Un fósil único aclara el origen de las aves modernas
Aunque las incógnitas siguen siendo muchas, el primer cráneo casi completo de un Vegavis iaai lo confirma como la primera ave moderna conocida
Un artículo recientemente publicado en la revista científica Nature parece aclarar una disputa paleontológica sobre el origen de las aves modernas. En él, un grupo de investigadores de la Universidad de Ohio aportan pruebas que confirma a Vegavis iaai como el ave moderna más antigua conocida. Para ello, los expertos han analizado un fósil relativamente excepcional porque, a diferencia de los otros ejemplares de Vegavis iaai encontrados, contaba con un cráneo casi completamente preservado. Esto les permitió analizar su anatomía y compararla con la de las aves más modernas, descubriendo que, efectivamente, esta especie cuenta con rasgos propios de las aves que ahora pueblan el planeta.
El fósil fue encontrado en lo que ahora es la Antártida y se trata de un ejemplar que vivió hace 69 millones de años. Para hacernos una idea, esto lo sitúa a finales de la Era Mesozoica, que es la comúnmente llamada “era de los dinosaurios”. Concretamente, entre tres y cuatro millones de años antes de que terminara el Cretácico y los dinosaurios no avianos desaparecieran, dejando solo a los dinosaurios que todavía habitan la Tierra: las aves, porque filogenéticamente son dinosaurios con todos los galones y no como figura poética. Ahora bien… si buceamos un poco en la literatura científica encontraremos que, en realidad, la primera ave de la que tenemos constancia vivió hace 150 millones de años en lo que ahora es el norte de Baviera. Lo más interesante es que ambas afirmaciones pueden ser ciertas, porque estamos hablando de cosas diferentes.
Romantizando los comienzos
Cuando hablamos principios tenemos que enfrentarnos a preguntas incómodas. ¿Cuándo empezaste realmente con tu pareja? ¿Fue el día que os conocisteis? ¿El día que os fuisteis a vivir juntos? ¿El primer beso? ¿Cuándo le dijiste “te quiero”?… Los comienzos son difíciles y en biología pasa lo mismo. ¿Cuál de nuestros antepasados, en concreto, fue el primer Homo sapiens? Para responderlo necesitaremos elegir un rasgo que consideremos suficientemente característico y utilizarlo como frontera: “antes de ese rasgo no éramos Homo sapiens”. Puede parecer arbitrario, pero solo lo es hasta cierto grado, esos rasgos no se eligen a dedo, sino que se justifican en función de la anatomía comparada de sus descendientes y sus antecesores.
Por ejemplo: Si todos los miembros de un grupo de animales, en el presente, muestran un rasgo distintivo que no tenían sus ancestros, podríamos decir que ese rasgo es un buen marcador del momento en el que surgieron. Eso es lo que ocurre en este caso. La definición de “aves” es mucho más amplia de lo que podríamos deducir por los ejemplos vivos. Simplificándolo mucho, las aves son animales de sangre caliente con plumas, alas y fúrcula, que es ese hueso en forma de V resultante de la fusión de ambas clavículas y que complica tanto trinchar el pavo en navidad. Por eso muchos expertos consideran que la primera ave conocida fue Archeopteryx. Sin embargo, sus muchos dientes, al estructura de su “pico” y otras cuantas características lo hacen sustancialmente diferente a las aves que estamos acostumbrados a ver en el presente. ¿Tiene sentido seguir considerándolo la primera ave?… La cuestión genera cierta polémica, pero existe una solución sencilla: incluso si podemos considerarlo la primera ave, Archeopteryx no fue la primera ave MODERNA.
Aves muy modernas
Si observamos el cráneo de Vegavis iaai posiblemente no nos sintamos maravillados. No veremos en él rasgos realmente extraños, como la puntiaguda sonrisa de Archeopteryx, tiene los rasgos propios de las aves modernas y, entre ellas, los investigadores han hecho hincapié en dos: el pico largo y puntiagudo y la forma de su cerebro. Cierto es que algunas aves modernas tienen picos relativamente cortos y romos, como los periquitos o los frailecillos, pero la palabra clave es “relativamente”. Si comparamos entre sí los picos de las aves modernas, lógicamente los habrá más cortos y más largos. Si ampliamos el panorama a “las aves” en general, modernas y no, veremos que los picos al principio eran diferentes y las particularidades anatómicas de su cubierta córnea, llamada propiamente “ranfoteca”, son más finas y cuantitativas de lo que podemos captar con palabras llanas, como “largo y puntiagudo”, pero sirven para hacernos una idea.
En cuanto al cerebro, si bien no podemos conocerlo en detalle porque no fosiliza, podemos deducir su forma y volumen a partir de la cavidad craneal. Algo así como deducir cómo de cabezón es alguien por el tamaño del sombrero que han dejado colgado en el perchero. En este caso, el cerebro de Vegavis iaai es único entre todas las aves del Mesozoico que conocemos y, simultáneamente, sorprendentemente parecido al de las aves modernas.
Patos y gansos
“Pocas aves tienen la capacidad de provocar tantos debates entre los paleontólogos como Vegavis”, comenta el Dr. Torres, autor principal del estudio y actualmente profesor en la University of the Pacific. “Este nuevo fósil ayudará a resolver muchas de esas discusiones. La más importante de ellas: ¿en qué posición se encuentra Vegavis en el árbol genealógico de las aves?” Según el estudio y a partir de la anatomía de su cráneo, habría sido un pariente primitivo de patos y gansos, con un estilo de vida posiblemente acuático que aprovechaba el clima templado y frondoso de la Antártida cretácica, un vergel que pudo servir de refugio para las primeras aves modernas, suficientemente lejos de la península de Yucatán, donde calló el meteorito que puso fin al Mesozoico.
Fuente: larazon.es