Un gusano acorazado revela los ancestros de tres grupos de animales
Un gusano fósil bien conservado que data de hace 518 millones de años se parece al ancestro de tres grandes grupos de animales vivos, según un estudio publicado en la revista ‘Current Biology’.
El gusano fósil, llamado Wufengella y desenterrado en China por científicos de las universidades de Bristol y Oxford, y del Museo de Historia Natural, en Reino Unido, medía media pulgada de largo y era una criatura rechoncha cubierta por un denso conjunto de placas que se superponían regularmente en su espalda, y que pertenecía a un grupo extinto de organismos gelatinosos llamados tommotios.
Alrededor de la armadura asimétrica había un cuerpo carnoso con una serie de lóbulos aplanados que sobresalían de los lados. Entre los lóbulos y la coraza salían del cuerpo haces de cerdas. Los numerosos lóbulos, los haces de cerdas y el conjunto de conchas en el dorso son pruebas de que el gusano estaba originalmente seriado o segmentado, como una lombriz de tierra.
El coautor del estudio, el doctor Jakob Vinther, de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bristol, comenta en un comunicado que “parece la improbable descendencia entre un gusano de cerdas y un molusco chitón. Curiosamente, no pertenece a ninguno de esos grupos”.
El reino animal consta de más de 30 grandes planes corporales clasificados como filos. Cada filo alberga un conjunto de características que los diferencian unos de otros. Sólo unos pocos rasgos son compartidos por más de un grupo, lo que demuestra el rápido ritmo de evolución en el que se originaron estos grandes grupos de animales, la llamada Explosión Cámbrica, hace unos 550 millones de años.
Los braquiópodos son un filo que se asemeja superficialmente a los bivalvos (como las almejas) por tener un par de conchas y vivir adheridos al fondo marino, a las rocas o a los arrecifes. Sin embargo, al observar su interior, los braquiópodos se revelan muy diferentes en muchos aspectos. De hecho, los braquiópodos filtran el agua mediante un par de tentáculos plegados en un órgano con forma de herradura.
Este órgano se llama lofóforo y los braquiópodos comparten el lofóforo con otros dos grandes grupos llamados forónidos (“gusanos de herradura”) y briozoos (“animales de musgo”). Los estudios moleculares -que reconstruyen los árboles evolutivos a partir de las secuencias de aminoácidos- coinciden con las pruebas anatómicas de que los braquiópodos, los briozoos y los forónidos son los parientes vivos más cercanos entre sí, un grupo llamado Lophophorata por su órgano filtrador.
El coautor, el doctor Luke Parry, de la Universidad de Oxford, añade que “el Wufengella pertenece a un grupo de fósiles del Cámbrico que es crucial para entender cómo evolucionaron los lofóforos. Se llaman tommótidos, y gracias a estos fósiles hemos podido entender cómo los braquiópodos evolucionaron hasta tener dos conchas a partir de ancestros con muchas placas similares a las de las conchas dispuestas en un cono o tubo”.
“Conocemos desde hace mucho tiempo este grupo de tommotios llamado camenellanos –prosigue–. Los paleontólogos han pensado que esas conchas estaban unidas a un organismo ágil -que se arrastraba- en lugar de estar fijas en un lugar y alimentarse con un lofóforo”.
El equipo, formado por paleontólogos de la Universidad de Bristol, la Universidad de Yunnan, el Museo de Historia Natural de Chengjiang, la Universidad de Oxford, el Museo de Historia Natural de Londres y el Muséum national d’Histoire Naturelle de París (Francia), demuestra que Wufengella es un tommótido camenélico completo, lo que significa que revela cómo era el tan buscado ancestro gusano de los loforados.
Aunque el fósil cumple la predicción paleontológica de que el linaje ancestral de los loforados era un gusano ágil y acorazado, la aparición de su anatomía blanda pone de manifiesto algunas hipótesis sobre el parentesco de los loforados con los gusanos segmentados.
El doctor Vinther explica que “los biólogos habían observado durante mucho tiempo cómo los braquiópodos tienen múltiples cavidades corporales emparejadas, estructuras renales únicas y haces de cerdas en su espalda cuando son larvas. Estas similitudes les llevaron a observar lo mucho que se parecen los braquiópodos a los gusanos anélidos”.
“Ahora podemos ver que esas similitudes son el reflejo de una ascendencia compartida. El ancestro común de los lofóforos y los anélidos tenía una anatomía muy parecida a la de los anélidos –continúa–. En algún momento, el ancestro tommotideo de los lofóforos se volvió sésil y evolucionó hacia la alimentación en suspensión (captura de partículas suspendidas en el agua). Entonces, un cuerpo largo y agusanado con numerosas unidades corporales repetidas se volvió menos útil y se redujo”.
El coautor Greg Edgecombe, del Museo de Historia Natural, resalta que “este descubrimiento pone de manifiesto lo importantes que pueden ser los fósiles para reconstruir la evolución. Obtenemos una imagen incompleta si sólo miramos a los animales vivos, con los relativamente pocos caracteres anatómicos que se comparten entre los diferentes filos. Con fósiles como el de Wufengella, podemos rastrear cada linaje hasta sus raíces, dándonos cuenta de cómo una vez tuvieron un aspecto totalmente diferente y modos de vida muy distintos, a veces únicos y otras veces compartidos con parientes más lejanos”, destaca.
Fuente: europapress.es