La generación Z puede convertirse en la primera que no domine la escritura manual de manera funcional
Un nuevo estudio advierte de que una parte considerable de la generación Z está perdiendo soltura al escribir a mano. Los jóvenes nacidos entre finales de los 90 y la década de 2010 recurren cada vez menos al bolígrafo y al papel, desplazados por el uso constante de dispositivos electrónicos. Según la investigación de la Universidad de Stavanger (Noruega), cerca del 40% de los nativos digitales ya muestra dificultades para mantener una caligrafía fluida, una destreza humana presente desde hace más de cinco milenios.
La investigación se centró en el análisis durante un año completo de estudiantes de más de una treintena de escuelas que trabajaron únicamente con herramientas digitales. Los resultados fueron contundentes: cuatro de cada diez presentaban una letra más torpe, irregular y con rasgos casi infantiles. Los investigadores incluso detectaron que, al volver al papel, muchos parecían procesar la información con mayor lentitud, como si su ritmo de pensamiento no encajara con la escritura manual.
El avance de la tecnología ha transformado la forma de comunicarse de los más jóvenes, que se inclinan por la mensajería instantánea, las abreviaturas y la interacción a través de pantallas. Esta preferencia está provocando un cambio tan profundo que los autores del estudio no descartan que la generación Z se convierta en la primera que no domine la escritura manual de manera funcional.
Los autores del estudio recuerdan que escribir a mano es más que un simple método de comunicación: es un ejercicio clave para el desarrollo cognitivo. La caligrafía activa áreas del cerebro relacionadas con la memoria y la comprensión, y favorece un procesamiento más profundo del lenguaje en comparación con el teclado. Sin embargo, el influjo de las redes sociales y su lógica de inmediatez empujan a los jóvenes hacia textos breves, emociones comprimidas y estructuras similares a un tuit. Ese patrón, señala el informe, acaba trasladándose al entorno académico: trabajos con ideas deshilvanadas, párrafos sin orden y dificultades para construir argumentos extensos, incluso cuando utilizan el ordenador, su herramienta habitual.
Un modelo híbrido
La investigación se centra en cómo este cambio cultural afecta directamente al aprendizaje. El estudio noruego señala que retrasar la enseñanza de la escritura manual en favor del uso de tabletas puede aportar ciertos beneficios, especialmente para estudiantes con dificultades motoras. Aun así, subraya que la caligrafía activa áreas cerebrales vinculadas al reconocimiento visual y al aprendizaje profundo, lo que evidencia que ambas formas de escritura —digital y manual— cumplen funciones complementarias en el desarrollo educativo.
Por ello, los expertos proponen un modelo híbrido en las aulas, alternando entre herramientas tecnológicas y práctica en papel. Algunos investigadores van más allá y defienden reservar tiempo específico para ejercitar la caligrafía, no solo como habilidad técnica, sino como un componente esencial del desarrollo cognitivo y emocional. Paradójicamente, las mismas tecnologías responsables de la pérdida de destreza manual se plantean ahora como posibles aliadas. Dispositivos como el iPad o el Apple Pencil buscan replicar la experiencia del trazo en un entorno digital, aunque su eficacia real y su impacto a largo plazo en el aprendizaje siguen bajo estudio.
Pero este fenómeno ya no solo afecta a la escritura en papel. A estas preocupaciones se suman los avisos de docentes y especialistas sobre los efectos que el uso excesivo de pantallas tiene en la salud física y mental de los adolescentes. Entre los problemas más frecuentes destacan la hiperactividad, la falta de concentración, alteraciones de la memoria y trastornos del sueño. Un consumo descontrolado de móviles y tabletas incrementa el estrés y la ansiedad, además de dificultar la atención sostenida. Estos riesgos han llevado a varias comunidades educativas a aplicar medidas más estrictas para limitar la presencia de dispositivos en clase.
Pese al avance continuo de la digitalización, centros escolares y universidades coinciden en que la educación tradicional en papel no debe abandonarse. Libros, cuadernos y materiales impresos siguen siendo herramientas fundamentales para estimular la creatividad y favorecer la retención de información. Por ello, la tendencia dominante en los centros educativos apunta hacia un modelo mixto que combine lo mejor de ambos mundos: la tecnología y los métodos clásicos.
Fuente: theobjective.com


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