Macacos pueden seguir el ritmo al procesar movimiento. Revela investigación de la UNAM
Expertos del Instituto de Neurobiología (INb) de la UNAM han probado que los macacos pueden seguir un ritmo sencillo con su canal auditivo y con ciertas regiones del cerebro, aquellas que procesan el movimiento y que en los humanos, mediante un proceso mucho más complejo, confieren la capacidad de expresarse en un baile.
Esto no significa que los macacos bailen. Los universitarios demostraron que en cualquier conducta compleja las cortezas sensoriales primarias, como la visual, la táctil o las de asociación, multimodales y las motoras y premotoras cerebrales, se hablan en una sincronización rítmica, que en el hombre permiten seguir el ritmo de la música y el baile, explicó Hugo Merchant, responsable del hallazgo.
Los cerebros de los humanos y los primates son muy similares, pero el sistema audiomotor de estos últimos es menos sofisticado, de lo contrario serían capaces de articular un lenguaje complejo y crear música. El sonido es una herramienta poderosa para esas tareas, y se consideraba que sólo nuestra especie era capaz de darle ese uso.
Esta investigación tiene gran impacto respecto al conocimiento de cómo los primates procesan la información cuando escuchan un sonido, y lo más importante, cómo reaccionan.
Se desconocen las bases neurales de este proceso, por lo que los expertos de la UNAM buscan evidenciar la comunicación estrecha entre las cortezas auditiva y premotoras, principalmente.
El experimento
Merchant relató que para probar su postulado en cuanto a los macacos, colocaron electrodos en LaDiva y ElCapi, dos macaca mulata a los que se les expuso a un ritmo sencillo, pero persistente, y en los que pudieron identificar una señal neuronal que representa al sonido.
“Registramos la actividad en las cortezas premotoras y encontramos una señal precisa muy fuerte; esto significa que pueden seguir un ritmo sencillo. Es un metrónomo isócrono que tiene un solo intervalo de tiempo, como una marcha de uno-dos, uno-dos”, comentó el experto del Departamento de Neurobiología Conductual Cognitiva.
La investigación, que llevó a los expertos cinco años, permitió el registro de las respuestas de miles de neuronas en un área premotora de la corteza cerebral de los monos entrenados, trabajo que pocas instituciones realizan en el mundo.
El universitario analizó la actividad de cientos de neuronas, que fue proyectada en un espacio de dos dimensiones, obteniendo una señal neuronal que forma una trayectoria circular por cada intervalo en la secuencia rítmica de la tarea.
“Es interesante que el radio de la trayectoria neuronal aumenta en función del tempo del metrónomo, generando círculos chicos para un ritmo rápido y círculos grandes para un ritmo lento, pero moviéndose a la misma velocidad en todos ellos”, precisó.
Además, se encontró que los ritmos lentos reclutan más neuronas, de tal forma que las poblaciones que codifican la sincronía al ritmo crecen entre más lento sea el metrónomo.
“Primero, los monos realizaron la tarea con metrónomos auditivos y también con metrónomos visuales, de hecho son mejores con los últimos en su conducta rítmica. En cambio, los humanos son mucho mejores con metrónomos auditivos, lo que indica que nuestro sistema audiomotor es más eficiente y complejo que el de los macacos”, enfatizó Merchant.
El trabajo de los científicos de la UNAM fue presentado el pasado 8 de abril en la revista PLOS Biology, y ha llamado la atención de expertos en el mundo, pues sus implicaciones sugieren la existencia de un reloj poblacional en la corteza cerebral que nos permite seguir y movernos al ritmo de la música que se toca con diferentes velocidades.
“Es probable que estas trayectorias neuronales también ocurran en el cerebro del humano, eso sí, con procesos más sofisticados, pues los ritmos además de tener el pulso isócrono, tienen una métrica que es seguida por el cerebro”.
Merchant y su equipo trabajan en añadir más bits o ritmos para que LaDiva y ElCapi los sigan y permitan conocer mejor el funcionamiento de estas redes neuronales.
Fuente: jornada.com.mx