos semanas estudiando el efecto del calentamiento global sobre uno de los mayores glaciares antárticos, la expedición científica había puesto rumbo hacia el lugar en el que esperaban encontrar el Endurance, el bergantín-goleta de tres mástiles cuyo naufragio en noviembre de 1915 puso fin a la edad heroica de la exploración de la Antártida. Shackleton y su tripulación lograron sobrevivir, pero el navío se hundió unos 3.000 metros en las gélidas aguas del mar de Weddell.

Los científicos alcanzaron el lugar del hundimiento a principios de esta semana, después de navegar centenares de kilómetros de mar helado a bordo del poderoso rompehielos sudafricano S.A. Agulhas II. Nada más llegar, los investigadores sumergieron un robot que tenía por misión trazar un mapa del suelo marino de 20 kilómetros cuadrados, y que sería la avanzadilla de un segundo vehículo autónomo sumergible con el que pensaban fotografiar los restos del buque.

Pero el mar que más de cien años atrás engulló al Endurance no se lo iba a poner tan fácil. La esperanza de los investigadores se desvaneció a medida que las condiciones meteorológicas y del hielo empeoraron. Tras treinta horas monitorizando el descenso del robot a las profundidades, los científicos perdieron su rastro. Poco después, el S.A. Agulhas II quedó atrapado en el hielo, forzando a los líderes de la expedición a abandonar su objetivo y retornar a Ciudad del Cabo.

“Estamos profundamente decepcionados al ver que después de un esfuerzo tan grande y de superar varios contratiempos, no hemos podido encontrar el Endurance”, afirma desde el rompehielos John Shears, geógrafo polar y uno de los líderes de la expedición.

Según Mensun Bound, arqueólogo marítimo y director de las tareas de exploración de la expedición, la decisión de abandonar ha supuesto un duro golpe para el equipo. “Shackleton describió la tumba del Endurance como ‘la peor porción del peor mar del mundo’. El hielo y lo que Shackleton denominó ‘las condiciones infernales del mar de Weddell’ han vencido a nuestros bien trazados planes”.

Pocos días antes del fracaso, otro de los investigadores que encabezan la expedición, Julian Dowdeswell, explicaba a EL PAÍS que esta era una oportunidad única para hallar el pecio. “No ha habido ningún otro intento de esta magnitud ni con la experiencia que nosotros tenemos, y nunca nadie se ha encontrado tan cerca del lugar en el que se cree que yacen los restos”, dijo el director Scott Polar Research Institute, un centro de investigación polar adscrito a la Universidad de Cambridge.

Los investigadores creían que las bajas temperaturas del agua, que impiden la vida de numerosos organismos que habrían podido descomponer la madera del buque, habrían podido contribuir a preservar el buque.

El Endurance era uno de los dos barcos de la expedición de Shackleton, quien se proponía atravesar la Antártida por tierra, el único reto antártico por alcanzar que aún le podría reportar fama mundial, después de que el noruego Roald Amundsen alcanzó el Polo Sur en 1911.

Esta era la tercera vez que Shackleton se aventuraba en el continente antártico. Su plan consistía en enviar a una tripulación principal a bordo del Endurance que navegaría por el mar de Weddell y desembarcaría cerca de la bahía Vahsel, desde donde comenzaría su travesía por tierra para atravesar el continente pasando por el Polo Sur. Un segundo navío, el Aurora, se encaminaría hacia el extremo opuesto de la Antártida, al estrecho de McMurdo, donde la tripulación secundaria prepararía material y suministros para la supervivencia de la tripulación principal liderada por Shackleton.

El plan fracasó cuando los fuertes vientos empujaron al Endurance contra los peligrosos bloques de hielo afilado del mar de Weddell, el mismo al que ahora se enfrenta la expedición de Dowdeswell. La tripulación de Shackleton solo podía esperar que la dirección del viento diese un giro y les salvase de la ruina, o que el buque, uno de los más resistentes fabricados con madera hasta entonces, pudiera sobrevivir al persistente roce. Tras meses a la deriva, a merced del hielo y los vientos, el casco del Endurance se resquebrajó y el barco terminó hundiéndose, condenando a los náufragos a meses de sufrimiento y condiciones extremas. Después de un épico viaje de Shackleton y cinco de sus hombres a bordo de una de las lanchas del Endurance hasta una base ballenera en Georgia del Sur, el resto de los tripulantes pudo ser rescatado de la isla en la que habían encontrado refugio.

“La aventura del Endurance tiene una gran relevancia histórica, además de un enorme interés humano”, comenta Dowdeswell, especialista en dinámica de glaciares. El instituto para el que trabaja posee una colección de objetos de varias expediciones británicas a los polos, incluidos los diarios originales de Shackleton y el sextante utilizado por Frank Worsley, el capitán del Endurance. Los investigadores se han servido de estos archivos para calcular el punto exacto en el que el barco debe encontrarse. La perspectiva de fotografiar los restos del Endurance a tres mil metros de profundidad de alguna manera completaba la colección, dice el científico.

Dowdeswell espera ahora que el interés mundial generado por la expedición sirva para divulgar la importancia de la conservación de la Antártida. “Gracias a los datos científicos recabados durante la expedición, hemos profundizado nuestro conocimiento de la oceanografía y los ecosistemas antárticos, y nuestras observaciones de la glaciología y geología desempeñarán un papel fundamental en nuestra comprensión del hielo de la Antártida y, sobre todo, de los cambios que se están produciendo”, afirma.

Fuente: elpais.com