Lise Meitner, la única mujer que tiene un elemento en la tabla periódica en su honor: el meitnerio
La princesa Europa, la madre Niobe y las diosas Pallas Athena, Selene y Freyja son algunas de las mujeres a quienes se han dedicado elementos de la tabla periódica.
Todas ellas son figuras mitológicas.
Ni siquiera la dos veces ganadora del premio Nobel Marie Curie tiene su propio elemento. El curio, en verdad, fue bautizado tanto por ella como por su esposo, Pierre.
La única mujer real que fue honrada en exclusiva con un elemento en la tabla periódica es la física teórica austríaca Lise Meitner y su meitnerio.
A lo largo de sus 89 años de vida, Meitner acumuló suficientes logros como para recibir este alto reconocimiento que comparte con unos pocos científicos de la historia, como Nicolás Copérnico (copernicio), Alfred Nobel (nobelio) y Albert Einstein (einstenio).
Codescubrió el llamado efecto Auger y varios nuevos isótopos, uno de los cuales llevó a su vez a su hallazgo del elemento químico protactinio.
Además, fue la segunda mujer en conseguir un doctorado en física en la Universidad de Viena, la primera de toda Alemania en lograr el puesto de profesora titular de física en la Universidad de Berlín y la primera investigadora en integrar la Academia Austríaca de Ciencias.
Su mayor logro, no obstante, fue dar una explicación teórica a la fisión nuclear, nombre que acuñó junto con su sobrino, Otto Frisch.
Sus investigaciones fueron cruciales para este descubrimiento que dio inicio a la era atómica.
Sin embargo, la decisión de bautizar meitnerio al elemento radiactivo de número atómico 109, fue tanto un elogio a la trayectoria de la austríaca como una compensación por uno de los mayores errores históricos cometido por los premios Nobel.
La dupla perfecta
Nacida en Viena en 1878 en el seno de una familia judía, Meitner era la tercera de ocho hermanos.
Si bien en aquel entonces las mujeres no tenían permitido acceder a instituciones de educación superior, contó con el apoyo de sus padres para estudiar en un centro privado y luego completar su doctorado.
Ya en Berlín, en 1907, consiguió que el físico y matemático alemán Max Planck, considerado el fundador de la teoría cuántica, hiciera una excepción y le permitiera asistir a sus clases.
Fue justamente en la Universidad de Berlín que conoció a Otto Hahn, con quien formó la dupla científica perfecta durante casi 30 años.
La combinación de una física teórica con un químico experimental demostró ser muy fructífera, incluso durante los años en que Meitner no tenía permitido el acceso a los laboratorios por ser mujer o cuando debió huir de Alemania y colaborar con Hahn a la distancia.
Misterio atómico
El descubrimiento del neutrón a principios de la década de 1930 desató una carrera entre científicos de todo el mundo por crear de forma sintética elementos más pesados que el uranio.
Sin embargo, con la llegada de Adolf Hitler al poder en 1933, Meitner tuvo cada vez más trabas para poder trabajar. Finalmente, en 1938, debió escapar a Holanda y luego a Suecia con documentos falsos.
Meitner y Hahn siguieron en contacto de forma diaria a través de cartas e incluso llegaron a reunirse en Copenhague a escondidas del régimen nazi.
El objetivo del encuentro era conversar sobre un proyecto que ella había estado liderando en Alemania y que, luego de semanas de insistencia, él había aceptado continuar en su ausencia, cuenta un artículo de la revista estadounidense Scientific American.
“Sus experimentos parecían mostrar un sorprendente descubrimiento: el uranio se divide en elementos más ligeros al ser bombardeado con neutrones”, explican en el artículo.
Hasta entonces, la comunidad científica creía que el uranio se dividiría en elementos más pesados.
Hahn estaba confundido. “Tal vez tú puedas encontrar una explicación fantástica”, le escribió a Meitner, según la biografía A life in Physics (“Una vida en la física”) de Ruth Lewin Sime.
En cuestión de días, la austríaca junto con su sobrino Frisch, también un destacado físico, lograron crear el modelo teórico que explica la fisión nuclear.
A pesar de que la participación de Meitner fue crucial y estaba bien documentada en cartas, Hahn no la incluyó como coautora en la publicación científicadonde explicó este descubrimiento que luego permitió el desarrollo de la energía y armas nucleares.
Darle crédito era una movida peligrosa en tiempos de la Alemania nazi y ella lo entendió, escribió Lewin Sime. Aún cuando esto derivó en un Nobel sólo para él.
El Nobel de Hahn
En 1944, Hahn recibió en solitario el premio Nobel de Química “por su descubrimiento de la fisión de núcleos pesados”.
Si bien en ese momento Hahn reconoció la participación de Meitner en el hallazgo, con el tiempo llegaría a negar el rol de su colega, según Scientific American.
A lo largo de los años, este Nobel ha sido citado por analistas y medios como una de las máximas injusticias de la Academia Sueca.
No obstante, lo que de verdad ella le criticó a Hahn y otros científicos de la época fue su colaboración con el régimen de Hitler.
“Todos ustedes trabajaron para la Alemania nazi. Y sólo ofrecieron una resistencia pasiva”, le escribió a Hahn, según el libro Heisenberg and the Nazi atomic bomb project (“Heisenberg y el proyecto de la bomba atómica nazi”) de Paul Lawrence Rose.
“Claro que, para limpiar su consciencia, ayudaron a alguna persona perseguida por ahí y por acá, pero se permitió que mataran a millones de seres humanos inocentes sin que se emitiera ningún tipo de protesta”, agregó.
Meitner también criticó el desarrollo de armas nucleares, negándose a participar en el proyecto Manhattan de Estados Unidos diciendo su icónica frase: “¡Nunca voy a tener nada que ver con una bomba!”.
“Hacer justicia”
El 29 de agosto de 1982, los investigadores alemanes Peter Armbruster y Gottfried Münzenberg lograron sintetizar por primera vez el elemento radiactivo que luego sería bautizado como meitnerio.
Armbruster explicó entonces que el objetivo era “hacer justicia a una víctima del racismo alemán y dar el justo crédito a una vida y trabajo científicos”.
Pasaron 35 años y el meitnerio todavía no tiene una utilidad probada. Pero, según la revista Nature, éste “no debe ser subestimado ya que nos recuerda una parte importante de la historia y de la ciencia”.
En definitiva, esta compensación por el Nobel no entregado terminó dando a Meitner el acceso a un club mucho más exclusivo: el de los científicos con un elemento químico con su nombre.
Fuente: bbc.com