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Publican imágenes del indígena del hoyo, el hombre más solitario del mundo [VIDEO]

Semidesnudo, con el pelo recogido en una larguísima cola de caballo, este hombre que posiblemente supere los 50 años corta un árbol a hachazos vigorosamente. Se le conoce como el ”indígena del hoyo” por los agujeros que acostumbra a cavar en el suelo, y vive solo en la selva amazónica brasileña desde hace al menos 22 años. Durante todo este tiempo, ni una sola palabra intercambiada, ningún contacto con otro ser humano. Ahora, la Fundación Nacional del Indígena (Funai), encargada de vigilar el territorio donde vive y garantizar su protección, ha publicado las imágenes más nítidas jamás conseguidas del que puede ser el hombre más solitario del mundo.

El “hombre del hoyo” es el único superviviente de una tribu aislada. Caza cerdos, pájaros y monos con arco y flecha y atrapa presas en los agujeros que hace en el suelo, ocultos bajo unas tablas. Planta algunos cultivos como papaya, patata, plátano o maíz. Vive en una cabaña y parece estar fuerte y gozar de buena salud.

El personal de Funai no mantiene contacto con el indígena. Le dejan hacer su vida en solitario. Tan solo le proporcionan algunos objetos que podrían ser útiles para su supervivencia, como semillas y herramientas, dejados en lugares por donde pasa frecuentemente. Su trabajo es, precisamente, conseguir que le dejen tranquilo, que nadie se inmiscuya en su territorio, unas 8.070 hectáreas protegidas en la tierra de Tanaru, en el estado de Rondônia. Creen que el indígena lo prefiere así.

La explicación puede estar en la traumática historia de su pueblo. En la década de los 80, la colonización desordenada, la instalación de granjas y la explotación ilegal de madera, provocaron sucesivos ataques a los pueblos indígenas aislados que hasta entonces vivían en esas regiones, en un constante proceso de expulsión de sus tierras. Muchos murieron tiroteados, según explica la organización gubernamental.

Después del último ataque de granjeros ocurrido a finales de 1995, el grupo del “hombre del hoyo”, que probablemente ya era pequeño (consistía en apenas seis personas), se redujo a un único superviviente. Los culpables jamás fueron castigados. En junio de 1996, la Funai tuvo conocimiento de la existencia de esta tribu a partir de la localización de su asentamiento y otros vestigios. Cuando finalmente confirmó su existencia, ya solo quedaba este hombre.

Voluntad de vivir

En los últimos diez años, la Funai ha realizado 57 incursiones de monitoreo del indígena y cerca de 40 viajes para acciones de vigilancia y protección del lugar. A lo largo del tiempo, registraron varias imágenes suyas, obtenidas por casualidad. “Siempre sabemos más o menos en qué parte se encuentra, lo supervisamos desde lejos”, afirma Altair Algayer, coordinador de la fundación en la zona. Dicen que hace más de cinco años que no se observan invasiones de madereros, una de las mayores amenazas.

Cuando la Funai confirmó la presencia del indígena, realizó algunos intentos de contacto, pero luego dejó de intentarlo al darse cuenta de que esa no era su voluntad. Según explican, su soledad es una elección, por eso la respetan y no le molestan. No es de extrañar dada la suerte que corrieron sus allegados.

Pero lo que más que sorprende a los agentes que siguen al indio es su voluntad de vivir. Para Altair, “ese hombre, que la gente desconoce, aun perdiendo todo, como su pueblo y una serie de prácticas culturales, probó que solo en medio de la selva es posible sobrevivir y resistir a aliarse con la sociedad. Creo que él está mucho mejor así que si se hubiera hecho contacto”.

Fuente: abc.es/ciencia