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Nuestros músculos saben cómo controlar la inflamación crónica posterior al ejercicio

Entrenar nuestro cuerpo es una forma bien conocida de mantener a nuestro organismo sano y activo. Ahora, nuevas investigaciones han descubierto que la actividad física podría tener incluso más beneficios. En este caso, se habla de la capacidad de los músculos de luchar con la inflamación crónica luego de una sesión de ejercicio.

El estudio mencionado se publicó este enero en Science Advances y fue desarrollado por los investigadores Zhaowei Chen, Binjie Li, Ren-Zhi Zhan, Lingjun Rao y Nenad Bursac. Gracias al esfuerzo de este equipo de la Universidad Duke en Estados Unidos, tenemos la oportunidad de conocer con mucho más detalle la verdad detrás de nuestro funcionamiento muscular y sus procesos.

Una mirada a lo profundo de nuestros procesos musculares

Para poder llevar a cabo la investigación, los autores contaron con una posibilidad que no había estado sobre la mesa antes: representaciones artificiales fieles al tejido muscular humano. Con estas, se pudo diferenciar los procesos de funcionamiento de las células de los músculos de las del resto del cuerpo.

Tal como mencionan los investigadores, en un ser humano activo, esta posibilidad no existe, ya que el cuerpo constantemente interrelaciona procesos para poder funcionar. Ahora, con este nuevo formato, fue posible dar un vistazo detallado, específico y profundo a los que ocurre con los tejidos de los músculos cuando la inflamación crónica ataca y a lo que pasa si además se hace ejercicio.

Con esto en mente, por un lado, diferenciaron las células capaces de causar reacciones inflamatorias crónicas en el organismo. Por el otro, también delimitaron las células dentro de los tejidos musculares que podían controlarlas o inhibirlas.

El efecto de la inflamación crónica

Dentro del estudio, los investigadores recalcaron que los procesos inflamatorios, aunque no son negativos en sé, cuando son exagerados puede tener consecuencias desfavorables. Por ejemplo, en algunos casos puede desencadenar problemas a largo plazo como la artritis reumatoide o, en otros, reacciones peligrosas como las tormentas de citoquinas.

Como un elemento común, los autores notaron que el interferon gama parecía ser la molécula que se mantenía constante en la aparición de la inflamación y sus posteriores complicaciones. Por este motivo, para la primera fase de su investigación sometieron a los tejidos musculares a grandes cantidades de estas. Efectivamente, en poco tiempo el músculo perdió tamaño y fuerza debido a la inflamación crónica.

Las células de nuestros músculos saben lidiar por su cuenta con la inflamación crónica gracias al ejercicio

En la segunda fase de la investigación, los autores expusieron entonces al músculo a sesiones de “ejercicio” tras las cuales la inflamación crónica disminuyó. De hecho, los efectos negativos de ella y de la presencia del interferon gama quedaron casi completamente anulados.

Con esto, los investigadores pudieron notar que, por sí solo, el músculo después del ejercicio puede defenderse de los problemas causados por la inflamación severa. Incluso, para dejar esto más claro, compararon los procesos realizados por sus células con los desencadenados por dos conocidos antiinflamatorios (tofacitinib y baricitinib). Al hacerlo, descubrieron que se podían obtener prácticamente los mismos resultados.

Gracias a este descubrimiento, no solo se confirma que la actividad física puede ayudar a combatir los procesos inflamatorios naturalmente. Ahora, también sabemos que otorga a los músculos las herramientas necesarias para hacerlo por su propia cuenta –sin tener que depender de otras células o procesos del organismo–.

Nuevamente, se ha probado la sabiduría de nuestro cuerpo y por qué debemos mantenerlo entrenado. Ya que, incluso cuando no estamos en nuestra mejor forma, tener aunque sea un poco de actividad física puede llegar a ser beneficioso para nuestra salud general.

Fuente: tekcrispy.com