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Un estudio prueba que tejido cerebral podría ‘cultivarse’ en laboratorio para reparar lesiones

Los científicos cultivaron organoides de cerebro humano, luego se trasplantaron a los cerebros de ratas adultas que habían sufrido lesiones en la corteza visual

Un innovador estudio científico que tiene como objetivo allanar el camino para encontrar nuevos tratamientos para graves lesiones cerebrales, trasplantó tejido cerebral humano en cerebros de ratas, demostrando que los “organoides del cerebro humano” (bolas de neuronas del tamaño de una semilla de sésamo) pudieron integrarse en el cerebro del roedor, vincularse con sus suministros de sangre y comunicarse con las neuronas.

Isaac Chen, médico y profesor asistente de neurocirugía en la Universidad de Pensilvania, destacó que “esto es increíblemente emocionante”, ya que con el tiempo podrían hacer crecer en el laboratorio gotas de tejido cerebral a partir de las propias células del paciente y usarlas para reparar las lesiones cerebrales causadas por un accidente cerebrovascular o un traumatismo.

La investigación es la última en el campo éticamente complejo y de rápido crecimiento de los organoides cerebrales y la primera demostración de que el tejido cerebral cultivado en laboratorio se puede implantar con éxito en el sitio de una lesión para reparar el cerebro de un adulto, lo que sugiere que podría haber futuras aplicaciones clínicas, aunque esto podría tardar entre entre cinco y diez años.

De acuerdo a una nota reseñada por el diario The Guardian, los investigadores han demostrado que cuando se cultivan en las condiciones adecuadas, las neuronas comienzan a formar diminutas estructuras similares a las del cerebro, lo que permite investigar condiciones de desarrollo como el autismo y una amplia gama de preguntas básicas de neurociencia.

Los científicos cultivaron organoides de cerebro humano en un plato hasta que tenían alrededor de 1,5 mm de diámetro, luego se trasplantaron a los cerebros de ratas adultas que habían sufrido lesiones en la corteza visual.

Como resultado, en tres meses los organoides injertados se habían integrado con el cerebro de su huésped, conectándose con el suministro de sangre, expandiéndose a varias veces el volumen inicial y enviando proyecciones que se vincularon con las neuronas de la rata.

Sin embargo, los expertos no evaluaron si los implantes mejoraron el funcionamiento de las ratas, aunque las pruebas mostraron que las neuronas humanas emitían señales eléctricas cuando las ratas estaban expuestas a luces intermitentes.

“Al introducir racionalmente estas unidades de procesamiento diseñadas en áreas específicas del cerebro lesionado, creemos que la mayor capacidad computacional de esas áreas daría como resultado una restauración suficiente de las redes cerebrales para restaurar la función neurológica”, dijo Chen.

Fuente: elciudadano.com