Nikola Tesla, el genio desquiciado
Murió arruinado en la habitación de un hotel tras haber sido el padre de avances técnicos que revolucionaron la ciencia
Fue uno de los mayores genios científicos contemporáneos y también un excéntrico lleno de manías y de creencias esotéricas. Ganó fabulosas cantidades de dinero por sus patentes, pero murió arruinado. Nikola Tesla falleció el 7 de enero de 1943 a la edad de 86 años en un hotel de Nueva York a causa de un infarto. Su cuerpo fue encontrado por una camarera dos días después, ya que había colgado en su habitación el cartel de ‘no molestar’.
Tesla pasó los últimos años de su vida con grandes apuros económicos, pidiendo préstamos a sus amigos que no devolvió. Era incapaz de administrar sus menguados ingresos, dado que era aficionado a las apuestas. Al final de su existencia, nadie le tomaba en serio cuando reclamaba la paternidad de nuevos inventos o cuando aseguraba que había desarrollado un arma de destrucción masiva llamada el rayo de la muerte. Todo indica que sufría una demencia senil. Los periodistas se reían de sus delirios.
Han pasado ocho décadas desde su muerte y hoy Tesla se ha convertido en una verdadera leyenda. El millonario Elon Musk usa su apellido para la marca que fabrica sus coches eléctricos, hay un cráter lunar bautizado con su nombre, circulan billetes en Serbia que llevan su efigie y su memoria es conmemorada en museos y premios. Nadie discute que fue uno de los mayores genios de la historia de la ciencia desde la Revolución Industrial.
Muy maniático
Tesla, nacido en Croacia en 1856, era serbio. Su padre fue un sacerdote ortodoxo y su madre, ama de casa. Su hermano murió de un accidente montando a caballo cuando Nikola tenía 5 años, lo que le dejo traumatizado. Estudió ingeniería en la Universidad de Graz, pero no acabó la carrera. Tenía una prodigiosa memoria y leía todos los libros científicos que caían en sus manos. Ya de niño mostraba inclinación por la invención. Con tan sólo 27 años era ingeniero jefe de la compañía telegráfica de Budapest. Antes de cumplir los 30, abandonó París y emigró a Nueva York.
Fue una persona que padecía depresiones, lo que le llevó a interrumpir sus estudios. Pero la nota más llamativa de su carácter era su propensión a las manías. Estaba obsesionado por la limpieza, se lavaba las manos continuamente, no tocaba a nadie, le repugnaban el cabello, los melocotones y las perlas, comía a solas y sentía la necesidad compulsiva de dividir todo por tres. Era un estudioso de la filosofía hinduista. Nunca se casó ni tuvo hijos.
Al mismo tiempo, fue el científico que concibió patentes durante más de cuatro décadas que revolucionaron las comunicaciones, la industria eléctrica y los motores. Tesla desarrolló las bases de la radio, aunque Guillermo Marconi fue quien logró patentar la innovación. Entre sus logros, cabe destacar un motor de corriente alterna, un sistema de comunicación sin hilos, el mando a distancia y dispositivos que permitieron el avance de la distribución eléctrica. Creó una empresa en Nueva York de la que salieron decenas de patentes hasta que sus instalaciones fueron destruidas por un incendio en 1895.
Al final de su vida se aficionó a las apuestas. Nadie le creía cuando reclamaba la paternidad de nuevos inventos.
Durante unos años, fue empleado de Thomas Alva Edison. Éste le contrató tras leer la misiva de un directivo de su empresa que decía: «Conozco a dos grandes hombres. Usted es uno de ellos y el otro es el portador de esta carta».
Edison se dio cuenta muy pronto de su talento. La encomendó la reparación de una avería eléctrica a cambio de una recompensa de 50.000 dólares. Tesla lo solucionó en una noche. Pero Edison le dijo que era un iluso por haber creído su promesa. Ni siquiera le subió el sueldo de 18 dólares a la semana.
La lucha con Edison
Tesla y Edison se enfrentaron por sus distintas concepciones sobre la electricidad. Edison era partidario de la corriente continua, Tesla abogaba por la alterna. El poderoso empresario hizo todo lo posible para desacreditarle, pero el tiempo dio la razón a su ingeniero. No era sólo una disputa teórica porque había enormes intereses en juego.
Tesla fichó por Westinghouse, competidor de Edison, y su labor fue clave para desarrollar un sistema eléctrico para la ciudad de Búfalo aprovechando la fuerza del agua de las cataratas del Niágara.
Fue siempre un visionario, llegando a trabajar en inventos que parecían imposibles como un aeroplano de despegue vertical o un gel de ozono con milagrosas propiedades. Su mente no dejo de trabajar hasta el final cuando el mundo ya le había olvidado.
Fuente: abc.es