Lucy, nuestro primer ancestro, murió al caerse de un árbol
Esta Australopithecus afarensis murió a los veinte años tras caer de un árbol, según un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Texas
Lucy, el más famoso y antiguo fósil de un ancestro humano, murió probablemente como resultado de las lesiones sufridas al caer de un árbol, según un estudio de la Universidad de Texas en Austin, publicado en Nature.
Este espécimen de austrolopitecus afarensis de 3.18 millones de años es uno de los esqueletos mejor conservados y más completo de un ancestro homínido que llegó a caminar erguido. Desde su hallazgo, ha habido debate sobre si era capaz de subir a los árboles, como sus propios ancestros.
«Es irónico que el fósil en el centro de este debate sobre el papel del arboreismo en la evolución humana muriera posiblemente de las heridas sufridas al caer de un árbol», explica el autor principal del estudio, el antropólogo John Kappelman.
Este especialista ha escaneado cuidadosamente el 40 por ciento disponible del esqueleto de Lucy para crear un archivo digital de más de 35 mil imágenes en tomografía computarizada. Esto ha revelado detalles con información de los huesos fósiles.
Kappelman descubrió algo inusual. El final del húmero derecho estaba fracturado en una forma no vista en otros fósiles, presentando una serie de roturas afiladas y limpia, con pequeños restos de hueso aún presentes.
«Se trata de una fractura compresiva resultado de cuando la mano golpeó el suelo tras una caída, impactando los elementos del hombro entre si para provocar una firma única en el húmero», explica. La caída tuvo que producirse desde considerable altura. Pequeñas fracturas en el hombro derecho y otras partes del esqueleto son consistentes con las lesiones de una caída desde altura. Sin otras evidencias de enfermedades, Kappelman cree que estas lesiones pudieron ser mortales para Lucy.
Este experto especula que Lucy buscaba refugio en los árboles, dado su relativamente pequeño tamaño, y que la caída pudo ser desde un ejemplar de al menos 13 metros. A su juicio, Lucy mantenía costumbres arbóreas que complementaban su habilidad para caminar, pero que también aumentaban si riesgo de caídas desde los árboles.
Fuente: Europa Press