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Observan el nacimiento de un blázar

Está formado por la fusión de dos galaxias

El flujo de partículas y radiación que emite el agujero negro supermasivo central de la galaxia, y que se observa de frente, revela que se trata de una estructura precursora a la formación de un blázar, uno de las objetos más energéticos conocidos, indica el IAC en un comunicado.

El hallazgo se logró combinando la observación de varios telescopios españoles, entre ellos el Gran Telescopio Canarias y el Telescopio William Herschel, ubicados en el Roque de los Muchachas (Garafía, La Palma).

Las galaxias activas que presentan chorros son, generalmente, grandes y viejas galaxias elípticas, y, según los modelos, estas se forman por la fusión de dos o más galaxias menores, de modo que se asume que estas fusiones son las responsables de la activación de los chorros, señala Rubén García-Benito, investigador español del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) que participa en el hallazgo.

Añade que, de hecho, una colisión es un método muy eficaz para transportar grandes masas de gas hacia el centro de las galaxias, lo que alimenta el agujero negro supermasivo y puede producir la emergencia del chorro.

Los investigadores encontraron por primera vez una pareja de galaxias espirales jóvenes en pleno proceso de fusión, que muestran sendos agujeros negros supermasivos en sus núcleos.

El más masivo de ellos presenta un jet muy joven, con una edad estimada inferior a 15,000 años, cuya existencia puede atribuirse a la interacción entre las galaxias, que comenzó hace, como mínimo, 500 millones de años.

En la terminología científica, estas jóvenes galaxias espirales que albergan jets se denominan galaxias Seyfert 1 de línea estrecha emisoras de rayos gamma (g-NLSy1).

Enrique Pérez Jiménez, investigador del IAA-CSIC y coautor del estudio comenta que se ve el chorro de frente, de modo que hallaron el precursor de un blázar, y añade que como analogía se puede decir que “si un blázar es un adulto, un g-NLSy1 sería un niño”.

Explica que, por lo general, el brillo de los blázar es tan intenso que ocultan la galaxia que los alberga, de modo que estudiar su entorno resulta difícil, pero el jet hallado en esta galaxia g-NLSy1, al ser menos energético, permitió estudiar el gas o las estrellas de la galaxia anfitriona, una información muy valiosa para trazar el origen de los chorros.

Entre todos los g-NLSy1 conocidos, unos 15 hasta la fecha, más del 70% exhibe características similares a las que se esperan en una colisión de galaxias, por lo que este hallazgo proporciona pruebas de la conexión entre estos dos eventos, así como del papel crucial que las fusiones de galaxias tienen en el ciclo de vida de una galaxia.

También se utilizaron en esta investigación los telescopios infrarrojo óptico Subaru (8.2 metros), ubicado en Hawái, y el observatorio espacial de rayos X Chandra (NASA).

Fuente. EFE