Los perros, antídoto contra la soledad: la ciencia confirma que son una fuente de apoyo para niños y adultos
Más de 50 estudios determinan hasta qué punto los perros pueden ser considerados una fuente de apoyo social
En España, una de cada dos familias convive con uno o más animales de compañía. Y más de 50 estudios coinciden en que este vínculo supone un beneficio significativo para la mayoría de las personas.
Los resultados de estas investigaciones fueron presentados recientemente en el Canine Science Forum 2025, celebrado en Hamburgo. El objetivo: determinar hasta qué punto los perros pueden ser considerados una fuente de apoyo social.
«El apoyo social es el conjunto de recursos que una persona recibe de los demás para adaptarse mejor al entorno y afrontar momentos difíciles», explica Jaume Fatjó, director de la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud.
Este apoyo puede dividirse en tres tipos: instrumental (recursos materiales), informativo (consejos) y emocional (compañía y consuelo). Y es en este último donde los animales de compañía juegan un papel fundamental, especialmente en momentos de dificultad.
«Convivir con un perro o un gato y compartir actividades con ellos, como jugar o pasear, genera un gran beneficio emocional», afirma.
Aunque a veces pueda parecer una carga tras un día agotador, la mayoría de las personas afirma que, después de ese rato con su mascota, se sienten mejor. Ese vínculo ayuda a desconectar, aliviar el estrés y centrarse en ese ser que también necesita compañía.
Los efectos sobre la salud
El análisis de más de 50 estudios científicos internacionales realizados en los últimos cinco años confirma lo que muchas familias ya experimentan en su día a día: vivir con un perro tiene un impacto positivo real también en la salud física.
En el caso de los más pequeños, ese impacto se traduce en actividad física de más calidad, gracias al juego y los paseos, además de contacto con el entorno natural y nuevas oportunidades para sentirse acompañados y emocionalmente seguros.
Según datos de UNICEF, en España, más del 80% de los niños juegan al aire libre menos de lo recomendado y, si los comparamos con sus padres, el tiempo que juegan hoy los más pequeños se ha reducido a la mitad.
Durante la pandemia
Uno de los estudios incluidos en la revisión, realizado en Australia durante la pandemia, subraya que pasear al perro ayudó a muchas familias con hijos a salir de casa, mantenerse activos y disfrutar del aire libre en medio de las restricciones.
La presencia de un perro, además, ofreció a los más pequeños, alegría, compañía y un importante apoyo emocional frente a la incertidumbre y el aislamiento.
«Ya sabíamos que los perros aportan beneficios emocionales, pero esta revisión confirma que, incluso en contextos difíciles como una pandemia, la convivencia con un perro tiene efectos significativos para la salud física y emocional, especialmente en la infancia», explica Fatjó.
Para Elena García, coautora del estudio, «los perros actúan como catalizadores para romper el aislamiento que afecta cada vez más a los más jóvenes. En una era de exceso de pantallas y menor interacción social, los animales de compañía fomentan lo que los niños más necesitan: movimiento, juego e intimidad emocional».
El placer de caminar
Aunque el foco del estudio está puesto en la infancia, los efectos positivos alcanzan también a los adultos. Un estudio brasileño de 2020 señala que quienes pasean con sus perros caminan por placer en mayor medida que quienes no tienen mascotas (28% frente a 18%) y hacen más ejercicio moderado o intenso en su tiempo libre (38% frente a 22%).
En el caso de las personas mayores, pasear al perro multiplica por tres las probabilidades de mantenerse activas. «El vínculo con los animales puede ayudar a regular la presión arterial y favorecer un ritmo cardíaco más estable», explica el director.
En otro trabajo realizado en Estados Unidos en 2021, muchas personas afirmaron que su perro era la principal motivación para salir a caminar, disfrutar del aire libre y mantener el compromiso con la actividad física. «Lo que se ha observado es que, cuando sales a pasear con tu perro, tiendes a visitar con más frecuencia espacios verdes».
Conexiones terapéuticas
Además, añade, «el animal actúa como un facilitador del contacto con los demás. Cuidar de un gato, por ejemplo, puede ayudarte a conectar con una comunidad de personas con intereses comunes».
Contrariamente a lo que a veces se piensa, convivir con un animal no te aísla, sino que puede abrir nuevas vías de socialización. Cuidar de otro ser, además, tiene un claro efecto terapéutico: «Mucha gente no lo percibe como un coste, sino como un beneficio».
Proteger el vínculo
Según Fatjó, como sociedad es importante reconocer el valor que tienen las mascotas para muchas personas. «No es solo un valor individual, sino también social. Los animales de compañía son un capital social».
Un vínculo que, además de respetarse, debe ser protegido. «Incluso las personas que no conviven con animales deberían comprenderlo», señala.
Existe una necesidad urgente de adaptar los entornos a las familias multiespecie, que puedan viajar en metro, irse de vacaciones con facilidad, acceder a espacios públicos o encontrar vivienda sin trabas por tener un animal.
«Ayudan a justificar una nueva forma de vivir, más abierta y adaptada. Los animales no son el equivalente de nadie. Son miembros de la familia con un perfil único: a veces se parecen a un hijo, otras veces a un amigo», concluye el director.
Fuente: elespanol.com