A miles de kilómetros bajo la superficie se esconden dos gigantes dormidos: masas de roca tan inmensas que podrían estar condicionando el escudo invisible que protege a la Tierra del espacio exterior. Su origen sigue siendo un enigma, pero la ciencia empieza a descifrar su papel en el equilibrio planetario
Lo que ocurre en las profundidades de la Tierra rara vez se percibe en la superficie, y sin embargo su influencia puede extenderse más allá de la atmósfera. Un nuevo estudio ha revelado que dos misteriosas formaciones enterradas en el manto terrestre no solo marcan la historia geológica de nuestro planeta, sino que también podrían alterar el campo magnético que nos resguarda de la radiación cósmica.
Los continentes hundidos que no vemos
En lo más profundo del manto terrestre se esconden las llamadas Grandes Provincias de Baja Velocidad (LLVP). Su nombre proviene de un detalle revelador: las ondas sísmicas tardan más en atravesarlas que en recorrer otras regiones. Una se ubica bajo África y la otra bajo el Pacífico, y ambas han intrigado durante décadas a los geólogos.
Las hipótesis sobre su origen son diversas. Algunos investigadores creen que son fragmentos de Theia, el planeta que habría chocado con la Tierra primitiva y dio origen a la Luna. Otros sugieren que se trata de corteza oceánica engullida por procesos de subducción, convertidos en fósiles geológicos de antiguos continentes perdidos.
Un banquete en el anillo de fuego
La investigación más reciente, publicada en Scientific Reports, reconstruyó mil millones de años de movimientos tectónicos y convectivos del manto. El resultado mostró que la masa africana es más antigua y heterogénea, mientras que la del Pacífico parece “alimentada” por el constante hundimiento de corteza en el anillo de fuego.
Ese ciclo de engullir material oceánico desde hace al menos 300 millones de años habría transformado la naturaleza de la LLVP del Pacífico, dándole una composición distinta a la africana. Así, lo que antes se creía homogéneo resulta ser un mosaico de historias geológicas entrelazadas.
Consecuencias para el campo magnético
La disposición casi opuesta de estas masas bajo la Tierra no es casualidad. Su existencia influye en cómo se transmite el calor del núcleo hacia el manto, alterando los movimientos que generan el campo magnético. Y si las dos estructuras son diferentes en composición y temperatura, el equilibrio de ese campo protector deja de ser perfecto.
Este desequilibrio podría explicar ciertas variaciones en la intensidad y estabilidad del escudo magnético. La hipótesis, aún en debate, acerca estas misteriosas formaciones más a la corteza oceánica hundida que a los restos de un antiguo planeta. Pero lo cierto es que, sea cual sea su origen, los continentes invisibles del manto nos recuerdan que el destino de la Tierra también se escribe bajo nuestros pies.
Fuente: es.gizmodo.com