Un estudio identifica un mecanismo que ‘anima’ al cerebro a autorrepararse tras un ictus isquémico
Investigadores de la Universidad Médica y Dental de Tokio (Japón) han identificado lípidos que estimulan los mecanismos de autorreparación del cerebro tras un ictus isquémico.
Los pacientes suelen experimentar un deterioro funcional tras un ictus isquémico, especialmente debido a la resistencia del cerebro a regenerarse tras el daño. Sin embargo, aún hay posibilidades de recuperación, ya que las neuronas supervivientes pueden activar mecanismos de reparación para limitar e incluso revertir el daño causado por el ictus. Pero, ¿cómo se activa?
En este estudio, publicado en la revista científica ‘Neuron’, estos investigadores japoneses han aportado nuevos conocimientos sobre esta cuestión al identificar un nuevo mecanismo. Descubrieron que las neuronas que rodean la zona de muerte celular segregan lípidos que pueden desencadenar la reparación neuronal autónoma del cerebro tras una lesión cerebral isquémica.
Un ictus isquémico se produce cuando se bloquea el suministro de sangre al cerebro y se produce la muerte de células cerebrales. Esta afección es potencialmente mortal y los pacientes pueden desarrollar discapacidades funcionales. Aunque el cerebro adulto puede autorrepararse, es necesario aclarar los mecanismos subyacentes.
La inflamación del cerebro contribuye a los efectos del ictus isquémico. “Hay pruebas de que se producen más lípidos tras las lesiones tisulares y contribuyen a regular la inflamación”, ha explicado Takashi Shichita, autor principal del estudio.
Los científicos investigaron los cambios en la producción de metabolitos lipídicos en ratones tras un ictus isquémico. Curiosamente, los niveles de un ácido graso específico llamado ácido dihomo-y-linolénico (DGLA) y sus derivados aumentaron tras el ictus.
Los investigadores descubrieron además que una proteína conocida como PLA2GE2 (una enzima del grupo IIE de la fosfolipasa A2) media el aumento de DGLA. Al manipular la expresión de PLA2GE2, también demostraron su impacto en la recuperación funcional. La deficiencia de PLA2GE2 provocó más inflamación, menor expresión de factores que estimulan la reparación neuronal y más pérdida de tejido. El equipo prosiguió con la identificación de las dianas de PLA2GE2/DGLA.
“Cuando observamos los genes expresados en ratones que carecían de PLA2GE2, encontramos niveles bajos de una proteína llamada peptidil arginina deiminasa 4 (PADI4). La PADI4 regula la transcripción y la inflamación. Sorprendentemente, la expresión de PADI4 en ratones limitó la extensión del daño tisular y la inflamación tras el ictus isquémico”, ha detallado Akari Nakamura, otro de los responsables de la invetigación.
Además, el estudio demuestra que PADI4 promueve la transcripción de genes implicados en la reparación cerebral. También identifica toda la vía de señalización implicada en este proceso.
La mayoría de los datos se obtuvieron en un modelo de ratón de ictus isquémico. Sin embargo, es probable que la vía de recuperación exista en humanos, ya que los investigadores descubrieron que las neuronas que rodean el lugar del ictus expresan PLA2G2E y PADI4 en humanos. Además, otro estudio detectó que el nivel sérico más bajo de DGLA se correlacionaba con el ictus isquémico grave y los trastornos cognitivos en humanos.
Este estudio describe un nuevo mecanismo que desencadena la reparación cerebral tras un ictus isquémico, lo que podría conducir al desarrollo de compuestos que promuevan los efectos de PADI4, que estimulen la recuperación de los pacientes.
También podría cambiar la comprensión y enfoque actuales sobre el ácido eicosapentaenoico (EPA) o el ácido docosahexaenoico (DHA), como únicos lípidos beneficiosos para prevenir la aterosclerosis y las enfermedades vasculares.
Fuente: infosalus.com