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Prisioneros de guerra capturados, mutilados y exhibidos como trofeos: la brutalidad del Neolítico en Europa al descubierto

Un hallazgo en fosas comunes de hace 6.000 años en Francia muestra prácticas sistemáticas de violencia, tortura y desmembramiento contra enemigos extranjeros

Parece que la guerra en la prehistoria era mucho más cruel y despiadada de lo que nos habíamos imaginado. Un equipo de investigadores de la Universidad de Valladolid, en colaboración con el Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas (INRAP) de Francia, acaba de publicar un nuevo estudio que ha sacado a la luz el que parece ser uno de los episodios más oscuros y quizá menos conocidos de la Europa en tiempos prehistóricos: unas fosas comunes con prisioneros de guerra del Neolítico así lo atestiguan.

Exibidos como trofeos de guerra

Los expertos, que resumen sus conclusiones en la revista Science Advances, analizaron 82 restos óseos hallados en dos yacimientos del noreste francés, Achenheim y Bergheim, fechados entre el 4300 y el 4150 a.C., durante el Neolítico Medio Tardío. Lo que descubrieron fue una terrible realidad del pasado: los restos humanos presentaban evidencia directa de mutilaciones rituales, torturas, fracturas deliberadas y amputaciones de miembros que, según los autores, habrían formado parte de celebraciones de victoria tras batallas entre comunidades rivales. Pero los traumatismos eran excesivos: los guerreros capturados no solo habían sufrido de traumatismos por objetos contundentes y visto sus extremidades inferiores cercenadas o fracturadas, sino que mostraban múltiples perforaciones en los huesos.

La guerra en el Neolítico

Esto quiere decir que no solo habían sido capturados como prisioneros tras el combate, sino que habían sido mutilados para evitar que las víctimas escaparan y posteriormente exhibidos como trofeos de guerra, ya que en varios esqueletos observaron perforaciones que podrían indicar que los cuerpos fueron fijados en algún tipo de estructura destinada a su exhibición pública tras ser torturados y asesinados. El objetivo, probablemente, sería humillar a dicha comunidad y su manifestación pública habría servido como advertencia para otros.

“La imagen deshumanizada que se crea del enemigo, retratado como depravado y malvado, y por lo tanto merecedor de crueldad y represalias, durante un conflicto prolongado, permitiría a los perpetradores matar y mutilar, y al resto de la comunidad apoyar tales acciones mediante una desvinculación moral. El temor a lo que sucedería si un enemigo demonizado no fuera derrotado, o al menos contenido, se convertiría en una justificación para perpetuar o incluso intensificar la violencia”, aclaran los investigadores.

Cómo se descubrió la identidad de las víctimas

Los fósiles fueron encontrados en sendas fosas colectivas, donde algunos esqueletos completos se hallaban dispuestos en posiciones caóticas y otros con signos evidentes de violencia extrema. Los expertos encontraron tanto fracturas craneales sin cicatrizar como amputaciones de brazos y manos o fracturas en las piernas (con objeto de impedir su escape). El análisis isotópico también reveló que muchas de las víctimas no eran locales, sino extranjeras, probablemente pertenecientes a grupos invasores procedentes del oeste, como la cuenca de París. Y que las que sí lo eran (locales), no mostraron ningún tipo de mutilación, lo que podría indicar que fallecieron defendiendo su territorio.

¿Y quién luchaba contra quién? Los arqueólogos creen que los habitantes de la zona de París invadían lo que hoy es el noreste de Francia. “Es probable que las identidades de este grupo puedan atribuirse a enemigos socialmente remotos, no locales, que se convirtieron en trofeos, o cautivos durante batallas y que pueden haber sido considerados por sus captores como no propiamente ‘humanos’ y, por lo tanto, justificar dicho tratamiento’, concluyen los expertos.

Este espeluznante hallazgo en las fosas de Achenheim y Bergheim refuerza una idea inquietante: la crueldad organizada no es algo actual, moderno. Hace más de 6.000 años, ya existían formas de violencia bélica estructurada, sistemática y simbólica asociadas tanto a la dominación territorial como a la propia guerra.

Fuente: nationalgeographic.com.es

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