Por fin sabemos cómo las cucarachas conquistaron el mundo
Un nuevo estudio rastrea la evolución de la cucaracha alemana a lo largo de la historia de la humanidad, desde los imperios islámicos hasta la Europa actual
Si alguna vez te has levantado para tomar un tentempié a medianoche y, al encender la luz de la cocina, has descubierto un ejército de brillantes insectos marrones debajo de la nevera, entonces ya conoces a la cucaracha alemana.
A pesar de su nombre, las cucarachas alemanas habitan en todos los continentes excepto en la Antártida. De hecho, los científicos consideran que la especie Blattella germanica es la más extendida de las 4600 especies de cucarachas que hay en la Tierra.
Lo cual es sorprendente, dado que estos animales eran prácticamente desconocidos en Europa hasta que el biólogo sueco Carl Linnaeus los describió por primera vez en 1767. Eso y el hecho de que allí no tienen parientes cercanos y que la especie existe en estado salvaje.
Entonces, ¿cómo se convirtió este huésped tan detestado por todos en una plaga de infamia mundial? Según un nuevo estudio, la respuesta está escrita en el ADN de la cucaracha alemana.
Analizando los marcadores genómicos de 281 cucarachas de 17 países de seis continentes, y midiendo el grado de parentesco entre esos animales, la comunidad científica ha trazado por primera vez el rápido ascenso y propagación de la cucaracha alemana.
Todo apunta a que la especie evolucionó a partir de la cucaracha asiática (Blattella asahinai) hace unos 2100 años en lo que hoy es India y Myanmar.
A medida que la especie aparentemente abandonaba la naturaleza por una vida a la sombra de los humanos, las cucarachas alemanas llegaron a Oriente Medio hace unos 1200 años, probablemente debido al aumento del comercio y los movimientos militares en los califatos islámicos omeya o abasí, imperios que antaño se extendían desde el norte de África hasta Asia occidental.
Las cucarachas alemanas experimentaron otro salto geográfico cuando, hace unos 390 años, las actividades coloniales se aceleraron y las cucarachas llegaron a Europa y, más tarde, al resto del mundo, gracias a las mejoras en el transporte, el alcance del comercio europeo y la llegada de la calefacción doméstica, que permite a los insectos sobrevivir al frío.
Para que quede claro, todos estos movimientos y migraciones habrían contado con la ayuda involuntaria de las personas.
«La cucaracha alemana ni siquiera puede volar», dice Qian Tang, biólogo evolutivo de la Universidad de Harvard (EE. UU.) y autor principal del estudio publicado el 20 de mayo en Proceedings of the National Academy of Sciences; «hacen autostop en embarcaciones humanas por todo el mundo».
Pero no fue sólo la suerte lo que permitió a las cucarachas tener éxito.
Fue más bien la incomparable capacidad de adaptación y evolución de la especie, algo que los científicos siguen tratando de entender hoy, con la esperanza de que algún día podamos aprender a detener la marcha de la cucaracha alemana por todo el planeta.
La cucaracha en el espejo
Para hacerse una idea de cuánto han cambiado las cucarachas alemanas en los últimos dos milenios, basta con compararlas con su pariente vivo más cercano, la cucaracha asiática.
Aunque las dos especies son casi idénticas, su comportamiento no podría ser más diferente.
Las cucarachas asiáticas vuelan hacia las fuentes de luz, mientras que las alemanas se escabullen, dice Chow-Yang Lee, entomólogo urbano de la Universidad de California (EE. UU.). Del mismo modo, si se lanzan al aire las dos especies, las cucarachas asiáticas levantan el vuelo, mientras que las cucarachas alemanas se lanzan al suelo corriendo.
«Hace tiempo que sospechábamos que la cucaracha asiática es en realidad el antepasado de la alemana, pero este artículo lo confirma», afirma Lee, que no ha participado en el nuevo estudio; «es muy emocionante».
El estudio también revela que la genética de las cucarachas alemanas refleja las relaciones humanas.
Por ejemplo, las cucarachas alemanas de Singapur y Australia están más emparentadas con sus primas de EE. UU. que otras poblaciones de cucarachas alemanas de la cercana Indonesia. Esto se debe probablemente a que Estados Unidos ha mantenido históricamente más relaciones comerciales con Singapur y Australia que con Indonesia.
«Es un bello ejemplo de la relación entre las actividades humanas, el comercio, las guerras, la colonización y la propagación de una plaga domiciliaria bien adaptada», afirma por correo electrónico Coby Schal, coautor del estudio, entomólogo urbano y experto en cucarachas de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EE. UU.).
Un respeto muy merecido
Las cucarachas alemanas superan a otras cucarachas allá donde van, afirma Tang.
Una de las razones de su éxito es que se reproducen a mayor velocidad que la mayoría de las demás especies, lo que les permite desarrollar rápidamente resistencia a los pesticidas.
Trabajos anteriores del laboratorio de Schal han revelado que, tras años atrayendo a las cucarachas para que comieran veneno empapado en glucosa, la población que sobrevivía a los cebos azucarados daba lugar a una nueva raza de cucarachas que rechazaba por completo los dulces.
«Es impensable», dice Lee; «la glucosa es un combustible metabólico tan importante para todos los organismos».
Lee dice que a veces él y sus colegas trabajan en un nuevo compuesto contra las cucarachas que aún no se ha comercializado, pero cuando lo prueban en cucarachas en un laboratorio, los animales ya son resistentes.
Y eso, combinado con las maravillas del transporte moderno, le lleva a tener muy pocas esperanzas de que los humanos encuentren pronto una forma de acabar con las plagas de cucarachas.
«Si me piden que nombre una especie u organismo al que respete más, probablemente sea la cucaracha alemana», afirma Lee.
Fuente: nationalgeographic.es