Los científicos proponen crear un biorrepositorio genético en la Luna para salvar la biodiversidad de la Tierra
Frente a la amenaza de extinción de múltiples especies por el cambio climático, sugieren un innovador depósito de materiales biológicos. Los detalles del proyecto
El cambio climático crea condiciones a nivel global que dificultan la vida de incontables especies de fauna y flora. El aumento de la temperatura media anual, que cada vez se encuentra más cerca del límite máximo acordado en el Acuerdo de París de 2° C, generó una drástica modificación de los hábitats de todos los seres vivos.
Debido a esto y a la perpetuación de las actividades humanas no sostenibles, la naturaleza en la Tierra se encuentra en peligro.
Ante la inminente desestabilización de ecosistemas y la extinción de múltiples ejemplares que componen la biodiversidad del planeta, un grupo internacional de científicos realizó una propuesta radical: crear un depósito de material genético en la Luna.
En un artículo académico, los expertos sugieren “el almacenamiento a largo plazo de taxones priorizados de muestras criopreservadas vivas para salvaguardar la biodiversidad de la Tierra y apoyar la exploración espacial futura y la terraformación de planetas”.
Esto quiere decir que ciertas muestras de tejidos serían tratadas con un proceso de criopreservación. Se trata del congelamiento de materia viva a temperaturas entre los -80 °C y los -196 °C para mantener sus funciones vitales suspendidas por un largo período de tiempo. Esto se realiza actualmente con embriones como parte del proceso de la fertilización in vitro.
“Las colecciones de materiales criopreservados se pueden descongelar para recuperar ADN, células intactas e incluso organismos funcionales completos”, manifestaron los científicos.
¿Por qué la Luna es el lugar ideal para el proyecto?
La motivación detrás del elegir el satélite terrestre para realizar el biorrepositorio se basa en que los depósitos existentes en la Tierra requieren de una constante intervención humana para que funcionen, desde electricidad hasta suministros continuos de nitrógeno líquido para mantener las temperaturas estables bajo 0. Debido a esto, cualquier desastre natural o conflicto bélico a gran escala podrían poner en peligro su integridad.
Por eso es que los expertos consideran que realizar el proyecto de conservación en la Luna es lo ideal. En el satélite existen áreas en las que no es necesaria la presencia de personas para mantener las temperaturas dentro de los valores requeridos por la criopreservación.
Uno de los reservorios más grandes es la Bóveda Global de Semillas de Svalbard en el Ártico. “Es un biorrepositorio pasivo que mantiene las semillas a -18 °C debido a la temperatura circundante natural del permafrost. Las condiciones climáticas cambiantes amenazan la estabilidad de la Bóveda de Semillas de Svalbard, pero en la Luna no hay atmósfera y, por lo tanto, no hay amenaza de cambio climático”, explicaron los científicos.
¿Cómo se llevará a cabo el biorrepositorio?
Los investigadores aclaran que en primera instancia se enfocarán en tratar con pieles de animales en peligro de extinción, o que jueguen un papel esencial en sus redes alimentarias, y que contengan fibroblastos (células esenciales para la formación de tejido conectivo).
“Dos factores clave para este biorrepositorio son la necesidad de reducir el daño por radiación y mantener las muestras cerca de -196 °C. Ciertos sitios lunares cerca de los polos pueden cumplir estos criterios”, comentaron en el artículo.
En las áreas polares se encuentran grandes cráteres que están permanentemente en la sombra y tendrían temperaturas lo suficientemente bajas para mantener las células congeladas. Para asegurar que las muestras resistan al ambiente lunar, se realizarán pruebas tanto en laboratorios como en la Estación Espacial Internacional. Los científicos ya lograron criopreservar con éxito aletas del pez gobio estrellado (Asterropteryx semipunctata).
¿Cuáles son las aplicaciones del posible avance científico?
La presencia de tejidos vivos en la Luna podría ser un gran paso para comprender la manera en la que el espacio afecta a las células y cómo se comportan en ese entorno.
Además, las mismas muestras podrían ser utilizadas para facilitar la exploración humana de la galaxia, ya que brindarían alimento, y los biomateriales requeridos para la descomposición microbiana y la ingeniería de ecosistemas.
Luego, más allá de salvaguardar la biodiversidad terrestre en caso de que distintos factores generen su extinción, el proyecto incluiría organismos necesarios para la terraformación. Este proceso comprende la modificación de la atmósfera, de la temperatura y el establecimiento de ecosistemas necesarios para la vida en otros planetas.
Varios exponentes de la ciencia, como el ex director científico de la NASA, el Dr. James Green, comentaron la posibilidad a futuro de realizar este procedimiento en Marte, con las esperanzas de convertirlo en un mundo habitable. Sin embargo, si la tendencia de aumento de la temperatura media anual continúa y la emisión de gases de efecto invernadero debido a las actividades humanas no cesan, podría ser necesario terraformar la Tierra misma.
Este ambicioso proyecto es costoso y deberá superar numerosos desafíos que tienen que ver con el transporte de las muestras, la radiación proveniente del espacio que impacta en la Luna, y los efectos de la microgravedad en las células. Para completarlo, según los científicos, se necesitarán décadas. Sin embargo, de ser posible significaría un avance que podría asegurar la continuidad de miles de especies terrestres, además de una nueva posibilidad para facilitar la exploración espacial.
“No estamos anticipando un fracaso total en la Tierra: si la Tierra es destruida biológicamente, este biorrepositorio no importará. Esto está destinado a ayudar a compensar los desastres naturales y, potencialmente, a aumentar los viajes espaciales.
La vida es preciosa y, hasta donde sabemos, rara en el Universo. Este biorrepositorio proporciona otro enfoque paralelo para conservar la preciosa biodiversidad de la Tierra”, concluyó Mary Hagedorn, criobióloga investigadora del Instituto Nacional de Zoológico y Biología de la Conservación del Instituto Smithsonian y autora principal del artículo en diálogo con la Universidad de Minnesota.
Fuente: infobae.com