Oír voces que nadie más percibe, ¿la línea roja de la psicosis?
Las personas con psicosis se sienten atormentadas por voces interiores. En un intento de explicar el fenómeno de las voces, un equipo de psiquiatras ha reclutado como sujetos de estudio a personas que oyen voces que no existen pero que no están diagnosticadas con una enfermedad mental. Bastantes de estas personas afirman ser médiums, videntes o tener otras formas parecidas de percepción sobrenatural.
Este equipo de psiquiatras, que incluye a Albert Powers de la Universidad Yale en Estados Unidos, ha encontrado que las voces captadas por este singular grupo de personas son similares en muchas características a las voces que los esquizofrénicos escuchan, con una gran diferencia: los videntes, médiums y demás perciben con mayor probabilidad las voces como positivas o útiles y al fenómeno como una experiencia que puede ser controlada.
Bajo una fuerte somnolencia, como la que experimentamos al dormirnos, es fácil creer oír voces. También puede ocurrir en estados de fuerte nerviosismo o bajo los efectos de ciertas sustancias. Bastante gente ha oído en algún momento de su vida alguna voz que no ha sonado realmente; se estima que tanta como el 40 por ciento.
La mayoría de estas personas no cumple los criterios para diagnosticar una enfermedad mental. Pero encontrar personas sanas que oyen esas voces con cierta regularidad y que acepten ser estudiadas, no ha sido tarea fácil.
Por eso, rastrear gente de este tipo dentro del colectivo esotérico ha resultado una estrategia productiva para el equipo de Powers. Estudiar por ejemplo a médiums en lo referente a su percepción de «voces» que nadie más escucha y que estas personas atribuyen a difuntos que intentan comunicarse con los vivos, puede proporcionar información importante sobre por qué, a diferencia de otros que también oyen voces, son capaces de llevar una vida esencialmente normal sin necesidad de cuidados psiquiátricos, tal como argumenta Powers.
Powers, Philip Corlett y Megan Kelley han comenzado a estudiar personas del sector esotérico que afirman recibir diariamente mensajes auditivos, sin que ningún sonido portador de estos llegue a sus oídos. Se ha verificado que sus afirmaciones no son meros embustes para llamar la atención, sino que realmente están convencidas de escuchar esas voces. La verificación se ha hecho sometiéndolas a tests de psiquiatría forense que se emplean para identificar a sujetos que afirman falsamente oír voces solo para lograr ser declarados mentalmente enajenados y así evitar que la ley actúe contra ellos con todo su peso y se les juzgue como criminales que han perpetrado sus crímenes teniendo pleno uso de sus facultades mentales. Tanto los videntes como los pacientes de psicosis seleccionados han alcanzado puntuaciones similares en estas pruebas diseñadas para excluir a quienes mienten.
Comparando las experiencias de los videntes con las de los esquizofrénicos y con las ocasionales de otras personas sanas, los autores del estudio han comenzado a encontrar algunas pistas sobre qué podría estar protegiendo de efectos psicológicos graves a este grupo de oyentes habituales de voces.
Videntes, médiums, telépatas y otras de estas personas que están convencidas de tener un don sobrenatural por el cual oyen voces que nadie más puede escuchar, tienen un grado de control sobre las voces mucho más alto que el que tienen los esquizofrénicos. También están más dispuestas a enfrentarse a las voces y a verlas como positivas o neutras para sus vidas.
En cambio, los pacientes con esquizofrenia tienden a vivir como una experiencia negativa esa percepción de voces inexistentes y también a sentirse mal cuando hablaban de ellas con otras personas.
Refiriéndose a los videntes, médiums y demás, Corlett pronostica que estudiando a esta población, se podrá obtener mucha información reveladora sobre la neurobiología y la psicología cognitiva asociadas al fenómeno de oír voces que no existen, y finalmente quizás un camino hacia un tratamiento eficaz y definitivo para este inquietante trastorno.
Los investigadores admiten que su estrategia al nutrirse de sujetos de estudio provenientes del ámbito esotérico es poco usual, pero creen que está plenamente justificada por la falta de progreso en el tratamiento de enfermedades como la esquizofrenia.
Fuente: noticiasdelaciencia.com