Las crías de murciélago balbucean de forma similar a los bebés humanos
Los balbuceos no son exclusivos de la especie humana. Las crías de los murciélagos de sacos, Saccopteryx bilineata, emiten unos cantos muy parecidos, lo que demuestra su capacidad para imitar vocalmente a sus tutores
Cuando los bebés humanos comienzan a aprender a hablar, primero balbucean, es decir, emiten sonidos con los que van entrenando el aparato vocal. De esta forma, van adquiriendo un mayor control motor e imitan las vocales, las consonantes y el ritmo que definen el lenguaje humano.
El desarrollo típico de niñas y niños implica el balbuceo, independientemente de la cultura y el idioma que se vaya a aprender, por eso se caracteriza por rasgos universales. Sin embargo, nuestra especie no es la única que aprende a emitir estos sonidos. Existen aves, como las cantoras, y otros mamíferos que lo hacen.
Uno de ellos es el murciélago de sacos (Saccopteryx bilineata). Sus crías emiten una serie de cantos que ya se habían comparado con el balbuceo de los bebés humanos. Sin embargo, hasta ahora no se había hecho una evaluación formal de esta característica.
Un equipo de científicas del Museo de Historia Natural de Berlín (Alemania), formado por Ahana A. Fernández, Lara S. Burchardt, Martina Nagy y Mirjam Knörnschild, ha estudiado el comportamiento de 20 crías en su hábitat natural en Panamá y Costa Rica.
Para recoger los datos de sus balbuceos, los murciélagos se habituaron a la presencia de las investigadoras en las proximidades de sus dormideros, lo que permitió realizar a diario grabaciones acústicas y otras de vídeo complementarias, desde su nacimiento hasta el destete, cuando las madres dejan de amamantar a sus crías.
Una observación minuciosa de estos mamíferos
Esta especie vive en los Neotrópicos, desde América Central hasta América del Sur. Sus refugios diurnos se encuentran en las ranuras de árboles y en las paredes exteriores de casas. Esta especie se adapta muy bien a la luz del día y las interacciones sociales –incluido el balbuceo– ocurren allí mismo.
“Todo esto y que los murciélagos siempre mantengan una cierta distancia entre ellos nos permite observar muy bien a los individuos. También los anillamos con aros de color en los antebrazos para distinguir a los individuos y realizar grabaciones específicas”, dice a SINC Mirjam Knörnschild.
Las autoras de este trabajo, que publica la revista Science, volvieron a Alemania para analizar los resultados y evidenciaron que, no solo hay pruebas claras de un comportamiento de balbuceo en los murciélagos, sino que, sorprendentemente eran similares al de los bebés humanos: se caracterizan por los mismos ocho rasgos, incluida la imitación de sílabas canónicas y la ritmicidad.
“Cada lengua –y también los cantos de Saccopteryx bilineata– tiene un ritmo característico. Esta cadencia nos ayuda a entender mejor cuando escuchamos a alguien hablar. Puede que sea similar en los murciélagos: es más fácil comunicarse cuando las vocalizaciones tienen un ritmo determinado”, añade la científica.
Las características del balbuceo en las crías que quizás sean más destacables, aparte de la ritmicidad, son la repetición de sílabas, la característica multisilábica del sonido y que se trata de un comportamiento que comienza muy temprano en el desarrollo. Y, al igual que en los humanos, es universal en los murciélagos.
“Lo extraordinario de esta especie es que es capaz de imitar vocalmente. Esto significa que aprende nuevas cantos escuchando a sus tutores e imitándolos. Esta habilidad es también un requisito indispensable para que nosotros aprendamos a hablar. Además, Saccopteryx bilineata tiene un gran repertorio de sonidos que incluye 25 tipos diferentes de sílabas. Las crías aprenden la canción de sus tutores mientras balbucean. Hasta ahora, no hemos encontrado otras especies de murciélago que lo haga”, asegura Knörnschild.
Para Ahana A. Fernández, coautora del estudio, “trabajar con crías de murciélagos salvajes es una oportunidad única porque permite observar y registrar un comportamiento complejo en un entorno completamente natural y sin alteraciones”.
Aprender a vocalizar para marcar territorio
Durante su ontogenia o período de desarrollo, las crías de S. bilineata pasan una media de siete semanas realizando un balbuceo diario. Este se caracteriza por largas secuencias vocales multisilábicas que incluyen tipos de sílabas del repertorio vocal de los adultos.
“Además, este balbuceo se escucha a una distancia considerable del dormidero y tienen una duración de hasta 43 minutos”, dice Martina Nagy, coautora del trabajo. Mientras balbucean, las crías aprenden el canto de los machos adultos.
La canción que repiten es un canto territorial. Los machos adultos lo utilizan para marcar su territorio y señalar su presencia a los competidores. Además, contiene información sobre su condición, información que también podría ser importante para las hembras a la hora de escoger una pareja.
El comportamiento de balbuceo es poco frecuente en el reino animal. Hasta ahora, este fenómeno se ha descrito casi exclusivamente en las aves cantoras. Sin embargo, la investigación sobre los pájaros ha proporcionado importantes conocimientos sobre el desarrollo del habla en humanos, porque es difícil trasladar plenamente estos resultados. Su anatomía es muy diferente, los pájaros tienen siringe, los humanos laringe, y su organización cerebral también es muy distinta.
Por otro lado, en murciélagos, este fenómeno se produce tanto en los machos como en las hembras, lo que contrasta fuertemente con el de los pájaros cantores, entre los que solo balbucean los machos jóvenes.
“Aunque estos son los únicos ejemplos que tienen la capacidad de asimilar vocales y balbucear, hay otras especies que también aprenden cánticos y quizá balbuceen: por ejemplo, los delfines, la nutria gigante del Amazonas (Pteronura brasiliensis) o la rata topo desnuda (Heterocephalus glaber)”, concluye.
Fuente: elespectador.com