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Los peces no se comunican con las personas ni tienen expresiones faciales, evidencian científicos

Los peces no se comunican con las personas y no tienen expresiones faciales que les hagan simpáticos o cercanos pero sufren como otros animales, según las evidencias que van acumulando los científicos y expertos en bienestar animal.

Así lo han explicado diversos expertos que han participado en una jornada sobre bienestar animal en peces organizada por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), la Sociedad Catalana de Biología, la Red de referencia en Acuicultura de Cataluña y la Red temática de bienestar y estrés en peces, que se ha celebrado en Barcelona.

Los receptores del dolor y las vías nerviosas de conexión al cerebro de los peces son las mismas que en humanos y los fármacos analgésicos contra los estímulos dolorosos también funcionan en peces, aunque los centros de procesamiento del cerebro sean bastante diferentes, según ha explicado a Efe el doctor en Biología Lluís Tort, de la UAB, participante en el encuentro.

Aunque en los peces es más difícil diferenciar entre bienestar y salud o estrés y enfermedad, durante la jornada se han presentado evidencias respecto al dolor y el estrés que pueden padecer estos animales.

También se han expuesto evidencias de la gran capacidad de aprendizaje de los peces, de sus complejos comportamientos sociales y familiares y, en particular, de su buena memoria, extremo que desmiente la leyenda de que su memoria dura tres segundos, a la que contribuyó la popular película Nemo, ha indicado Tort.

Los peces pueden sentir dolor

La doctora en Oceanografía y bióloga Elena Lara, miembro de la asociación Compassion in World Farming (CIWF), también ha participado en el encuentro, en el que ha afirmado que está «suficientemente demostrado» que los peces pueden sentir dolor, por lo que ha abogado por que se aturda a los peces de manera efectiva antes de proceder a su sacrificio.

El aturdimiento en peces no se cumple en algunos de los procedimientos que se usan actualmente en la acuicultura, con el consiguiente riesgo de infligir dolor a los peces, ha indicado Lara, que ha recordado que la ley europea sobre sacrificio de animales sin crueldad no especifica nada sobre los peces.

Actualmente, los peces pueden ser sacrificados con CO2, con baños de sal o de amoniaco, ser desangrados sin aturdirlos previamente o asfixiados en hielo, una agonía ésta última que supone unos 40 minutos de asfixia, ha descrito Elena Lara.

La oceanógrafa ha denunciado, además, el «sinsentido» que representa pescar anchoas y sardinas salvajes para convertirlas en harina y aceite de pescado con las que alimentar a peces de piscifactoria, como salmones, doradas y lubinas, y también a cerdos y pollos.

Por su parte, el doctor Javier Sánchez-Vázquez, de la Universidad de Murcia, ha asegurado que las secreciones hormonales, la actividad nerviosa y el metabolismo de los peces dependen de ritmos relacionados con los ciclos de luz y oscuridad o la temperatura, demostrando que el efecto de un anestésico o la absorción de una dieta dependen de estos biociclos.

El doctor Claudio Barría, del Instituto de Ciencias del Mar, ha denunciado que persiste el corte de aletas en peces como las rayas (en tiburones está prohibido), denominado finning (del inglés fin, aleta), que después se dejan vivas pero imposibilitadas para nadar.

Fuente: rtve.es / EFE