Durante esta semana varios medios de comunicación de todo el mundo se han hecho eco de la iniciativa de la localidad china de Chengdu, que pretende iluminar sus calles a partir de 2020 con ayuda de una “luna artificial”, ocho veces más brillante que nuestro satélite natural. El proyecto, dirigido por el Chengdu Aerospace Science and Technology Microelectronics System Research Institute, se inspira en la idea de un artista francés, que en su día imaginó cómo sería colgar sobre la Tierra una hilera de espejos que reflejaran la luz del Sol, para iluminar la ciudad de París.
Pero esto parece mucho más que el sueño bohemio de un artista. Es un proyecto con fecha de lanzamiento que preocupa a muchos defensores de la oscuridad del cielo, por la gran contaminación lumínica que puede causar. Su responsable, Wu Chunfeng, ha lanzado un mensaje de tranquilidad, explicando que la iluminación generada por este satélite será similar a la de un atardecer y no causará ningún tipo de daño o contaminación. Sin embargo, los expertos no están para nada de acuerdo con esto.
Un atardecer permanente
El satélite, en el que han trabajado durante los últimos años, estará cubierto por un revestimiento reflectante, capaz de devolver la luz del Sol con ayuda de una especie de extensiones parecidas a los paneles solares. De este modo, se conseguirá un brillo ocho veces mayor que el de la Luna natural, con el que pretenden ahorrar en electricidad, al prescindir de farolas y otras luminarias. Concretamente, se iluminaría un diámetro de entre 10 y 80 kilómetros. Hasta ahora no se ha dado mucha más información, aunque es más que suficiente para saber que no es una buena idea.
Entre los primeros perjudicados se encontrarían los observatorios astronómicoscercanos a la zona. De hecho, según ha contado a Hipertextual Alejandro Sánchez, astrofísico en la Universidad de Exeter y líder del proyecto Cities at night, algunos observatorios han estado a punto de cerrar por motivos mucho menos graves. Buen ejemplo de ello es el de Siding Spring, en Australia, que tuvo serios problemas con la iluminación de una llama procedente de una estación petrolífera cercana. Afortunadamente, el problema pudo solucionarse, confinando la zona en la que se realizaban las incineraciones, y ninguna de las dos entidades tuvo más problemas. Sin embargo, es un buen ejemplo de la gravedad de este problema; pues, como ha explicado Sánchez, el brillo de esa llama era equivalente al de la Luna, no ocho veces mayor. Además, la luz tendía al rojizo, mientras que la luz solar reflejada por este satélite artificial tendería al azul, por lo que sería mucho más problemática, tanto para las observaciones astronómicas como para los ecosistemas de la zona.
Pero los observatorios no serían los únicos afectados por esta nueva fuente de iluminación. “Con la información que tenemos se puede prever que el área iluminada cambiará radicalmente los ecosistemas presentes”, asegura Alejandro Sánchez. Tanto las plantas como los animales podrían verse afectados. Las primeras, por ejemplo, tendrían luz suficiente para realizar la fotosíntesis por la noche, con lo que cambiarían sus ciclos de crecimiento. Además, podrían florecer antes. Como consecuencia, las especias menos adaptadas al frío se helarían en periodos de bajas temperaturas.
En cuanto a los animales, se ha comprobado que muchas especies se vuelven cada vez más nocturnas, con el objetivo de huir de la luz y la actividad humana. “La oscuridad es su refugio”, ha sentenciado Sánchez. Ahora, privados de esta oscuridad, podrían tener dificultades para descansar y alimentarse, poniendo en peligro su supervivencia.
Por otro lado, al permanecer en un atardecer permanente, algunas especies crepusculares, como los mosquitos, estarían activas durante muchas más horas, con el peligro que eso supone incluso para los seres humanos. ¿Y qué decir de los seres humanos? Se verían obligados a cerrar las persianas para poder dormir, ya que esa luz constante podría afectar a sus ritmos circadianos, provocando, como mínimo, problemas de sueño.
Sería necesario conocer más información sobre la posición de esta “luna artificial”. Por ejemplo, la altura a la que se encontrará. Si el objetivo es iluminar permanentemente un área concreta, como han anunciado, es muy posible que su destino sea la órbita geoestacioanria. Y de ser así, según ha explicado el líder de Cities at night al otro lado del teléfono, estaría en una posición tan alta que sería visible prácticamente desde medio hemisferio. La zona que se pretende iluminar sería la más brillante, claro, pero se vería a muchísimos kilómetros de distancia, con las consecuencias negativas que todo eso acarrearía.
Otros astros artificiales
El empeño de estos chinos en colocar su propio astro en el firmamento no es algo nuevo. Fue pionera en ello la estación espacial Mir, de Rusia, que en 1993 lanzó al espacio un espejo de veinte metros de diámetro, con el objetivo de devolver a la Tierra la luz solar y así iluminar varias regiones del país. El proyecto fracasó, aunque antes de ser destruido llegó a generar un rayo de luz entre dos y tres veces más brillante que la Luna.
A principios de este año, también tuvo lugar un proyecto similar, generado por la empresa neozelandesa Rocket Lab. Su propósito, lanzar una estrella artificial al firmamento. Aunque permaneció en el cielo durante unos meses, finalmente acabó siendo desintegrada por la atmósfera.
Ahora, en China también quieren pasar a la historia como aquellos visionarios que consiguieron poner una segunda Luna sobre nuestras cabezas. Sin embargo, no son conscientes de que podrían ser recordados como aquellos que destrozaron uno de los mayores tesoros que poseemos los seres humanos: la oscuridad nocturna del cielo.
Fuente: hipertextual.com