Un ave ancestral con dedos inéditos, preservada en ámbar
Investigadores han descubierto la pata de un ave de hace 99 millones de años conservado en ámbar que tenía un tercer dedo hiperelongado.
Esta es la primera vez que se observa una estructura de este tipo en las aves, ya sean extintas o vivas, que podrían haber usado para enganchar la comida de los árboles, según publican este jueves en la revista ‘Current Biology’.
«Me sorprendió mucho cuando vi el ámbar –asegura la primera autora, Lida Xing, de la Universidad China de Geociencias, en Pekín–. Esto demuestra que las aves antiguas eran mucho más diversas de lo que pensábamos y habían desarrollado muchas características diferentes para adaptarse a sus entornos».
Para estudiar el fósil del período Cretácico, Xing y sus colegas escanearon el ámbar con micro-CT y crearon una reconstrucción 3D del pie. Descubrieron que el tercer dedo del ave, que mide 9,8 milímetros, es un 41 por ciento más largo que el segundo dedo del pie y 20 por ciento más largo que su tarsometatarso, que es un hueso en la parte inferior de las patas de las aves. El equipo comparó las proporciones con las de otras 20 aves extintas de la misma época y 62 aves vivas y ningún pájaro tiene un pie que se parezca a éste.
Los investigadores lo llamaron ‘Elektorornis chenguangi’. ‘Elektorornis’ significa ‘ave ámbar, y pertenece a un grupo de aves extintas llamadas ‘Enantiornithes’, el tipo más abundante que se conoce en la era Mesozoica. Se cree que se extinguieron durante el evento de extinción Cretácico-Paleógeno hace aproximadamente 66 millones de años, junto con los dinosaurios. No tienen descendientes vivos.
Basado en el fósil, el equipo estima que el ‘Elektorornis’ era más pequeño que un gorrión, y que era arbóreo, lo que significa que pasó la mayor parte de su tiempo en los árboles en lugar de en el suelo o en el agua.
«Los dedos alargados son algo que comúnmente se ve en los animales arbóreos porque necesitan poder agarrar estas ramas y envolverlos alrededor de ellas –explica el coautor Jingmai O’Connor, de la Academia China de Ciencias–. Pero esta diferencia extrema en la longitud de los dedos, hasta donde sabemos, nunca se ha visto antes».
El ámbar en el que se encontró el pie, que mide 3,5 centímetros de largo y que pesa 5,5 gramos, se descubrió alrededor de 2014 en el valle Hukawng de Myanmar. Durante la era mesozoica, el valle estaba lleno de árboles que producían resina, una sustancia pegajosa que brota de la corteza de los árboles. Las plantas y los animales pequeños, como los geckos y las arañas, a menudo quedan atrapados en la resina y se fosilizan con el ámbar después de millones de años.
Los científicos han descubierto muchos animales extintos, incluyendo la abeja más antigua conocida y una cola de dinosaurio con plumas, en ámbar de este valle.
Xing obtuvo el ámbar de un comerciante de ámbar local, que no sabía a qué animal pertenecía este extraño pie. «Algunos comerciantes pensaron que era un pie de lagarto, porque los lagartos tienden a tener dedos largos –explica Xing–. Aunque nunca he visto una garra de pájaro como esta antes, sé que es un pájaro. Como la mayoría de las aves, este pie tiene cuatro dedos, mientras que las lagartijas tienen cinco».
Sigue sin conocerse por qué el ‘ave ámbar’ desarrolló una característica tan inusual. El único animal conocido con dígitos desproporcionadamente largos es el aye-aye, un lémur que usa sus largos dedos medios para pescar larvas e insectos en los troncos de los árboles como alimento. Por lo tanto, los investigadores sugieren que ‘Elektorornis’ podría haber usado su dedo del pie para el mismo propósito.
«Esta es la mejor suposición que tenemos –admite O’Connor–. No hay un ave con una morfología similar que pueda considerarse un análogo moderno para este ave fósil. Probablemente, muchas aves antiguas estaban haciendo cosas completamente diferentes a las aves vivas. Este fósil expone un nicho ecológico diferente que estas aves tempranas experimentaban como evolucionaron».
Ahora el equipo espera extraer las proteínas y pigmentos de algunas plumas expuestas en la superficie del ámbar. Xing cree que esos datos podrían ayudarlos a comprender mejor la adaptación de las aves al medio ambiente, como por ejemplo si tenía camuflaje de plumaje.
Fuente: EP