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Peces pueden sentir el temor de otro pez, indica estudio

Nuestra capacidad para preocuparnos por otros podría tener orígenes antiquísimos, según deja entrever un nuevo estudio.

Tal vez estuvo arraigada en animales prehistóricos que vivieron hace millones de años, antes de que los peces y los mamíferos como nosotros tomarán rumbos distintos en el árbol de la vida, de acuerdo con investigadores que publicaron el jueves su estudio en la revista Science.

«Algunos de los mecanismos fundamentales de nuestra capacidad para experimentar miedo, enamorarnos o desenamorarnos, son claramente patrones muy antiguos», dijo Hans Hofmann, un neurocientífico evolutivo de la Universidad de Texas, campus Austin, que no participó en la investigación.

Los científicos por lo general son renuentes a atribuir a los animales sentimientos similares a los de los humanos. Pero en general se acepta que muchos animales experimentan estados de ánimo, entre ellos los peces.

El nuevo estudio muestra que los peces pueden detectar el miedo en otro pez, y entonces atemorizarse también, y que esa capacidad es controlada por la oxitocina, la misma sustancia química cerebral que es fundamental para la capacidad de empatía entre los humanos.

Los investigadores lo demostraron al eliminar genes relacionados con la producción y absorción de oxitocina en los cerebros de peces cebra, un pequeño pez tropical que se utiliza con frecuencia en investigaciones. Los peces sin esos genes eran esencialmente antisociales: no detectaban ni modificaban su conducta cuando otros peces estaban inquietos.

Pero cuando algunos de los peces con genes alterados recibieron inyecciones de oxitocina, se restauró su capacidad de sentir y reflejar los sentimientos de otros peces, lo que los científicos llaman «contagio emocional».

«Ellos reaccionan al miedo de otros individuos. En ese aspecto se comportan igual que nosotros», dijo la neurocientífica Ibukun Akinrinade, de la Universidad de Calgary, coautora del estudio.

El estudio también mostró que los peces cebra prestan más atención a los peces que estuvieron estresados, una conducta que los investigadores dicen equivale a como si los consolaran.

Investigaciones previas han mostrado que la oxitocina tiene una función similar en la transmisión del miedo en los ratones.

La nueva investigación ilustra «el papel ancestral» de la oxitocina en la transmisión de emociones, dijo otro coautor del estudio, Rui Oliveira, biólogo conductual en el Instituto Gulbenkian de Ciencia, en Portugal.

Este proceso cerebral «quizá ya existía hace unos 450 millones de años, cuando ustedes, yo y estos pequeños peces tuvimos un ancestro común por última vez», explicó Hofmann.

A veces se piensa que la oxitocina es una hormona del «amor», pero Hofmann señaló que parece más «un termostato que determina lo que es socialmente relevante en una situación particular, que activa circuitos neuronales que podrían hacer que uno se aleje del peligro, o empiece a cortejar».

Eso podría ser fundamental para la supervivencia de muchos animales, en especial para aquellos que viven en grupos, dijo el ecologista Carl Safina, de la Universidad Stony Brook, que no participó en el estudio.

«La forma más elemental de empatía es el miedo contagioso, un aspecto muy valioso para mantenerse con vida, en caso de que algún miembro de tu grupo detecte a algún depredador o algún otro peligro».

Fuente: AP