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Primeros auxilios entre ratones: la ciencia descubre su lado más empático

Un estudio comentado en la revista Science el pasado mes de febrero es el último de una larga serie de experimentos con ratones que tratan de investigar la empatía y el comportamiento prosocial en otros seres vivos más allá de los humanos. Porque “si bien el alcance y la complejidad del comportamiento prosocial humano son únicos, las respuestas empáticas básicas y el comportamiento prosocial son comunes en las especies sociales de todo el espectro filogenético y dependen de mecanismos biológicos conservados evolutivamente”.

En este sentido, los responsables de un estudio publicado en eLife en 2021 señalan que la empatía evolucionó en el contexto del cuidado parental y posteriormente se integró en el repertorio conductual natural de las especies sociales. Es decir, los humanos somos empáticos “por naturaleza”, pero ¿hasta qué punto los somos? ¿Y hasta qué punto un ratón salvaría a otro sin recibir un beneficio directo a cambio de su acción?

¿Son los ratones empáticos? ¿Por qué intentan salvar a otros ratones en apuros?

Ya en 2012, un equipo de la Universidad de Oxford negaba que existieran pruebas de que ningún otro ser vivo, además del ser humano, fuera capaz de mostrar empatía, si la empatía supone “la comprensión de los sentimientos de otro y el impulso por el objetivo psicológico de mejorar su bienestar”.

No obstante, un estudio de 2015 de una universidad japonesa ya sugería que “las ratas tienen más corazón del que creemos”, al mostrar comportamiento prosocial “incluso sin obtener ningún beneficio de ello”. En este caso concreto se probó si las ratas ayudaban a otro individuo que estaba a punto de ahogarse: el equipo de investigadores japoneses descubrió que las ratas aprendieron rápidamente que, para ayudar a su compañera, angustiada y mojada, debían abrir la puerta.

“Los resultados indican que las ratas muestran empatía”, señalaron los investigadores contradiciendo al equipo de Oxford: “estos roedores pueden compartir el estado emocional de miembros de su especie, en este caso, el de animales angustiados”.

En este sentido, los hallazgos de los experimentos sugieren, según los investigadores, que “las ratas pueden comportarse de manera prosocial y que las ratas ayudantes pueden estar motivadas por sentimientos similares a la empatía hacia su compañera de jaula angustiada”.

Ratones que salvan a otros ratones… si son de la familia

En base a experiencias previas como las descritas, los responsables del estudio publicado en eLife consideran que se ha proporcionado “evidencia sólida de que las ratas, una especie altamente social, se ven impulsadas a la acción por la angustia de los demás y se esfuerzan por ayudarlos, demostrando así los componentes básicos de la ayuda empática”.

Pero todavía cabe puntualizar si animales como las ratas, como “especie altamente social”, ayudan a todas las ratas en apuros… “o tienen preferencias”. En este sentido, se indica que el comportamiento hacia los demás de las ratas deriva “en gran parte de acuerdo con la identidad social, y las acciones prosociales generalmente se extienden hacia los miembros del endogrupo en lugar de hacia otros no afiliados”.

Tal y como se indica en este artículo que comenta la investigación, los expertos descubrieron que la identidad grupal de la rata en dificultades influye drásticamente en la respuesta neuronal y la decisión de ayudar, lo que revela el mecanismo biológico del sesgo endogrupal.

Si bien “el hallazgo de una red neuronal similar involucrada en la ayuda empática en ratas, como en los humanos, proporciona nueva evidencia de que el cuidado de los demás se basa en un mecanismo neurobiológico compartido entre los mamíferos”, el equipo también descubrió que “las ratas analizadas demostraron selectividad social: no ayudaron a una rata de una cepa desconocida”.

En este sentido, una de las conclusiones de los investigadores amplifica su resonancia mucho más allá de los laboratorios científicos: “fomentar la pertenencia a un grupo común puede ser un factor más poderoso para inducir la motivación prosocial que aumentar la empatía”. Los políticos y otros agitadores de masas lo saben bien, aunque no estén al corriente de los últimos estudios científicos sobre ratones de laboratorio.

La pregunta que se hacen los investigadores está, por tanto, más cerca de responderse: “¿por qué ayudamos a algunos, pero permanecemos inmunes al sufrimiento de otros?”.

¿Un ratón haciendo el boca a boca?

Estos estudios acerca de la empatía y el comportamiento prosocial de ratas han sido impulsados nuevamente en las últimas semanas con el trabajo de varios equipos de investigadores que han asistido al sorprendente comportamiento de varias ratas interactuando con otro individuo inconsciente, practicando una suerte de “primeros auxilios” como se puede ver en el video que acompaña este artículo de New Scientist.

“Al encontrar a otro ratón inconsciente, algunos parecen intentar reanimarlo zarandeándolo, mordiéndolo e incluso apartándole la lengua para despejar las vías respiratorias”. Se da la circunstancia de que “los ratones que recibieron atención se despertaron y comenzaron a caminar nuevamente más rápido que los ratones que no recibieron atención”.

Eso sí, y coincidiendo con las conclusiones de estudios precedentes, “los ratones cuidadores también pasaron más tiempo atendiendo a ratones inconscientes si estaban familiarizados con ellos que si no los habían conocido previamente”.

Teniendo en cuenta que este hecho ha sido observado por tres laboratorios independientes “indica que se trata de un hallazgo sólido” aunque los investigadores advierten que debemos ser muy cautelosos al no antropomorfizar demasiado lo que observamos en especies no humanas ni atribuir intenciones que vayan más allá de lo observado”.

Así pues, todavía no se puede afirmar categóricamente que la empatía (humana) sea estrictamente observable en otros animales… aunque, sin duda, resulte impactante observar como unos ratones intentan sacar la lengua a compañeros inconscientes.

Fuente: publico.es

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