Para escuchar ciencia, conviértela en música: crean una partitura musical con datos climáticos [VIDEO]
El compositor y científico medioambiental japonés Hiroto Nagai ha compuesto una obra musical basada en datos climáticos para concienciar sobre el cambio climático. La música, explica, despierta emociones que la representación gráfica de los datos no pueden
Hay quien dice que la lluvia es música para sus oídos. Que un paisaje nevado amortigua todos los sonidos del mundo. Que el viento es el aire que, apresurado, silba a su paso. Pero el compositor e investigador japonés Hiroto Nagai ha ido más allá, componiendo la primera partitura de la historia para un cuarteto de cuerda basada en datos climáticos. La obra, de seis minutos de duración y bautizada como Polar Energy Budget, o Presupuesto de Energía Polar, tiene como objetivo poner de relieve el papel fundamental de la entrada y salida de energía por los polos para la salud de nuestro planeta, así como concienciar sobre el cambio climático.
El proceso de transformación de cualquier información en sonido, conocido como sonificación, no es nuevo, y ya existen piezas musicales creadas a partir de datos climáticos. Sin embargo, el trabajo de Hiroto Nagai, científico geo-medioambiental de la Universidad de Rissho, en Japón, ha ido más allá al añadir arreglos propios de la composición musical. El resultado se adentra así en el campo de la musificación, que fusiona la sonificación, sin intención de generar emociones en la audiencia, con la composición musical tradicional, diseñada para conmover.
Con su trabajo, que ha sido publicado este jueves en forma de ensayo científico en iScience, Nagai busca generar un debate sobre el futuro de la sonificación de datos y cómo ésta podría contribuir a la comunicación y diseminación de la ciencia, así como sus beneficios para el arte.
“Al contrario que las representaciones gráficas de la información, la música despierta las emociones antes que la curiosidad intelectual, y todo ello sugiere que utilizar representaciones gráficas y musicales en conjunto puede ser más potente a la hora de diseminar conocimiento científico”, explica el nipón. Este tipo de experimentos evidencian el potencial de la música para la divulgación de las ciencias de la tierra pues “atrae la atención del público de manera natural y poderosa, mientras que las representaciones gráficas requieren dirigir la atención a ellas de forma consciente y activa”, añade.
Para la creación de String Quartet No. 1 Polar Energy Budget, Nagai ha utilizado datos climáticos recopilados entre 1982 y 2022 en cuatro localizaciones: un punto de perforación de la capa de hielo en Groenlandia, una estación satelital en el archipiélago Svalbard, en Noruega, y dos estaciones científicas japonesas en la Antártida, Showa y Dome Fuji. De cada una de ellas, el autor de la investigación extrajo datos sobre la radiación de onda corta y larga, las precipitaciones, la temperatura en superficie y la nubosidad, recopilados mensualmente.
A continuación, llevó a cabo la mencionada sonificación asignando sonidos a los diferentes valores de datos a través de un programa. Esto, explica Xavier Serra, director del Music Technology Group de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, una de las instituciones de su tipo más importantes de Europa, “la sonificación hace tiempo que está con nosotros, en los hospitales, por ejemplo, donde a determinados datos se les otorga un sonido distintivo de manera que los médicos no tengan que mirar al monitor para saber qué está pasando. En estos centros hay una gran cantidad de sonidos y la información está sonificada. Y es algo muy importante, también, en las fábricas”. Pero seguidamente, Nagai añadió los arreglos y pasajes escritos a mano que han transformado el conjunto en una partitura para dos violines, una viola y un cello.
La elección de estos instrumentos se basó en la diversidad de técnicas de interpretación que ofrecen, que van desde las más tradicionales, con sonidos suaves y fluidos, hasta otras como el pulsado con un dedo o los golpes de arco, que contienen una gran capacidad expresiva. Por otro lado, los cuartetos de cuerda incluyen la estructura tradicional de cuatro voces (soprano, alto, tenor y barítono), lo cual, junto a lo anterior, ayuda a generar ciclos de tensión y relajación en varias escalas. La pieza se estrenó en directo el pasado marzo en la Universidad Waseda de Tokyo. “Al escucharlo por primera vez, mi primera reacción fue ‘¿qué es esto?”, explica Haruka Sakuma, segundo violín del cuarteto profesional encargado de interpretarla. “La melodía de la música era algo difícil de memorizar de manera rápida, y al principio nos costó bastante”.
Patrones climáticos
Al estreno de la pieza, que recuerda, según Sakuma, a la música clásica moderna, le siguió un debate en el que participó un panel de expertos en percepción remota de energía en la tierra. Estos destacaron que trabajos de este tipo podrían ayudar a detectar patrones meteorológicos anómalos de forma audible.
Las anomalías en los patrones climáticos podrían producir sonidos desviados de la norma, convirtiéndose en una fuente de información. Xavier Serra, doctorado en música computerizada por la Universidad de Stanford en 1989, considera que “la colaboración de ciencia con otras disciplinas para la diseminación de la ciencia es algo muy interesante que va a crecer gracias, también, a la inteligencia artificial. El experimento de Nagai tiene sentido creo que, fundamentalmente, para el arte, pero está claro que con esta última podemos llegar a comunicar mucho más”.
“La música ha evolucionado durante diferentes eras, adaptándose al contexto político e histórico de cada periodo desde Johan Sebastian Bach”, explica Nagai. “Al mismo tiempo, la tecnología de procesamiento en la nube pone a disposición de todo el mundo una gran cantidad de información sobre ciencias de la tierra. Esto representa un cambio muy importante, pues ahora no sólo los científicos disponen de esos datos, sino que los artistas pueden utilizarlos de forma libre para sus obras. En un momento en el que la concienciación medioambiental es tan importante, el trabajo de los científicos en forma de composiciones musicales podría ayudar a lograrlo”, concluye.
Fuente: elmundo.es