Un estudio publicado en Science demostró que ni el camuflaje ni los colores de advertencia garantizan la supervivencia en todos los entornos. Con más de 15.000 mariposas de papel distribuidas en seis continentes, los científicos revelaron que el éxito de cada estrategia depende del hábitat, la luz y la competencia entre depredadores
¿Ser invisible o brillar para asustar? Esa es la disyuntiva que la evolución ha planteado durante millones de años a los animales que intentan escapar de sus depredadores. Un equipo internacional de científicos, liderado por la colombiana Iliana Medina desde la Universidad de Melbourne y el británico William Allen de la Universidad Swansea, puso a prueba esta pregunta a escala planetaria. El resultado, publicado en la revista Science, desafía lo que creíamos saber: no existe una estrategia universal de defensa visual. Todo depende del contexto.
Un experimento en seis continentes
Para entender cómo reaccionan los depredadores, los investigadores colocaron 15.018 mariposas de papel en 21 bosques distribuidos en seis continentes, cada una con un gusano real como cebo. Se usaron tres patrones de color: uno marrón camuflado, uno naranja y negro típico del aposematismo (color de advertencia), y otro turquesa y negro, poco común en la naturaleza.
Las aves, principales depredadoras, decidieron el resultado: qué mariposas atacar y cuáles evitar. Los científicos, entre ellos Juan Carlos Reboreda, María Cecilia De Mársico y Juan Manuel Rojas Ripari del Conicet y la UBA, midieron la frecuencia de ataques y la supervivencia de cada tipo de color en diferentes ambientes.
El entorno manda
Los resultados fueron claros: no hay una táctica ganadora universal. En lugares con mucha competencia entre depredadores y poca luz, el camuflaje fue más eficaz. Los animales crípticos pasaron desapercibidos en la penumbra.
Sin embargo, en hábitats luminosos y con menos competencia, los colores de advertencia funcionaron mejor. Las aves, al reconocer patrones naranjas y negros, evitaron a las presas que parecían tóxicas o desagradables.
Según Reboreda, “cuando los depredadores compiten, se vuelven menos selectivos y atacan lo que sea visible; ahí el camuflaje salva vidas”. Pero con el tiempo, los depredadores aprenden, y esa ventaja desaparece.
La experiencia también cuenta
El estudio mostró que la experiencia previa de los depredadores influye tanto como la luz o el paisaje. Las aves que ya habían atacado presas camufladas aprendieron a detectarlas, reduciendo su eficacia. En cambio, los colores de advertencia conservaron su poder mientras los depredadores recordaran la asociación entre color y mal sabor.
El patrón turquesa y negro, por ser raro, ofreció protección inicial: los depredadores no lo reconocían. Pero al aprender, también dejaron de caer en la trampa.
Lo que revela sobre la evolución
El hallazgo refuerza una idea clave: la defensa visual es dinámica, cambia según la presión ecológica del momento y el lugar. No hay fórmulas fijas. En regiones tropicales, con mayor competencia y biodiversidad, los colores brillantes son más frecuentes y eficaces; en cambio, en ambientes alterados por humanos o con menos luz, el camuflaje domina, aunque de forma más inestable.
Un nuevo mapa del camuflaje
El equipo de investigación, que incluyó expertos de Australia, España, Argentina, Colombia y Costa Rica, planea ampliar los experimentos incorporando movimiento, olor y más tipos de depredadores. Aunque usaron mariposas de papel, el patrón global obtenido sienta las bases para predecir cómo los cambios ambientales —como la deforestación o la contaminación lumínica— afectarán las estrategias de supervivencia de miles de especies.
La evolución no tiene una sola receta. En la naturaleza, el color y el camuflaje libran una batalla constante, y el vencedor cambia con el paisaje, la luz y la memoria del depredador.
Fuente: es.gizmodo.com
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